Entrevista > Carmen Alemany / Catedrática de Literatura de la UA (Pego, 16-febrero-1964)
Carmen Alemany es extraordinaria, no únicamente por sus amplísimos conocimientos -sobresaliendo los focalizados en Miguel Hernández-, sino porque la vida le ha permitido conocer a ilustres de la literatura latinoamericana como Mario Benedetti, Mario Vargas Llosa e Isabel Allende.
Con el escritor uruguayo estableció lazos de amistad, tantos que le cocinaba tortillas de patatas, “que le encantaban, porque me salen muy buenas”, dice sonriente. Profesora de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Alicante desde 1992, dos décadas más tarde (2012) le otorgaron el merecido cargo de catedrática.
Además, tiene el honor de que la biblioteca de su localidad natal, Pego, lleve su nombre, “un orgullo, porque son un espacio de libertad”. Alemany nos dará igualmente su punto de vista de los alumnos actuales, muchas veces menospreciados por su falta de interés. “Siempre me enseñan”, confiesa.
¿Tu primera idea era impartir clases?
Exacto, en un instituto, pero me gustó muchísimo la investigación y solicité una beca, que me concedieron. Anteriormente había ganado varios concursos gracias a ensayos sobre escritores y el premio eran libros, una forma de aportar cultura a mi casa.
Estudié entonces el archivo de Miguel Hernández, centrando mi tesis en su proceso de creación. En total transcribí más de mil páginas o manuscritos -interpretando incluso lo tachado- para saber de qué manera escribía.
¿Sabes cosas únicas del poeta de Orihuela?
Sin duda, entré en la mente del escritor. Se decía que escribía de una forma espontánea, pero sin cuidar el poema. Cuando se conoció todo el archivo descubrimos que el 90% de sus poemas albergan un proceso creativo, que va cambiando según las épocas.
¿Te llegaste a obsesionar con Miguel Hernández?
Vivía transcribiendo sus manuscritos, me sabía de memoria su letra y con el tiempo -ayudada por una lupa- los hacía rapidísimamente, pese a las enormes dificultades.
«Vivía transcribiendo los manuscritos de Miguel Hernández, me sabía de memoria su letra y entré en su mente»
¿Cómo conociste a Mario Benedetti?
José Carlos Rovira, catedrático de literatura, le invitó en diversas ocasiones a la Universidad de Alicante, aprovechando que Benedetti -asmático durante años- vivía medio año en España y el otro medio en Uruguay.
Le conocí la segunda vez que acudió a nuestra ciudad, a finales de los 90. Entablamos una bonita amistad, me invitó a su casa de Montevideo y hasta me regaló para mi boda el diccionario María Moliner en CD.
Te pidió algo muy especial.
Estando ya mayor me comunicó que deseaba regalar a la UA la biblioteca que poseía en su piso de Madrid. Recordemos que la nuestra fue la primera en otorgarle un doctorado Honoris Causa y se sentía muy agradecido.
¿Qué tipo de persona era?
Muy afable, educado, culto y muy uruguayo, en el sentido que le apasionaba el fútbol y el tango, pero también la tortilla de patatas que le preparaba (ríe). Contaba con educación alemana, hecho que le hacía ser muy puntual. También por eso congeniábamos mucho.
Era una persona muy recta, de principios, muy generoso… Destacaba igualmente por su sentido de la ironía.
«Benedetti era una persona recta, de principios, con una educación alemana, por eso muy puntual»
Curiosamente ni Hernández ni Benedetti obtuvieron el Premio Nobel.
En los Nobel hay una serie de intereses muy particulares y dudo mucho que a Benedetti se lo hubieran dado, estaba en contra de muchas de sus políticas.
¿Cuáles de sus obras son tus favoritas?
De sus cuentos, ‘Los Pocillos’, las tazas del café en Uruguay. No obstante, consciente que es un autor total -y que se contagiaban sus géneros-, soy más de su poesía, especialmente la de mediados de los sesenta y principios de los setenta, su momento cumbre. ‘Poemas de otros’ (1974), por ejemplo.
¿Los jóvenes actuales saben de su figura?
Le conocen, sin identificarlo. Muchos de sus poemas, de hecho, circulan por las redes y agradan. Así me lo hacen saber mis alumnos, a los que les suenan esos versos, sin saber de quién son…
«Cada generación tiene su manera de acceder al conocimiento, a mí me fascina aprender de mis alumnos»
¿Debería ser Benedetti lectura obligatoria?
A nivel académico ha tenido ciertos problemas, al considerar muchos que su estilo es sencillo, directo, alejándose de la profundidad de lo poético, según los más ortodoxos.
Otro al que conociste fue a Vargas Llosa.
Una persona educadísima, muy apuesto y cordial: siempre preguntaba a los demás cómo estaban. Fue presidente del patronato de la biblioteca virtual Miguel de Cervantes, con sede en Alicante y coincidimos en un almuerzo.
Asimismo, fui la madrina del doctorado Honoris Causa de Isabel Allende, celebrado en Madrid hace unos meses.
Por último, ¿cómo se ha desarrollado el curso?
Se comenta siempre que nosotros sabíamos más, y no creo que sea así. Cada generación tiene sus gustos y manera de acceder al conocimiento, a mí me fascina aprender de mis alumnos.