Al eldense José Mª Sansano, afincado en Madrid desde principios de siglo, es complicado calificarlo, porque canta, diseña, se transforma y es un genio de la estética. Descubramos su historia, para muchos totalmente desconocida.
Llegó al mundo en agosto de 1978, precisamente en la capital de España, donde poco después fue adoptado por un matrimonio de Elda. “Nunca me causó ningún trauma, aunque sí hizo que me considerara especial”, reconoce.
De pequeño era rebelde, travieso, libre, haciendo las cosas a su manera, “gen que todavía mantengo”. Se considera, en ese sentido, una persona bastante afortunada y desde la distancia conserva una gran estima hacia la localidad que le vio crecer. “Quiero mucho a Elda”, remarca.
Incomprendido
Pronto se dio cuenta que su forma de actuar no iba a ser comprendida, y mucho menos por sus padres. “No me lo dice, pero a mi madre no le gusta que me travista, o me ponga looks imposibles: no lo entiende, como muchos otros de su edad”.
“Ella ve el peligro, que se metan conmigo o me humillen, también porque son de otra generación”, expone Sansano, quien siempre ha tenido claro que “la vida es una, no hay más, y la he vivido como he querido, siendo ampliamente respetuoso”.
Tras estudiar Filología Hispánica marchó a Londres “y literalmente flipé, la ciudad me maravilló”. El año en la capital británica le ayudó a madurar y en su regreso sintió que Elda “había variado, o era yo el que había cambiado”.
Se considera una persona bastante afortunada y conserva una gran estima hacia la localidad que le vio crecer
Madrid
Sensiblemente desubicado, el siguiente paso fue trasladarse a Madrid, en 2002, con el deseo de trabajar en moda, otra de sus pasiones. “Lo logré al mes y a partir de ese momento mi vida laboral -pasando por las principales marcas- está estrechamente ligada a la artística”, matiza.
Sansano intentó ser asimismo diseñador, sin el éxito deseado, “pues se precisa de mucho dinero”, y porque se cruzó la noche, las fiestas y las performances. Recuerda que todo arrancó con una fiesta de disfraces, “mostrando looks muy extremos”.
Como no podía ser de otra forma, estos vestidos -tan llamativos- gustaron a un determinado público y “muté de verdad”, siendo visible para “todo lo moderno y underground de la urbe”. Las salas le buscaban y siguen haciéndolo, “simplemente para que fuera su imagen durante las noches, debido a que mi estética muestra un mensaje”.
«La vida es una, no hay más, y la he vivido como he querido, siendo muy respetuoso»
Cantante y performance
“Si me tuviera que definir de alguna forma, aunque es complicado, sería como cantante y performance”, confiesa el eldense. Sin un talento extraordinario para el canto, “aunque sí entono”, luchó hasta publicar dos discos, de los que se siente extremadamente orgulloso.
Ya como performer ha hecho de todo, “las mayores locuras que se me ocurrían con mis personajes”, como preparar un desfile compuesto por sus looks más icónicos. “He cumplido varios de mis sueños, entre ellos cantar mi música tanto en Barcelona como en Madrid”, dice con una sonrisa.
Al final Sansano lleva la vida que tanto deseaba, vendedor de día, transformista de noche “y a veces de día, depende”.
2019 fue un año agridulce para Sansano: excelente a nivel artístico, pero empañado por la muerte de su padre
Artista
Cansado de la noche, de las decepciones que conlleva, en 2016 puso en marcha su faceta más artística. La fortuna le volvía a sonreír y en los siguientes años eclosionó: “me contrató un hotel madrileño para un desfile con ¡sesenta de mis looks!, y actué en el Teatro del Barrio, en Lavapiés”.
Los buenos momentos, que incluyeron la presentación de su segundo disco y performances en galerías de arte, se vieron empañados por la muerte de su padre a los 74 años. “La parte final de la enfermedad fue dura”, rememora, seis años más tarde.
Su padre jamás le vio transformado, “no le hubiera gustado”, augura. Sí logró que su madre se trasladase a Madrid y viniera a verle al teatro, “en una performance preciosa, muy mía”. Pero sigue sin entenderle, “porque el peligro y el miedo van de la mano”.
Estima por Elda
Sansano mantiene una notable estima por nuestra localidad, tanta que se ha hecho coleccionista de nuestro bien más preciado, el calzado. “Para mi altura, 1,83 metros, tengo un pie pequeño”, lo que le ha permitido adquirir mucho zapato de mujer, “una debilidad”.
“Gran parte de mis looks comienzan por los pies, como muestro en mis redes sociales”. Además, cada vez valora más el tiempo, “me he vuelto más selectivo”.
A Elda regresa siempre que puede, al menos una vez al año, “pero no en fiestas, sino cuando deseo volver a ver a mis amigos, las calles, recordar viejos tiempos. En el fondo, Elda es mi pueblo”.