“Bereberes”, murmuró Paquet, escupiendo la palabra como si su garganta fuera pura lija. Salitrosos presagios murmuraba la brisa marina, y allá en lontananza, dejando atrás el horizonte, las velas moras avanzaban como pinceladas sobre el mar. La estampa sería en otro momento cautivadora, pero ahora cada uno de esos trazos acuchillaba el lienzo marino. Nadie respiraba. Solo habitaba la escena el rumor del oleaje, ahora pura desazón.
Vale, imaginemos que esto ocurrió, y que aparte aconteció hace ya mucho tiempo. Estábamos sobre las Penyes (peñas) de l’Arabí (de ‘albir’ o ‘arabi’, centinela), por donde después, en el siglo XVII, se construiría la torre Bombarda. Abajo, isla Mitjana, refugio de piratas, como los que llegaban ahora, adelanto salvaje de un flujo continuo de visitantes que se volverían, con el tiempo, alfasinos, construyendo el municipio pedanía temática a pedanía.
Noruegos en abundancia
Porque l’Alfàs del Pi, al igual que otras localidades alicantinas, como Orihuela o El Campello, comparte con estas el ser, más que un núcleo poblacional único o, si se quiere, principal rodeado de una o unas cuantas partidas rurales, una especie de población de poblaciones. Pero con el plus, en el caso alfasino, de que muchas de ellas fueron creadas por personas provenientes de una determinada nacionalidad.
El caso paradigmático es el de la colonia noruega, conformada por más de 2.500 personas que a partir de los años sesenta del pasado siglo, gracias a una agencia de viajes de aquel país, comenzaron a llegar, en principio con destino a Benidorm, a pasar una temporada de asueto. Arribaban a la provincia, paraban antes aquí, les gustaba el sitio y acababan por arraigar.
A partir de los sesenta, una agencia de viajes traía a los noruegos
Chalets escandinavos
Tanto se hicieron de l’Alfàs que el 17 de mayo, del Día de la Constitución Noruega, se ha convertido en típica y multitudinaria celebración en estas tierras. Además de estos casi tres millares de residentes censados, aparte de otros muchos más sin registrar, hasta los ocho mil noruegos, casi tantos como en Londres o Nueva York, las otras dos grandes colonias, anotemos más de quinientos suecos y más de cien daneses.
Viven prácticamente diseminados por todo l’Alfàs, pero abundan en un núcleo habitacional que es conocido, claro, como Escandinavia, carne de chalets, muchos bastantes espectaculares, retrepados sobre una colina y entre arboleda baja mediterránea. Es uno de los dieciocho núcleos poblacionales alfasinos, algunos de ellos compartidos con municipios colindantes.
Muchos viven en el núcleo habitacional conocido como Escandinavia
Zonas diferenciadas
Para aclararnos, agrupemos estas avecindades por zonas. Así, la más poblada y principal podría ser la de l’Albir, para la costa y el entorno cercano. Y aquí tendríamos El Albir (el núcleo urbano principal), Escandinavia y Plan Parcial Playa. Luego, recogiendo algo del meollo anterior y alrededores (llamémoslo así, Alrededores), Arabí, Jardín de Alfaz, La Estrada, Naranjos y Flores (así, todo junto), Romeral y San Rafael.
Dejemos una tercera ‘bolsa’ habitacional para lo que podríamos denominar Urbanizaciones del interior: Barranc Fondo, Belmonte Oasis, Captivador (compartida con La Nucía, en algunas referencias aparece como partida solo nuciera), Devesa, Foia Blanca, Foia l’Om, La Capitana, Residence Park y El Tossalet. Aunque se presenten en valenciano alfasino sus denominaciones, es fácilmente rastreable el origen de muchos de estos nombres como urbanizaciones venidas a más.
Se acercan los británicos ya a los tres mil, según recuentos oficiales
Huyendo de los piratas
Tenemos, por tanto, una constatación más o menos tangencial de esa recalada de futuros alfasinos en estas tierras. Al contrario que los bereberes de la entradilla del artículo, estas personas iban a ir poblando espacios que, según llegaban, irían construyéndose año tras año, y al tiempo harían crecer vivencial y hasta urbanamente a la población original, nacida en la partida del Albir, con su alejado reflejo marino.
Algo así como en Xàbia, aportando una razonable distancia entre las viviendas (un núcleo fortificado) y la costa, por la misma razón, los ataques bereberes, berberiscos o amaziges, procedentes de la Berbería, la zona costera del Magreb, el Norte de África, donde habitaban los ‘moros’ (de ahí nos legaron la frase “no hay moros en la costa”), del griego ‘máuros’, negros o morenos, aunque en aquellas tripulaciones abundasen, según las crónicas, los cristianos renegados.
Otras muchas nacionalidades
Quienes llegaron después, más pacíficos, fueron, ya lo hemos visto (para proporcionarle al municipio ese toque de población de poblaciones con alma internacional), escandinavos (daneses, noruegos y suecos). Pero se les sumaron más nacionalidades. Así, holandeses (hoy diríamos neerlandeses o habitantes de los Países Bajos), más de dos millares, o británicos, que se acercan ya a los tres mil, según los recuentos oficiales.
Hay más, en una población donde más del 51% de su censo está copado por lo que oficialmente se anota como extranjera (aunque, ya registrados, sea en realidad alfasina de pleno derecho). Superando la mitad de la población. Añadamos alemanes, argentinos, franceses, italianos, polacos, rusos… No hay más que atender a la cartelería comercial como para ver que hollamos cosmopolitas tierras.