Entrevista > Begoña Galera Gadea / Artista (Alcoy, 16-marzo-1975)
La singular artista Begoña Galera Gadea, tras superar unos periodos muy complicados, ahora puede decir con orgullo que está en su mejor momento. Por medio de su propia marca, ‘Vekunya’ -Begoña en latín- pinta sobre vaqueros reciclados, creando un producto “único y exclusivo que fascina a todos mis clientes”.
De carácter impulsivo, sigue formándose, aunque reconoce que le hubiera gustado finalizar la carrera que comenzó de Diseño de Moda e Ilustración, “porque me encantaba”. Casada muy joven, con veintitrés años, montó una tienda ecológica y macrobiótica, la primera de ese estilo en la localidad, antes de trabajar en diversos puestos, incluido el Teatro Calderón.
Begoña, plenamente autodidacta, siempre tuvo un estilo y sello propio, “copiando si hacía falta los logos de Lacoste o cualquier otro”. Nos contará cómo son sus diseños actuales y el trabajo laborioso que pone en cada uno de ellos, pues “todos son completamente diferentes”, junto a su reciente incorporación al colectivo femenino DAMAC.
«Es una moda ya instaurada en los años 60, cuando los hippies y punkis personalizaban sus ropas»
¿Cuál es tu estilo personal?
Siempre tuve claro que me apasionaba dibujar y pintar, aunque mi estilo muchas veces no ha ido en sintonía con lo que se llevaba. Me agrada diseñar y vestir de un modo muy exclusivo, ¡lo que yo llevara, que no lo hiciera nadie más! Rechazo lo repetido.
¿Estuviste un tiempo apartada?
Muchos años, demasiados. Ahora mis padres me apoyan incondicionalmente, algo importantísimo para mí, pero les ha costado, un poco más a mi padre. Hasta hace poco no me comprendía artísticamente.
Viví un tiempo fuera, en Benidorm, y a mi regreso realicé una tarea totalmente distinta, regidora de escenario y jefa de azafatas del Calderón.
¿Cuándo decides volver a tus raíces?
Una vez despedida del teatro (2013), de la noche a la mañana, quise recuperar mi gen artístico, vendiendo primero llaveros personalizados, de madera, cortados a mano.
Fueron meses muy duros, en los que sufrí muchísimo, pero considero que de todo se aprende y lo vivido me ha hecho más fuerte, la persona que soy a día de hoy. ¡Ya no le tengo miedo a nada!
«Pasa de ser una chaqueta totalmente olvidada a su favorita, aquella que se pone todos los días»
Háblanos de tus diseños.
Toda la vida he sido una apasionada del denim, la denominación de las prendas vaqueras en Estados Unidos. Me gusta trabajarlo, modificar ropa que ya existe, transformándola.
Mis diseños maravillaron de inmediato y pude abrir una tienda de customización, llamando mucho la atención porque los vaqueros (pintados) los colgaba para que se pudieran observar. Recordemos que es una moda ya instaurada en los años 60, cuando los hippies y punkis personalizaban sus ropas.
¿Pintas sobre ellos o cómo lo haces?
Dibujo y pinto, haciendo que cada prenda sea exclusiva, no hay ninguna igual, ni pidiéndomelo. Es una regla que llevo a rajatabla. De igual modo, como cada uno tenemos un pensamiento y una personalidad, mi público tiene clarísimo qué busca.
Es similar a un tatuaje, que te lo pones, por ejemplo, en la espalda o los hombros para que te identifique.
¿De dónde consigues esa ropa que reciclas?
Las adquiero a través de una entidad relacionada con Cáritas, que me proporcionan ropa cuando disponen de partidas grandes, y sobre todo son los propios clientes los que me traen sus viejos vaqueros o chaquetas sin utilizar durante años.
Pasa, después, de ser una chaqueta totalmente olvidada a su favorita, aquella que se pone orgulloso todos los días, al ser tan personal.
«Tras años desapercibida en Alcoy, se me están abriendo puertas, y tendré pronto un nuevo taller…»
¿Cuánto puedes tardar en transformar una prenda?
Bastante, es muy laborioso, para mí una obra de arte. Hay chaquetas a las que incorporo un diseño muy básico, que me ocupa unas tres horas, mientras en otras -mucho más trabajadas- estoy entre ocho o diez, incluso más (treinta o cuarenta horas). Su posterior precio va acorde al esfuerzo que conlleva su elaboración.
¿Te costó tener éxito?
Uff, todavía debo tenerlo mucho más: en la actualidad apenas me conocen en Alcoy, donde muchas veces pasé desapercibida. Sin embargo, no paro, estoy en mi mejor momento, a todos los niveles.
Se me están abriendo muchas puertas, tengo previsto inaugurar un próximo taller en la localidad… Asimismo, mis clientes están empezando a descubrir realmente qué se siente cuando tienes una chaqueta exclusiva. Es muy emocional, vendo sensaciones, te empodera.
También formas parte de DAMAC.
Soy la última que ha entrado en este colectivo de mujeres artistas, a principios de año. Me siento muy afortunada de formar parte de este grupo, porque son auténticas virtuosas en sus respectivas facetas.
Estoy muy integrada y me encanta ir a las exposiciones. Es como descubrir un nuevo mundo, una nueva cultura.