Entrevista > Dani Clemente / Músico (Los Montesinos, 21-enero-1975)
Dicen que el bajo sostiene el ritmo de una banda, aunque la trompeta les hace brillar. “Para mí es como un edificio, en el que cada instrumento soporta unos cimientos”, opina Dani Clemente, trompetista y director de la banda juvenil de nuestra Sociedad Musical Ciudad Los Salerosos.
Apasionado de la trompeta desde niño, tuvo la fortuna de conocer y dar clases con su ídolo, Maurice André. Nos desvelará todo lo que aprendió del músico francés, el alto nivel de sus chicos y cómo aprecia cuando un novel tiene algo especial: “se nota al momento”, nos avanza.
Formado entre Almoradí y Castellón, tocó luego unos años en la sinfónica de esta ciudad, antes de dirigir diversas asociaciones musicales manchegas (Toledo, Almansa, Campo de Criptana…). Su vinculación con Los Salerosos se remonta a 2003 y dirige la banda juvenil desde 2012.
¿Quién te condujo a la música?
Mi padre, César, y mi tío (Ángel), que por cuestiones laborales se habían trasladado a Calpe y tocaban allí en la banda municipal. Me hablaban maravillas, sobre todo tras la creación de una banda en Montesinos, en 1985, de la que mi progenitor fue uno de los fundadores. Pertenezco a la misma desde 1987.
¿Elegiste la trompeta o ella a ti?
Un poco de todo (ríe). Quería imitar a mi padre, por supuesto, e incluso me negué a tocar otro instrumento que me habían asignado, el bombardino.
«Quería imitar a mi padre y me negué a tocar el instrumento que me asignaron, el bombardino»
¿Qué significa para ti este instrumento?
Tiene sus pros y sus contras, porque siempre está muy presente cuando lo escuchas, es agradecido si se toca bien, pero si erras también se percibe más. Exige muchísima concentración.
Siempre me ha apasionado, su pegada, presencia y la posibilidad de tocar numerosas melodías.
¿Tenías ídolos?
A mi padre le agradaba muchísimo Louis Armstrong, uno de los primeros que escuché. Después, al estudiar, descubrí a Maurice André, con el que tuve la suerte de dar clases en los Cursos Internacionales de Música de Benidorm.
Fue en los años 2007 y 2008, ya estaba muy mayor, pero aprendí muchísimo de él. Para mí era un ídolo inalcanzable y su cercanía era infinita.
Palabras mayores, Dani.
La mayoría de mis profesores siempre fueron muy rígidos, mientras Maurice me inculcó que la música es para disfrutarla. Nos decía “nunca te subas a un escenario a sufrir: si algo puedes hacerlo más fácil, hazlo”.
Es una norma que he intentado seguir y enseñar, tocar mi instrumento de la forma más sencilla para mí.
«Los Salerosos son como una segunda familia, aunque mi vinculación inicial fue intermitente»
¿Cuándo empezó tu relación con Los Salerosos?
Nada más finalizar mis estudios, en 2003, me llamó Guillermo Hernández -el presidente actual- para que los acompañara a un viaje a Viterbo (Italia), debido a que el trompetista fliscorno no podía ir.
Conocer Los Salerosos fue como entrar en una segunda familia, aunque mi vinculación inicial con la banda fue muy intermitente, al estar primero en Castellón y seguidamente dirigir varios conversatorios de Castilla-La Mancha.
Hasta que te hiciste un habitual.
Intentaba acudir a algún desplazamiento que organizaban, porque se trata de una banda muy viajera, o a conciertos. Tiempo más tarde, estando a tiempo parcial en La Mancha, comencé a dar clases de instrumentos de metal en la entidad.
¿Surgió entonces la iniciativa de la banda juvenil?
La relación ya estaba consolidada y pensamos -sobre 2012- en crear una banda juvenil, que ya se había intentado años atrás, sin éxito. Propusimos realizar ensayos con los más jóvenes todos los sábados y fue un acierto, porque ellos son nuestra cantera.
Pronto se unieron nuevos chicos, que ven en la banda juvenil su otra casa. Ahora contamos con unos treinta miembros, de entre 11-12 y 18-19 años.
«Hay gente muy técnica, pero les falta algo, mientras otros con apenas dos notas dices ¡ostras!»
¿Su nivel cómo es?
Muy bueno, sinceramente. No es lo mismo acudir y dar clases de música a pertenecer a una banda, participar en conciertos, a hacer música, en definitiva. Les hace crecer muchísimo.
¿Notas si alguno tiene algo especial?
Se percibe al instante. Hay gente muy técnica, tocan muchas notas, pero les falta algo, mientras otros con apenas dos notas dices ¡ostras!
Luego hay que saber manejarlos, especialmente cuando cumplen 16-17 años, el momento de dar o no el salto a músico profesional. Algunos no lo entienden del todo. Antes son mucho más manejables, entre comillas tienen más inocencia, están más limpios de influencias.
¿En qué actividades participáis?
La sociedad ha apostado mucho por los jóvenes y en ocasiones sustituimos incluso a los mayores, cuando compromisos varios les impide acudir. Un ejemplo fue el concierto de la Federación de Bandas, celebrado en el Casino de Torrevieja.
Nuestra próxima cita será la quinta edición del Festival Internacional de Bandas Juveniles, a principios de julio.