Así como muchos actores entran a la profesión por vocación, el camino que le llevó a la misma a Isabel Martí (Carcaixent, 1-abril-1982) fue distinto, pese a mamarlo desde la infancia. La docencia también le apasionaba y su intención era ser profesora de literatura, pero el destino -como muchas veces pasa- posee unos tentáculos demasiado largos.
Llegó a dar clases en un instituto, apenas un año. “Hice el casting de ‘La Cenicienta’ y prometí que si me cogían lo dejaba todo”, dicho y hecho. Desde ese instante, hace quince años, no ha parado, compaginando la actuación con la dirección y la escritura, “facetas que no sé ponerlas en orden, todas me fascinan”.
“En València es complicado vivir de una de las vertientes que brinda el teatro”, reflexiona, por eso tantos se dedican a la docencia, doblaje… Entre sus obras más significativas, ‘Salem’, ‘Tot explota’, ‘Plany en la mort d’Enric Ribera’ y ‘Fes-me un lloc’, sin olvidarnos de la recién estrenada ‘Rogles de cançons i misèria’.
¿Soñaste siempre ser actriz?
De pequeña realmente no quería serlo, pese a que mis padres pertenecían a un grupo de teatro amateur. Según me comentan decía que sería médica o profesora, porque lo de actriz era muy mala vida.
Hice, de hecho, filología con la idea de ser ‘profe’ de Secundaria. Pero poco antes de finalizar la carrera, una compañera (Silvia Valero) me habló de las clases de la Escuela Superior de Arte Dramático de València.
No te pudiste resistir…
Me picó mucho la curiosidad, sinceramente. Pensé “hago Arte Dramático, cuatro años, y así ya lo tengo”, sin fe en dedicarme a este oficio tan inestable.
Además, por prejuicios, siempre se ha pensado que los actores deben ser personas muy normativas estéticas, principalmente las mujeres, y no me veía en ese parámetro.
Actúas, diriges y escribes.
Mi labor como escritora es lejana, aunque lo hacía para mí. Me presenté a concursos de relatos, gané alguno, pero tampoco mostraba pretensiones.
En el teatro hay muchos actores, pero pocos directores. Entonces, como todos vamos justos de dinero nos preguntamos ¿quién nos puede escribir esta obra? Pues Isabel, que se le da bien.
«En un escenario no podemos salvarnos solos, si todos los actores son excelentes, la obra lo es»
¿Ser actriz hace que empatices más cuando diriges?
En mi forma de dirigir es fundamental, porque no tengo formación académica de dirección de escena y no conozco otra forma de aproximarme a la dirección. Me gusta mucho acompañar al actor en el viaje del personaje.
Los directores que no son actores se fijan en otros aspectos, que también son importantes, aunque a menudo se despreocupan de ese viaje. De todas formas, el actor debe ser profesional y procurar gestionárselo de forma independiente, aunque a veces la ayuda se agradece.
Es decir, ¿pecas de generosa?
Todos los artistas deben serlo, porque te expones. Muchos ven el conjunto, lo entienden a la perfección. Disponer de más texto no equivale a tener mejor personaje: hay protagonistas que no te pegan y en los que no te podrías lucir.
Como me indicó un profesor, cuanto más buen actor consideres al compañero que tienes enfrente, más buena actriz serás tú. En un escenario no podemos salvarnos solos, si todos son excelentes, la obra lo es.
¿Preparas los papeles de un modo especial?
Cuando soy solo actriz, sin pensar en otras cosas (ríe), primero me leo muchas veces la obra, intentando entrar en esas emociones. Visualizas muchas películas, te empapas con el arte de esa época, la música…
El contexto es lo que nos configura, a nosotros y a los personajes. Durante el periodo de documentación intento hablar con el autor, para ver si me pueden pasar material del que han empleado para desarrollar la obra.
Después, ya con ese poso, todo se va configurando con los compañeros. Me cuesta trabajar la interpretación solo a partir del texto, necesito a los otros actores: con la acción cierro el personaje.
«Disponer de más texto no equivale a tener mejor personaje: hay protagonistas que no te pegan»
Háblanos de ‘Rogles de cançons i misèria’.
Es la obra histórica que acabamos de estrenar, con Paula Llorens y yo misma en la dirección, y ambas en el escenario, junto a Raquel Piera. Realizamos un recorrido sobre mujeres nacidas antes de la Guerra Civil, tras numerosas entrevistas a las pocas que sobreviven: ha sido muy interesante a nivel humano.
¿Tienes algún proyecto más?
Un bombazo, pues voy a dirigir al investigador Fernando Valladares, que se sube a las tablas para revindicar que los dirigentes escuchen más a los científicos respecto al cambio climático. La función lleva por nombre ‘Zumo de remolacha’ y estrenamos en Viladecans (Barcelona) el 18 de julio.