Entrevista > Luis Arévalo / Intendente Jefe de la Policía Local de Benidorm (Salamanca, 9-agosto-1962)
Después de cuarenta años de servicio en la Policía Local de Benidorm (36 de ellos como intendente y los últimos dos y medio como máximo responsable del cuerpo), Luis Arévalo afronta el tramo final de su trayectoria profesional con la tranquilidad del deber cumplido y el convencimiento de que la seguridad es, hoy por hoy, uno de los pilares que sustentan la marca turística de la ciudad.
“En las encuestas, la seguridad incluso supera a la calidad de nuestras playas”, asegura con orgullo el jefe policial, que reconoce no haber llegado a este oficio por vocación, pero sí haberse enamorado de él desde el primer día.
Arévalo, que se presentó a las oposiciones acompañando a un amigo, pronto descubrió que detrás del uniforme hay mucho más que sanciones y tráfico: “Más del 80% de nuestras intervenciones son asistenciales. Eso es lo que realmente te engancha. Lo de ayudar a la gente, lo de formar parte del pueblo”. Una vocación social que, en su caso, se remonta incluso a sus raíces familiares, ya que su padre fue médico. “Lo veo como otra forma de asistir”, resume.
Momentos de gran satisfacción
Desde su despacho en la Jefatura, reconoce echar de menos el contacto directo con la calle, aunque asegura estar siempre al tanto de lo que ocurre, incluso fuera de servicio.
Recuerda con emoción una actuación que evitó un suicidio y acabó devolviendo la esperanza a una familia entera gracias a la colaboración de un empresario local. Y con dureza, aquel momento de incertidumbre absoluta al recibir el aviso de un atentado terrorista en el hotel Nadal: “No sabíamos lo que había pasado, ni si habría heridos. Ver a tanta gente asustada fue muy duro”.
Bajo su mando, el cuerpo ha evolucionado al ritmo de una ciudad que nunca duerme. La incorporación de nuevas tecnologías ha permitido reforzar la vigilancia sin depender de medios externos. “Antes necesitábamos un ultraligero o un helicóptero alquilado; hoy lo hacemos con nuestros propios recursos”, explica. Y es que Benidorm es, para él, un ecosistema urbano singular: “Es una ciudad muy fácil de controlar si la conoces bien, pero puede volverse muy difícil si no entiendes su lógica interna”.
La seguridad es una tarjeta de presentación fundamental en la industria del turismo. Evidentemente, todos nos fijamos en si el hotel va a ser bueno, si vamos a poder comer bien, si vamos a tener buen tiempo… pero, aunque sea de manera inconsciente, también retiramos de la lista muchos destinos que podemos considerar peligrosos y en eso, la labor de la Policía Local, en el caso de Benidorm, es importantísima.
No te quepa la menor duda. De hecho, en las encuestas que se hacen a nivel turístico, los niveles de seguridad de Benidorm sobrepasan la calidad de las playas, que es algo incuestionable. La calidad del agua y de nuestra arena es impresionante. Pues en seguridad, superamos esos niveles.
¿Cuántos años son ya de Intendente Jefe?
Dos años y medio, pero de intendente ya son 36 y de policía, 40.
«En las encuestas turísticas, la seguridad de Benidorm supera incluso a sus playas»
¿Cómo surge la vocación?
Esto no sé si debería comentarlo, porque no fue vocación, realmente. Vine a acompañar a un amigo que se presentaba y presenté la instancia. La vocación me vino después, casi inmediatamente después de entrar.
Era un trabajo que lo conoces desde fuera, pero luego lo fui conociendo desde dentro. Además, en una ciudad como Benidorm, que es movida, encuentras actuaciones de todo tipo, pero pronto te das cuenta de que el ochenta y tantos por ciento largo de actuaciones son de nivel asistencial y de ayudar a la gente. Eso terminó de engancharme.
Vengo de una familia en la que mi padre era médico, así que, de alguna manera, ese componente asistencial ya lo había vivido. Para mí, la policía es otra forma de asistir o de ayudar a la gente.
¿Echas menos la calle?
Mucho. El trabajo de policía no es lo mismo que el trabajo de intendente. Sí, todavía tienes cierta relación con la calle, pero mi labor ahora es más de gestión y de reuniones. Mantengo el contacto y sé lo que pasa, pero eso se produce más cuando estoy libre de servicio, no cuando estoy trabajando.
«Me presenté a la policía por acompañar a un amigo; la vocación vino después»
¿Qué es lo más gratificante de toda esta trayectoria? Si te tuvieses que quedar con un recuerdo, ¿identificas un momento, una actuación, algo concreto?
(Piensa) No sé, son muchas… Recuerdo a una familia muy vulnerable en la que uno de sus miembros intentó suicidarse porque tenía problemas para mantener su hogar. Intervino la policía y logramos que no se suicidara. La mujer se había quedado sin trabajo y hablando con un empresario de Benidorm pudimos conseguirle uno y, con ello, un medio de subsistencia a esa familia. Hoy siguen trabajando para esa empresa, están perfectamente y han respondido muy bien frente al empresario.
¿Y el momento más jodido?
Pues quizás cuando recibo el aviso de que ha habido un atentado en el hotel Nadal. Esos primeros momentos de incertidumbre en los que no sabía qué había pasado. Hasta que llegas al sitio y no sabes si va a haber heridos ni qué nivel de incidencia hay. Ver a tanta gente asustada quizá fue el momento más duro.
