La catedral de la pilota. El recinto deportivo más antiguo de Europa. El mejor lugar para conocer el deporte de ‘pilota valenciana’ sin salir de la ciudad. El bar junto a la Estación del Norte y la Plaza de España para ir a comer e impregnarse de parte de la esencia valenciana. Son muchas las maneras de referirse al Trinquet de Pelayo.
Pocos vecinos del ‘cap i casal’ no conocen de la existencia de uno de los lugares emblemáticos del deporte autóctono valenciano. El Trinquet de Pelayo, además, disfrutaba de un restaurante, como casi todos los trinquetes de las localidades valencianas. Pero su historia ha evolucionado de manera vertiginosa recientemente.
Barrio globalizado
En la calle Pelayo número 6 se encuentra el Trinquet Pelayo. Este barrio de Extramuros, conocido por albergar una de las fallas de primera categoría de València, ha ido cambiando su cara conforme la globalización ha llegado a la ciudad estas dos últimas décadas. Los locales y vecinos de origen asiático forman ahora una comunidad casi mayoría en cada portal.
Barrios como Ruzafa o El Cabañal han sufrido con igual rapidez este cambio de perfil en sus vecinos. El Trinquet de Pelayo desea, no obstante, mantener su esencia. Y en este proceso identitario, además, ha incluido una poderosa actualización en casi todas sus instalaciones de la mano de uno de los grupos gastronómicos que apuestan por la ciudad de València.
Sus orígenes se remontan a agosto de 1868, fecha en que se inauguró gracias al señor Benet
Centenario
Los orígenes de este trinquet se remontan al 20 de agosto de 1868, fecha en que se inauguró gracias al señor Benet, su fundador. Durante la Guerra Civil el Trinquet de Pelayo fue confiscado por un sindicato que encargó la gestión a un grupo de pelotaris encabezados por el Faixero de Gandía (José Peiró Sanchis), quien se mantuvo de intendente con el nuevo régimen franquista.
En 1947 pasó a manos de la empresa Segarra de Vall de Uxó, que restauró el local, pero las mayores modificaciones, como la cubierta del trinquete, fueron obra de la empresa Tuzón, propietaria desde 1976.
Potenciar la ‘valencianía’ desde la modernidad es por donde pasa el objetivo de la nueva empresa
Características
En lo que se refiere a las características técnicas de sus instalaciones, el Trinquet de Pelayo mide casi sesenta metros de longitud por once metros de anchura y nueve de altura, lo que está considerado por los expertos como un trinquet de proporciones anchas.
Está completamente cerrado, cubierto, con iluminación y marcador electrónico en la pared detrás de la galería del resto. En sus comienzos la tierra era de losas, y luego lo fue de ladrillos hasta el periodo de entreguerras. Dejo de ser un trinquete descubierto en la Transición, momento en el cual se instaló una techumbre que frenaría las salidas de las pelotas al exterior.
Una enorme pieza colgante suspendida sobre los comensales simboliza una mano de pelotari
Gastrotrinquet
En cuanto al entorno del propio trinquet, esto es, la antigua cafetería y luego bar-restaurante, éste había sufrido algunos cambios las últimas décadas. Así, durante muchos años presentaba el clásico aspecto de bar de finales de los años 90 propio del barrio, con sus tapas, su zona de cañas y sus mesas para comer de menú en la zona anexa a la pista de juego.
Aunque la disposición logística sigue siendo casi la misma, esto es, el pasillo largo de entrada en ligera pendiente que te lleva al comedor y de ahí, unos pasos más allá al trinquet, toda la decoración y el mobiliario ha sufrido una profunda modernización desde que lo adquirió un grupo de restauración con otros locales en València.
Su objetivo pasa por potenciar la ‘valencianía’ del lugar pero con elegancia. La pilota es una seña de identidad de los valencianos y los elementos de este juego se hallan por doquier en esculturas, anagramas, manteles y servilletas. Algunas frases en valenciano aparecen estampadas en las paredes, los camareros portan una leve señera en la manga de sus camisas y, todo ello, atrae a una clientela muchas veces extranjera.
La nueva decoración
Flanqueado por todos los ángulos de negocios de propiedad asiática, el Trinquet de Pelayo aguanta como la aldea gala de Astérix y Obélix. En tonos azul marinero su entrada de toda la vida invita al público a iniciar un pasillo descendente donde le recibe una estatua incrustada en la pared, ‘El Pelotari’, de Ferràn Molió i Gregòri. En la pared de enfrente, una evolución de la pelota desde principios del siglo pasado hasta la actualidad.
Ya en el interior del comedor llama la atención una enorme pieza colgante sobre los comensales que simboliza una mano de pelotari a punto de coger una pelota. Nombres ilustres de la ‘pilota’ como Genovés aparecen inmortalizados en las paredes. Y dentro: el trinquet. Como siempre. Enorme. Largo y espacioso. Con sus líneas azules y sus bancos de madera en el rincón.