Escasean, cada vez más, quienes portaban la memoria de Sant Joan, pero las personas que quedan te hablan de que, al menos hasta mitad del pasado siglo, allí no había más que campo. Abundantes bancales que conformaban, junto a las más que colindantes Mutxamel y El Campello, el Camp d’Alacant, la Huerta de Alicante, aún fértil llanura pluvial desembocada en el litoral.
Aquello, entre cítricos, olivos, verduras, acequias cargadas de agua, brazales para distribuirla y azarbes para sobrantes, y otra vez el ciclo (regulado todo desde Mutxamel, propietaria del canal del Gualeró, cuanto menos en su arranque), parecería la Arcadia feliz para un urbanita despistado que desconozca la dureza del agro. Pero un día esto iba a tajarse. Venía una gran avenida.
Sin muchos datos
Resulta hasta extraño, pero no existe un importante despliegue de datos, ni fotos, de cuándo sucedió exactamente. Fue, recuerdan, en los sesenta cuando la N-332, ‘la general’ (avenida de Miguel Hernández-carretera de València por aquí), ‘partía’ Sant Joan, al menos le desgajaba un cacho, la partida de Benimagrell, cuya calle principal, prácticamente la única, prolongaba la santjoanera del Carmen.
Se señala que fue en los sesenta, aunque el trazado en el fondo era anterior, porque ya existía la N-340, la que llegó a ser la carretera más larga en España: 1.248 kilómetros desde Puerto Real (Cádiz) a Barcelona. Para ir a Sant Joan, esta se adentraba por la pedanía alicantino-santjoanera de Santa Faz, cuya plaza cruzaba haciendo una ese.
Hasta mitad del pasado siglo, no había nada más que campo
Bordeando la costa
Atravesaba nuestro núcleo urbano en lo que hoy es la calle Mayor (y continúa siendo la N-340). En tramos ya tan estrecha que se recurría, como en Mutxamel, a colocar semáforos para dejar circular, alternativamente, un solo sentido. Hacía falta otra opción, más ancha, más lineal, si se quiere. Y también con lejanos origen y destino para, en cierta forma, ‘rentabilizarla’.
Había también viales complementarios. Como la carretera que bordeaba la costa, desde Alicante ciudad hasta El Campello, en un buen tramo con el trenet a la izquierda y la playa a la derecha, si se venía de la capital, no como ahora, con ambos a la diestra. Y desde hacía muchísimos años, existía otra vereda, entonces aún sin asfaltar. Nada menos que un ‘camino real’, principal.
Como la carretera que bordeaba la costa, había viales complementarios
De norte a sur
Esta otra vía hay que buscarla hoy en uno de los municipios contiguos, El Campello, cruzado de sur a norte por el Camí Reial de la Vila Joiosa (camino real de Villajoyosa), quizá el tramo más entero que queda de un vial que, concatenando senderos, llegó a unir, para muchos cronistas, Albalat de la Ribera (Ribera Baixa) con Cartagena (Murcia). O sea, prácticamente la N-332 pero en formato para carromatos.
En la actualidad, es poco menos, o más, según tramo, que una calle estrecha, aunque asfaltada, entre urbanizaciones al lado sur del río Seco, que cruza formando también una ese, y casi a pie de caudal, para diluirse luego en el callejero campellero o campeller. Añadamos una pista: en muchos registros, parte de este trazado, que oficialmente, como afirmaba su nombre, llevaba hasta la Vila, quedó deglutido por el trenet.
Va incrementándose la complejidad, con cruces a avenidas y demás
Concatenando veredas
¿Y qué tiene que ver esto con Sant Joan? El Camí, o al menos una de las extensiones a las que se unía, pasaba (de hecho, aún lo hace) por el lugar. Aclarémonos moviéndonos hacia el sur, en dirección a la ciudad de Alicante. Así, el camino, transformado en el de Capucho, por la hoy atomizada finca del mismo nombre, desemboca en la plaza del Mar, o sea, la rotonda de la avenida de Elda.
Nos une Sant Joan con la pedanía alicantina de playa de San Juan. Pero nosotros seguimos la misma dirección que llevábamos y enlazamos la calle Menorca (el último tramo de Capucho) con la calle Alcalde Edmundo Seva García. En vez de virar a la derecha, al puente que cruza la N-332, nos metemos en Benimagrell y nos vamos a Comadrona Teresa Pedro Ferrándiz.
Aumentaba la complejidad
Vale, ya casi estamos. Lo que vamos a hacer es pasar al lado del hospital, en el camino de Benimagrell, cruzar la avenida Torres de la Huerta (ya paseamos, por cierto, en Alicante), hacernos el vial Flora de España, etc. Aunque hoy vemos todo muy cambiado, podemos aún abstraer el antiguo camino que la ‘general’, paralela, iba a cruzarse más o menos linealmente, más ancha.
Aunque hoy, las cosas sean dichas, se nos ha plagado el viaje de rotondas mil. Varias de ellas, justo es reconocerlo, muy necesarias. Se incrementa la complejidad, con cruces a avenidas y demás, salidas de urbanizaciones cada vez más peligrosas, más núcleos habitables. Aumenta, por tanto, la variedad de un trayecto que, finalmente, lo que ha hecho, al menos a su paso por Sant Joan, es espejarse en dos veteranos y previos trazados.