Entrevista > Ana Belén Férriz / Diseñadora de joyas (Elda, 5-julio-1981)
Los joyeros son artistas que, por medio de sus piezas y complementos -siempre artesanales-, nos hacen un poco más felices. Ése era el sueño de Ana Belén Férriz, una profesora de primaria que anhelaba diseñar pendientes, anillos o collares.
Su aprendizaje fue autodidacta, “en el taller de mi padre”, cometiendo inicialmente numerosos errores. Pero su pasión por mejorar y realizar piezas únicas iba más allá: hoy es un referente en la zona y puede presumir de tener clientes de toda la provincia.
En ese crecimiento han sido determinantes las redes sociales, “son muchos los que ven mi trabajo y se desplazan a Elda”. Nos cuenta cómo desarrolla sus joyas, en numerosas ocasiones encargos para bodas u otro tipo de celebración.
¿De dónde procede tu pasión por las joyas?
Todo comenzó como una inquietud personal, tras aprobar la oposición. Sentía que me faltaba algo, y debido a que siempre me fascinó el mundo de los adornos y la marroquinería -por mi padre- empecé a diseñar, pero solo para mí y mi entorno.
Me agradaba que mis piezas hablaran por sí solas y contaran una historia. Poco a poco, lo que había arrancado como una afición fue creciendo y a día de hoy, sin pretender nada, se ha convertido en un proyecto personal que posee identidad propia.
Precisamente, ¿en qué momento comenzaste a crecer?
Unos cinco años después de abrir, antes incluso de instalarnos en la nueva tienda. Nos solicitaban diseñadores y estilistas para diferentes celebridades, que aparecían en televisión, dándonos una notable notoriedad.
«Busco que la pieza realce a la persona, no que la disfrace; por eso me encanta el brillo, bien entendido»
¿Fueron claves las redes sociales en esa evolución?
Muchísimo, por la visibilidad que brindan. También decisivo fue vestir a muchas candidatas a Bellea del Foc, en Hogueras, que nos permitió a su vez entrar en ‘El Corte Inglés’ de Alicante y Murcia.
¿Tu profesión es tan precisa y perfeccionista como intuimos?
Cuando ve el cliente la pieza debe estar perfecta, y como se realiza a mano, de un modo artesanal, puede haber pequeñísimos errores -puntuales-, en el metal o durante el proceso de baño de oro o plata. Son fallos que solo aprecio yo.
Eres casi una artista.
No diría tanto. Mi trabajo necesita sobre todo tiempo, porque lo que más me gusta es diseñar. Habitualmente no los dibujo y empleo mucho más las cazoletas, el metal que va encajado al cristal, en nuestro caso Swarovski. Así creo mis colecciones o líneas.
«Ahora las bodas son cada vez más originales y los complementos que las ‘visten’ también deben serlo»
¿Cuánto tardas en completar una pieza?
Es relativo. Sí es cierto que ahora me focalizo más en el taller y salgo poco a atender a las clientas, de las que se encargan mi madre (Conchi) y mi hermana Gemma. Sí estoy para situaciones más extraordinarias: una novia, una abanderada…
Háblanos de tu estilo.
Diría que es elegante, femenino, con un punto distintivo, haciendo uso exclusivo del cristal de Swarovski, al ser clientes directos de la marca austriaca. Busco que la pieza realce a la persona, no que la disfrace; por eso me encanta el brillo, bien entendido.
La mayoría de nuestros clientes son de Elda y alrededores, aunque también contamos con otros de fuera, que nos conocen online.
¿Novias o damas de honor, como indicabas?
El evento en sí, incluidas invitadas, madrina, damas de honor… ¡siempre a lo grande! Para el tema nupcial contamos con los complementos para la novia, visibles en coronas, pendientes, adornos de zapato o broches, todos personalizados, por ejemplo, que le caiga por el hombro.
Ahora las bodas son cada vez más originales y los complementos que las ‘visten’ también deben serlo.
«Me gusta la cercanía, porque cada obra que realizo es, para las clientas, casi un proceso emocional»
Debes empatizar, ser muy psicóloga.
¡Claro! No a todos nos sienta igual lo mismo. Hay que saber decirle al cliente, orientarle. En eso sí puedo presumir, porque me lo dicen, que aconsejo muy bien, y si algo no me acaba de encajar, se lo digo, siempre en su beneficio.
Algunos, pocos, no me han hecho caso -por alguna razón- y después se han arrepentido.
¿En qué estás focalizada ahora?
La personalización es nuestro valor diferencial. Nos encanta la cercanía con las clientas, porque cada pieza que realizo para ellas es casi un proceso emocional. Escucho lo que me transmiten, transformándolo en un pendiente o broche.
Una de las líneas que más estamos trabajando está relacionada con las fiestas de Moros y Cristianos, un reto creativo que está resultando precioso. Cada pieza debe ser impactante, simbólica y, obviamente, personal.
¿Alguna novedad más?
Sí, estamos con unas cápsulas de joyas sostenibles, confeccionadas a partir de restos de colecciones anteriores. Es una forma de dar nueva vida a materiales antiguos.
Asimismo, junto a un atelier de vestidos de novia vamos a lanzar una mini colección de accesorios nupciales.