Hoy en día, la Casa Mezquita no es la vieja casa deteriorada que durante décadas fue testigo del paso del tiempo. Recuperada con cariño y esfuerzo, se convierte en símbolo de lo que representa Cruz Roja en Elche: cuidar, rescatar y dar vida donde parecía no haberla.
Tras 116 años de trabajo en la ciudad, la organización celebra este logro con orgullo, sabiendo que la historia de la casa y la de la Cruz Roja se entrelazan. Un renacer que conecta pasado y presente, arte y solidaridad.
La casa revive como un faro de esperanza, recordándonos que cada piedra restaurada es también una oportunidad para llevar a cabo nuevos proyectos pensados en devolver dignidad, estabilidad y futuro a quienes lo necesitan.
El hallazgo que cambió todo
Cuando en 2021 su presidente, Antonio Ramón Guilabert, visitó Cruz Roja por primera vez, lo primero que encontró fue una casa imponente, pero castigada por el abandono y el tiempo, y no era una vivienda cualquiera.
Aquel edificio había sido el estudio de invierno del pintor José María López Mezquita, figura destacada de la pintura española, que llegó a suceder a Sorolla en la Hispanic Society de Nueva York. Este importante museo, donde se guarda un legado de 38 de sus más preciados cuadros, ha cedido cinco a Elche para ser expuestos.
Lo que empezó como una curiosidad para el nuevo presidente se convirtió en un objetivo, tal y como nos contaba. “Quería investigar sus orígenes, rescatar sus rincones. De ahí nació el proyecto de restauración que, tras años de gestiones, hoy luce como una joya arquitectónica y emocional”.
La historia de la Casa Mezquita es también la historia de Elche
Viaje al pasado y promesa cumplida
La historia de la Casa Mezquita es también la historia de Elche. En los años treinta, López Mezquita se unió al ilustre Pere Ibarra y al arquitecto Teodoro de Anasagasti en la defensa del Palmeral. Fue una lucha apasionada contra la tala masiva de palmeras, que amenazaba con borrar el paisaje que hoy es Patrimonio de la Humanidad.
Sus palabras, recogidas en la prensa de la época, aún resuenan: “Es un suicidio artístico y la negación turística, este desastre de sus palmerales”. Aquella campaña logró en 1933 que el Gobierno prohibiera la tala de palmeras, y declarara los huertos de interés social. Pero el daño ya estaba hecho, y el pintor cumplió su promesa de no volver ante tal ataque al palmeral, y nunca volvió”.
En 1949, su hijo vendió la finca a Cruz Roja. Desde entonces, la casa quedó ligada a la organización, aunque durante muchos años permaneció como un espacio secundario, hasta ahora.
Gran trabajo de restauración
La restauración de la Casa Mezquita no ha sido un simple proyecto arquitectónico. Ha sido un trabajo coral que unió a arquitectos, investigadores, vecinos y voluntarios.
Gracias a sus aportaciones se recuperó el salón principal, se musealizó el riego tradicional del huerto y se desvelaron nuevos secretos como cuadros desconocidos pintados en Elche y conservados en Nueva York, retratos de mujeres ilicitanas y murcianas y artículos olvidados en hemerotecas. Cada hallazgo fue una pieza más de un rompecabezas que devolvía vida a la casa.
«Quería investigar sus orígenes, rescatar sus rincones» A. R. Guilabert
Un lugar con propósito
La Casa Mezquita no se recupera solo para admirar su historia, añadía su presidente, “queremos que sea un espacio vivo, pensado para quienes más lo necesitan. Aquí atenderemos como se merecen a personas mayores en soledad y a niños y adultos en situación de vulnerabilidad”.
Los mayores encontrarán compañía, apoyo tecnológico y un entorno que les hará sentirse válidos, a lo que añadía que “los niños, muchos sin abuelos, recibirán de ellos sabiduría y cariño. Se trata de tender puentes entre generaciones, demostrando que la vida compartida es más plena”.
Segunda fase
Ahora queda una segunda fase que implicará la restauración y recuperación de espacios interiores del inmueble, incluyendo la instalación de un ascensor por la normativa de accesibilidad. En dos años el proyecto podría quedar finalizado completamente.
«Queremos que sea un espacio vivo, pensado para quienes lo necesitan» A. R. Guilabert
116 años de compromiso
La celebración de esta inauguración sirvió también para recordar que Cruz Roja en Elche es mucho más que un nombre. Son más de 64 proyectos en marcha, miles de horas de voluntariado y cerca de 8.000 personas atendidas en el último año en situaciones de extrema vulnerabilidad.
Algunos hitos recientes son especialmente destacables. La homologación del Centro de Formación en Carrús, con cursos de celador hospitalario para jóvenes sin estudios, o programas de logística para desempleados de larga duración. Iniciativas que no solo forman, sino que pueden cambian futuros.
Emergencias
A todo esto, se suman intervenciones en emergencias como la dana de València, la atención en la calle a personas sin hogar o víctimas de prostitución y drogodependencia, y la presencia en las fiestas locales con Puntos Violeta contra la violencia machista.