«Echar de menos la calle es inevitable cuando pasas al cargo de Intendente Jefe»
Fíjate que pensé que me ibas a tirar por la pandemia, porque tampoco tuvo que ser fácil.
También fue un momento complicado. Lógicamente, en un trabajo como este, encuentras muchos momentos que tienen cierta complicación. Últimamente, tuvimos el famoso apagón.
Me decías antes que lo tuyo no fue algo vocacional y que, en realidad, descubriste la realidad de este trabajo estando ya dentro de la Policía Local. ¿Esa realidad fue muy diferente a lo que imaginabas?
Como te decía, casi me encontré con un uniforme sin imaginármelo. Conocía a la policía casi para que no me parase cuando iba en la moto y estas cosas. Nunca necesité ayuda por su parte. De jóvenes, todos hemos cometido infracciones procurando que nadie nos vea.
Al entrar piensas que estás para denunciar y demás. Esa es la parte que todo el mundo ve, pero puedo asegurar que al contrario. Como decía, la mayor parte del trabajo es asistencial, es mezclarte con la gente, formar parte del pueblo, ayudar a los niños cuando pasan la calle en el autobús, que te saluden…
Esa parte humana es la que hace que pertenezcas al pueblo realmente, no la parte de corregir infracciones, que lógicamente te toca, pero esa otra es la que te va enganchando y con la que te sientes útil de verdad para la sociedad.
«Benidorm puede ser muy fácil o muy difícil, según cuánto la conozcas»
En las últimas décadas, y de la mano de las nuevas tecnologías, la Policía Local ha ido incorporando servicios antes impensables como, por ejemplo, la unidad aérea. Ahora, se tienen drones, antes sólo se podría haber hecho con un helicóptero…
Tuvimos uno.
¿Hubo helicóptero policial en Benidorm?
Primero tuvimos un ultraligero. En realidad, no era propio, pero una persona que lo volaba llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento y nos avisaba si había algún incendio, acampadas ilegales… Posteriormente, con la empresa de alquiler de helicópteros que hubo junto a Terra Mítica, también tuvimos un concierto con ellos.
Ahí dependíamos de otras personas. Ahora, con el tema del dron, tenemos una vigilancia aérea que recorre el término de Benidorm todos los días para saber dónde puede haber acampadas, un foco de incendio o algún problema.
«Mi tiempo se agota, pero aún me queda mecha para seguir ayudando»
En todo caso, te ponía este ejemplo para preguntarte cómo crees que será la Policía Local dentro de otros cuarenta años.
Hace dos años hicimos en Benidorm un congreso nacional de policías locales. Fue el primero y único hasta el momento. La idea que surgió de ahí fue potenciar un cambio de ley. Cuando entré en la policía, en el año 85, éramos prácticamente alguaciles. En el año 86 se promulga la ley de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y ya nos atribuyen funciones y se nos equipara con los cuerpos nacionales en cuanto a muchas funciones.
Pero, aun así, todavía falta mucho por hacer. Sobre todo, en pequeñas ciudades. En grandes ciudades como Benidorm, al fin y al cabo, se comparte el servicio con la Policía Nacional, que tiene una vocación urbana. Pero es indudable que un pueblo pequeño el único cuerpo policial que puede ayudar en esa población es la Policía Local. Debe tener más autonomía, debe tener más capacidad de gestión. Y eso, espero que en cuarenta años se pueda conseguir.
Recientemente se ha publicado en el Boletín Oficial de la Provincia la puesta en marcha del proceso para nombrar a tu sucesor. A partir de ahora, ¿qué?
Espero que sea rápido, porque se trata de un proceso de promoción interna. Cuando me hice cargo de la plantilla, dije que lo hacía pero que también consideraba que Benidorm es una ciudad muy peculiar. Para los que la conocemos bien, es una ciudad relativamente fácil de controlar, pero también se te puede volver muy difícil si no la conoces porque es muy variopinta.
La plantilla de la Policía Local de Benidorm está cohesionada, hay muy buen ambiente. Siendo una plantilla grande, en ese sentido funciona como si fuese mucho más reducida y por eso es importante que los mandos sepan aunar esa cuestión. Como te decía, dije que me hacía cargo de la jefatura teniendo en cuenta que mi tiempo ya se iba agotando y que era necesario que el que entre tenga un tiempo de gestión grande.
«Lo más duro fue el aviso del atentado terrorista en el hotel Nadal»
Siempre entendiste que tu mandato sería corto.
Fue un poco la idea. Cumplir para que se pudiera presentar alguien con garantías a primeros de año. A mí me queda todavía mecha. No es que me vaya a ir, pero ya es cuestión de que en vez de hacerme cargo yo y contar con otra persona, que sea justo al revés: que sea otra persona la que se vaya haciendo cargo y que cuente conmigo para aquello que considere que me necesita.
Tomo nota de que todavía te queda mecha, pero cuando llegue el momento de colgar la placa y te pierda de vista en el día a día, ¿dónde deberé buscar a Luis Arévalo si se pierde? ¿Eres de playa, urbanita, de montaña…?
(Ríe) De todo un poco. No renuncio a nada. Vivo en Benidorm, pero también tengo una casa en la montaña de Alicante que, por cierto, es una de las zonas más bonitas de España. Disfruto de las dos cuestiones. Depende del fin de semana.