Carles Montoliu (Bonrespòs i Mirambell, 16-marzo-1968) se hizo actor porque “ya jugaba de pequeño”, por lo que la interpretación le llegó de una forma natural. “Mientras parte de mi familia preparaba conservas yo subía al pesebre, imitando a Salvador Dalí o Montserrat Caballé”, rememora, sonriendo.
Además de su vis cómica, sobresale su capacidad para la improvisación, gracias a sus más de tres décadas de experiencia. En ‘Imprebís’, siempre junto a Carles Castillo, los actores disponen, pero es el público quien propone, y nunca saben lo que van a ver, ni unos ni los otros.
Sin duda, Montoliu es puro teatro. Han sido escasas sus apariciones en televisión o cine: “no siento atracción por ese medio, tan diferente, lo mío es el escenario”, remarca. Sí ha brillado en ‘Galileo’, ‘Calígula’, ‘Quijote’, ‘La soledad de los campos de algodón’, ‘Descarados’ y ‘Por los pelos’.
¿Siempre tuviste deseo de ser actor?
De bien pequeño ‘jugaba’ a hacer de otro y dirigía a mis hermanos menores, llevando a cabo improvisaciones. Después, cuando me matriculé en 1986 en la Escuela Oficial de Arte Dramático ningún familiar se extrañó, porque estaba predestinado, era algo vocacional.
Antes, recuerdo que en Artana, el pueblo de mi padre, ya quise hacer mis primeros ensayos, que no me dejaron por edad, y la fascinación que sentí al ver el teatro de mi colegio con apenas siete años. “Algún día subirás al escenario”, me anunciaron.
¿Los primeros años fueron complicados?
Mucho, básicamente porque carecíamos de estructuras. Pero aprovechando lo poco de lo que disponía la asociación cultural ‘La Tarumba’, con Jordi Verdú al frente, hicimos ‘Hau!’, dirigida por Carles Alberola. Intentábamos pasar, por decirlo de alguna forma, de amateurs a profesionales, que era básicamente el que pagaba impuestos al Estado.
¿El doblaje te ayudó a consolidarte?
Me proporcionaba unos ingresos que me permitían seguir en el teatro. Han sido muchos los compañeros que han tenido que trabajar en otros oficios para sobrevivir, aunque realmente en la actuación jamás estás consolidado.
«Cuando me matriculé en la Escuela Oficial de Arte Dramático nadie de mi familia se extrañó»
¿Qué es lo que más te gusta?
Crear, la base de nuestro ‘Imprebís’, espectáculo que más nos piden y llevamos haciendo muchos años, ¡desde 1994! Nos ha dado unas herramientas para conocer qué funciona, pero es el público el que nos brinda cosas, me gusta escucharle, saber de qué ríe, de qué no.
Cómo crear un silencio, hacia dónde conducirlo o hacer un giro, se están riendo y de repente cambiar la atmósfera.
¿Es tu forma de expresarte?
Sí, y está presente también en nuestros últimos shows, ‘Heredarás la lluvia’ u ‘Hoy no estrenamos’, a día de hoy de gira. Hemos estado hace pocas semanas en Caracas (Venezuela), próximamente actuaremos en el Teatro Poliorama de Barcelona y nos han invitado para noviembre a Colombia.
¿Sientes algo especial sobre el escenario?
Son unas sensaciones únicas, que ya percibes antes de comenzar. Es importante en esos momentos de nervios mantener la calma, confiar en el trabajo previo, en los compañeros y en que el público responderá.
Hay mucha responsabilidad, porque el ‘juego’ se ha puesto serio. Debemos tener un respeto muy grande hacia el público, con deseo de que entren en la historia y poner la energía que requiere cada momento. Si se consigue, el subidón que tienes es tan enorme que pasan horas hasta que logras dormirte.
«En momentos de nervios es clave confiar en la labor previa, los compañeros y que el público responderá»
¿Esa conexión se da casi siempre?
En ocasiones no, siendo la misma obra: esa noche puede que haya pasado algo, en la función o en la propia sociedad y el público está más o menos receptivo. El teatro es una comunión entre éste, la obra y los actores, sin olvidar otras muchas circunstancias.
Durante las funciones en Caracas, por ejemplo, la gente no paraba de reír, es lo habitual, mientras en otros sitios pueden estar mucho más serios. No podemos estar condicionados por ello, pues quizás si alguien ha marchado es porque era médico y requerían su presencia.
Háblanos de los compañeros, entre ellos tu inseparable Carles Castillo.
Sin ellos no hay teatro, así de fácil. Incluso en un monólogo, donde tienes que hacerte tú mismo el estímulo de la réplica, pero sigue habiendo un director, unos compañeros te han elaborado el vestuario, otro lleva las luces…
Ellos, los compañeros, son más que una familia. Pasamos muchísimo tiempo juntos, perdiéndote numerosos fines de semanas y momentos importantes con la familia propia, como cumpleaños, bodas o comuniones.
¿Qué más estás haciendo?
Los martes, como compañía ‘L’Om Imprebís’, realizamos una colaboración en ‘Las mañanas de RNE’, presentado por Mamen Asencio. Nuestra sección lleva por nombre ‘La Corrala de Imprebís’ y tratamos la actualidad con el humor que nos caracteriza.