Si hay algo claro es que la hegemonía mundial está cambiando. Vivíamos en una zona de confort que, de repente, se ha visto alterada radicalmente.
Unos mindundis
En el mundo no paran de suceder acontecimientos fundamentales en los que Europa ni está, ni se la espera; es más, se la ignora por completo como si fuéramos los mindundis (dígase insignificantes, sin poder de influencia) que en cierta forma realmente somos.
Por un lado tenemos a Trump que desde que gobierna, no llega aun a nueve meses, ha cambiado las normas del juego a su antojo, y ha descrito a Europa con una de esas definiciones suyas altisonantes que tanto le gustan: “la Unión Europea se creó para joder a Estados Unidos”.
La foto de la vergüenza
Mientras, nuestros mandatarios europeos tampoco es que defiendan nada contra lo que dice el presidente estadounidense, demostrado una dependencia brutal de todo aquello que viene de fuera de nuestras fronteras. No sé en qué hemos estado embarcados, pero desde luego no ha sido en la autosuficiencia.
Con Estados Unidos lo hemos demostrado ampliamente por ejemplo con los aranceles, bailando al son que ha tocado Trump hasta llegar a la foto de la vergüenza, esa en la que el presidente americano estaba sentado cómodamente en su despacho y al otro lado, como súbditos, apretaditos, la presidenta europea con los presidentes francés, alemán, etc. viendo las gorras del señor Trump, tal colegiales visitando el despacho oval.
Despotismo
Y es que solo el despotismo de Trump es más grande que su narcisismo. Pero no es su problema, también lo es el nuestro cuando aceptamos que nos trate con paternalismo y permitimos palabras como las del secretario general de la OTAN, en la cumbre de este organismo, diciendo que “a veces papi (Donald Trump) tiene que usar un lenguaje fuerte” refiriéndose al utilizado contra los países europeos.
Lo cierto es que en realidad en Europa nos comportamos como niños asustados, y si ‘papi’ Trump tose salen todos corriendo a darle pañuelos. Eso quedó demostrado con la exigencia de inversión en la OTAN del 5% del PIB de los países, aceptado inmediatamente sin preguntarse de donde sale esa cifra, para que fines concretos… Eso sí, un ayuntamiento necesita comprar papel higiénico y tiene toda una burocracia por delante, o incluso una licitación.
Nobel de la Paz
Por eso nos ocurre que el ‘viejo continente’ nos estamos quedando fuera ya no solo de las decisiones, sino incluso de las conversaciones. Queda demostrado en todos los frentes abiertos actualmente, pero más dolorosamente en la guerra que se produce dentro de Europa y por la cual se reunieron Trump y Putin, dejándonos al margen.
Donald Trump se comporta como el dictador que dice que le gustaría ser, con todo el mundo opinando lo que él piensa, siendo penalizado o humillado en caso contrario, y que afortunadamente de momento las leyes americanas le impiden, que no será por falta de intento de saltárselas o modificarlas a su antojo.
Lo gracioso de este tipo es que quiere el nobel de la Paz a toda costa (para más mofa propuesto por el israelí Netanyahu) y como estos reconocimientos se entregan en Europa… pues se lo acabarán dando con una reverencia, mientras él tortura a inmigrantes en su país, entre otros de los muchos ‘méritos’ para esa concesión.
Un detalle de su egocentrismo: ha retirado del ‘Paseo de la fama presidencial’ de la Casa Blanca, en donde está la foto de cada uno de los presidentes, la de Biden y la ha sustituido por la imagen de una máquina de réplica de firmas.
Putin se ‘parte’
Pero si vamos al otro lado, a Rusia, se ríe abiertamente de Europa y no le faltan razones. Por un lado mucha sanción y amenaza, pero le seguimos comprando petróleo que le sirve para financiarse.
Ahora, con ‘cuatro’ drones que supuestamente él ha introducido en cielo europeo, ve como los nervios afloran y no sabemos cómo defendernos de esos aparatitos. Es más, en lo que se supone que podría llegar a ser un conflicto bélico de verdad nuestros mandatarios hablan de inversiones para estar preparados ¡en 2030! Es que parece un chiste de Gila: “Es Putin, nada, le llamaba solo para decirle que pare la guerra unos años, que estamos preparándonos”.
Matanza infantil
Si nos vamos al mayor conflicto que hay actualmente en el mundo, el genocidio de Israel sobre el pueblo palestino, donde por supuesto tampoco pintamos nada en ninguna mesa de conversación y menos de negociación, no somos capaces ni de censurar algo simbólico como que no participe un país no Europeo (Israel) en algo como Eurovisión. ¿A que esperamos para reaccionar no con ese tema simbólico del festival, sino cumpliendo los teóricos ideales de nuestro continente?
Y sí, he dicho genocidio y no estoy dando ni quitando razones a nadie. Es lo que pienso y así lo publicaba antes de todo este debate estéril, que no va a solucionar nada pero es lo único que sabemos hacer, en mi editorial publicada a finales del año pasado en todos nuestros periódicos y que titulaba: el genocidio que no cesa.
Por aquel entonces iban 45.000 muertos, casi un tercio de ellos niños, y 1,9 millones de personas desplazadas (9 de cada 10 ciudadanos) de sus hogares; ahora ya son 67.000 los fallecidos, de ellos más de 20.000 son niños, a lo que hay que sumar la falta de alimentos, hospitalaria o escuelas.
Parece que a Israel le baste con decir Hamás para poder matar a quien sea, y algunos se lo compran. ¿Seguro que esos 20.000 niños cruelmente asesinados eran de Hamás?
Nosotros a lo nuestro
Pues nada, en Europa seguiremos anclados en la burocracia para todo, miles de millones gastados para controlar unos cientos en inversiones. Esto haría imposible el funcionamiento de cualquier familia o empresa, y de hecho eso es lo que está pasando en ciertas cosas que dependen de la parte política.