Entrevista > Sybila Gutiérrez / Bailarina y coreógrafa (Elda, 5-abril-1990)
El baile como sentimiento, para emocionar y conectar con el cuerpo, es lo que nos propone nuestra Sybila Gutiérrez en cada uno de sus espectáculos. Comenzó en la Danza Clásica, igual que tantas niñas de su generación “y me encantaba”, pero nada como la Contemporánea, donde eclosionó.
“He bailado de todo, incluido break dance”, en los parques de Elda, porque literalmente no podría vivir sin este arte. Se ha convertido en su modo de expresarse, sentir y vivir: Sybila existe para bailar y nosotros la disfrutamos.
Fruto de su talento es la reciente ‘Abisal’, de la compañía propia ‘Venerea’, “una invitación a viajar hacia un posible origen de la humanidad”. Forman parte de esta producción su inseparable Itxa Sai Mediavilla, además de David Orrico y Miranda Fernández, responsables del espacio escénico y lumínico.
¿Qué te atrapó del baile?
Realmente fue mi madre la que me apuntó a ballet a los cuatro años. Apenas recuerdo nada, solo que me encantaba la mezcla entre disciplina -de repetir mucho los pasos- y jugar, disfrazarnos, escuchar música.
Te aportó muchos valores.
La mencionada disciplina, rectitud y saber estar, principalmente en los inicios, con la Danza Clásica. Más adelante, con la Contemporánea, cambió algo, había más libertad.
«Al bailar se produce un intercambio entre el público y yo, y ambos sentimos muchas emociones»
¿En quién te fijabas?
Siempre ha sido un referente la gaditana Sara Baras, también porque estudié Flamenco. Me interesó igualmente el hip-hop y las danzas urbanas, viendo muchos video-clips, por ejemplo, de Christina Aguilera o Britney Spears.
¿Dónde te formaste?
Me inicié en el Conservatorio de Novelda (Danza Clásica y Flamenco), paso previo a incorporarme al de València, ya con dieciocho años. Fue ahí donde descubrí la Danza Contemporánea, casi por casualidad, y me fascinó desde la primera clase. ¡Era esto lo que buscaba, tras tantos años!, me dije.
Tuvo relevancia en tu carrera Asun Noales.
En València entré a formar parte de una compañía, Gerard Collins, y Asun vino a hacernos una coreografía. Ubicada en Elche, había puesto en marcha el proyecto GOOD, un curso -muy intenso- al que acudí junto a otras compañeras para mejorar ciertas técnicas.
Se puede decir que fue mi segundo proyecto profesional, tras uno completado con la Gerard Collins.
«Ahora hay mucha individualidad, hemos olvidado parte del ritual que nos brinda la danza»
¿El baile te ha hecho mejor persona?
No tengo dudas. De hecho, no podría vivir sin baile: es tan gratificante, tanto para mí como para el público… Se produce un intercambio, en el que ambos sentimos muchas emociones.
Cuando hago o veo danza hay una gran parte de emoción, de sentir y disfrutar, además de tener un vínculo terapéutico, como ya apreciamos en culturas antiguas. Siempre se ha bailado para estar en conexión con la naturaleza, el mundo, la comunidad.
¿No se ha perdido un poco ese hilo?
Puede ser. Por eso la danza que propongo es para acercarnos, entre nosotros, para sentir que no estamos separados de la vida. Ahora hay mucha individualidad, hemos perdido u olvidado parte del ritual.
Otra de tus pasiones es la enseñanza.
Junto a mis compañeras fundamos un colectivo, una compañía, Dunatacà, compuesta únicamente por mujeres. Cualquiera de las nueve que tenía interés en crear un baile o coreografía se sentía apoyada por las demás.
El grupo estuvo muy activo entre 2016 y 2019. Podríamos retomarlo en cualquier momento.
«Existe un tabú o cliché erróneo en la danza, porque es idónea para cualquier género y edad»
¿La danza sigue siendo tabú para los hombres?
Ese cliché se mantiene, aunque no tanto como años atrás. Es un error, pues el baile es idóneo para cualquier género y edad. En España hemos tenido grandes bailarines, como Nacho Duato, mientras a nivel mundial está el letón Mikhail Barixnikov -soviético de nacimiento-, todo un genio.
¿Qué acabas de estrenar?
Una pieza larga que recibe el nombre de ‘Abisal’, que siguiendo el ritual que mencionaba antes quiere ser un viaje que nos muestre un posible origen humano, para recuperar ese eslabón perdido. Ideada entre mi compañero Itxa Sai y yo, se estrenó en la Sala Carme Teatre de València del 24 al 27 de abril.
¿Tuvo una buena acogida?
La mejor que podíamos soñar, con llenos los últimos días. En la Carme Teatre tuvimos primero unas semanas de creación y después el estreno. Pronto iniciaremos una gira que nos llevará a Murcia (Centro Párraga) y otros destinos aún por definir.
¿Estás ya pensando en otros proyectos?
El trabajo preparatorio de ‘Abisal’ ha sido tan intenso, con dos meses frenéticos, que necesito primero descansar. Sí continuamos con nuestros talleres de danza, donde ejerzo de profesora, y querríamos hacer uno asociado a las temáticas de la obra.
Dar clases no es fácil, porque debes tener mucha empatía, pero me agrada muchísimo. Son clases poco técnicas, perfectas para todos.