Entrevista > Nuria Escrivá Mansanet / Poetisa (València, 1974)
La vida puede ser maravillosa, o no… Les pido cinco minutos de su tiempo para descubrir el relato de la poetisa Nuria Escrivá Mansanet. De joven sufrió la mayor de las vejaciones, al ser violada desde los cuatro años por su propio padre.
Además, un accidente de tráfico sesgó la vida de su hermana Rosa. Nos contará su antaño fervor por defender a los niños más desprotegidos, “en un colegio de monjas”, y cómo empezó a leer y ver cine de adultos de pequeña, con títulos inusuales para su edad.
Ese gusto por la literatura y el arte desembocó en la pronta publicación de ’24 Poemas Krónicos y Estricnina’ (1998), ‘Poemas Mal Curados’ (2003) y ‘Nuevos Poemas Orgánicos’ (2008). Su último lanzamiento fue ‘Poemas Eléctricos’, del que igualmente hablaremos.
¡Menuda vida la tuya!
Tuve la desgracia de tener un padre pederasta, un depredador en serie, un auténtico monstruo que mimetizó a toda mi familia y parte de sus amistades. Pero, por suerte, solo forma parte del recuerdo en modo de pesadilla, cada vez menos recurrente, porque de todo se sale.
¿Cómo se supera un trauma así?
En mi caso por medio de terapias, pero principalmente EMDR (una técnica psicológica para tratar los efectos emocionales de eventos traumáticos). La crueldad del ser humano es infinita, aunque también hay soluciones para casi todo: al paso que vamos hasta para la muerte clínica.
Lo complicado es manejar niveles muy altos de estrés y cortisol durante tantos años.
«Albergo múltiples influencias literarias, muy dispares, incluyendo varias disciplinas artísticas»
¿Cuándo comenzó tu gusto por la literatura?
De pequeña tuve acceso a libros, discos y películas que me fueron formando, pese a las prohibiciones por mi edad. Leí los originales de ‘Sherlock Holmes’, ‘Drácula’ o ‘Frankenstein’, y me di cuenta enseguida que para nada se parecían a los cuentos que nos narraban.
Mis primeros escritos eran muy cándidos, alegóricos, pero ya reflejaban el drama personal que padecía.
¿Quiénes te apoyaron más, fueron tus ‘mecenas’?
Durante esa época juvenil conocí a Ricardo Llopesa, uno de los mejores especialistas en la obra de Rubén Darío, fundador de la revista literaria ‘Ojuebuey’ (1993) y del Instituto de Estudios Modernistas.
Era, además, uno de los habituales de la tertulia literaria que se reunía en la cervecería ‘Madrid’ de València y mi mentor, junto a Rafeta -de la mítica tienda ‘Akelarre’- y Juan Pedro (librería Railowsky). Sin ellos no me hubiera animado a editar y distribuir mi primer poemario.
¿Nunca te tentó escribir narrativa?
Tengo un par de novelas comenzadas, pero lo que más me apasiona es la poesía, sin duda.
«Mis primeros escritos eran muy cándidos, alegóricos, pero ya reflejaban el drama personal que padecía»
Dices que tu estilo es realista.
Mis influencias literarias son muy variadas e incluyen diferentes disciplinas artísticas. Me agrada la obra de Patti Smith, Paul B. Preciado, Santa Teresa, Roger Wolfe, Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire, William Burroughs, Charles Bukowski, Bertrand Rusell, Mario Benedetti, Fernando Pessoa o Jesús Mosterín. Todos ellos han dejado una impronta destacable en mí.
Mi poesía también es muy musical: soy melómana y me gustan casi todos los estilos, desde la ópera barroca hasta el punk, pasando por el rap, pop, folk o electrónica. Hasta musiqué varios de mis poemas…
¿Es cercano al haiku?
Estilo japonés, recordemos, con una métrica directa, que captura momentos fugaces, de la vida cotidiana o la naturaleza. Me di cuenta de que muchos de mis poemas eran similares a los haikus, muy breves, y empecé a leerlos.
¿Lanzaste ‘Poemas Eléctricos’ en 2024?
Realmente fue antes, en 2020, aunque de ese poemario realicé tres o cuatro ediciones diferentes. La primera constaba de marcas de autor y tenía un formato cuadrado de 21x21cm.
«Nurionte es el apodo que me puso mi hermana Rosa y con el que decidí firmar mis primeros libros»
¿Fue asimismo la reaparición de Nurionte?
Era el modo como me llamaba mi hermana Rosa. De carácter muy alegre, le dio una época por hablar como los indios, nos ponía motes a todos y el mío fue “tú ser Nurionte” (ríe).
Tras tanto maltrato, ¿por qué no te cambiaste el apellido?
No iba a variar la realidad, hubiera sido un poco absurdo. De igual modo, hubo más víctimas, que también fueron verdugos, por obra u omisión. Está casi todo judicializado y se llegaron a publicar diversos artículos, pero ese tren ya pasó.
Insisto, ¡cuánto sufrimiento!
En mis poemas hay mucho humor negro, no todo es sufrimiento. Reflejan mi mundo personal y sobre todo la sociedad que nos rodea: son escritos que pretenden ayudar a digerir los desafíos a los que nos enfrentamos.
Mi poesía es el reflejo de la vida, de la mía y, por desgracia, de la de muchas otras personas. Leer y escribir puede transformar la comunidad, la educación es una herramienta poderosa de transformación social.