Hay ciudades, según te cuentan abrigados al calor de una fogata de campamento, que tienen a ángeles de la guarda velando por su seguridad. Alicante, añaden entonces, durante mucho tiempo gozó de un fantasma, un espíritu, desempeñando esa función desde el amplio castillo de Santa Bárbara, avisando con sus poderes espectrales cuando la ciudad corría peligro de ser invadida. Al cabo, el ánima, cuando estuvo encarnado, la defendió.
Nicolás Peris o Nicolás Pérez de Murcia, caballero castellano de origen murciano, como indica uno de sus apellidos, fallecía defendiendo la fortaleza de la que era alcaide. Su ejecutor no fue otro que el ejército comandado por Jaime II de Aragón (1267-1327), quizá el propio monarca, según algunas leyendas que literaturizan la realidad. El caso es que el rey de Aragón y València, además de conde de Barcelona, causó una bonita historia de fantasmas.
Cambio de cementerios
Desconocemos cuándo nació Peris, pero sí que fallecía el 22 de abril de 1296. Jaime II le negó cristiana sepultura y mandó arrojar su cuerpo a los perros, tras despedazarlo. El motivo del cabreo fue que el alcaide se negó a entregar las llaves de la ciudad incluso después de muerto. Hubo que cortarle las manos. ¿Cómo llevarlo, siglos después, a camposanto?
El caso es que en los sesenta el alcalde Agatángelo Soler (1918-1995) hizo levantar un monumento en la fortaleza, pero antes hubo urna en su honor en un cementerio, el de San Blas (1805-1931). La degradación de este llevó a la construcción de otra necrópolis municipal, inaugurada el mismo año que cierran la de San Blas, aunque hubo enterramientos desde el comienzo de su construcción, en 1918.
Al degradarse el cementerio municipal de San Blas, hubo que construir otro
Llega la pandemia
¡Gripe española! La pandemia (llamada así porque, en plena primera guerra mundial, 1914-1918, la neutral España fue la única en informar ampliamente sobre ello) provocó desde 1918 a 1920 entre cincuenta y cien millones de víctimas mortales, unas 186.000 en España, con la provincia alicantina de las más afectadas, o la que más. ¿Y el camposanto de San Blas?
Para 1959, cuando se desmonta, es de todo menos un espacio tranquilizador. O seguro. Además, los mayores del lugar, si queda alguno, hablaban ya de apariciones espectrales, algunas asociadas al ánima del santuario, al santo armenio (turco), que hubo allí entre 1697 y 1809, así como apariciones luminosas recorriéndose el barranco del Negre o el huerto del Xorret.
Se habló de apariciones en el barranco del Negre o el huerto del Xorret
Osarios sin trasladar
Con el desmontaje del cementerio la cosa fue a más. Aunque consta como trasladada la mayor parte de osarios al nuevo camposanto municipal, el de Nuestra Señora del Remedio o de la Florida, el grado de deterioro del de San Blas era tal que en algunos casos se acusó, oficiosa y popularmente, de haber construido sobre muertos, literalmente, parte de la barriada actual.
‘Poltergeist’ (del alemán ‘poltern’, hacer ruido, y ‘geist’, espíritu) para todos, y eso antes de que Steven Spielberg le produjera y coescribiera a su colega Tobe Hooper (1943-2017) la película, de 1982, ‘Poltergeist: fenómenos extraños’. Eso sí, conforme aquellos mayores han ido desapareciendo, también parecen haberlo hecho las leyendas. No aparecen muchas asociadas al de la Florida. Si acaso lo del perro diabólico.
Luminarias flotantes aparecían en Tabarca por el islote de La Cantera
Luces y un perro
En esta ocasión hubo componente real: durante los ochenta, varias personas vieron un extraño animal, algo así como un can de dos cabezas que aullaba entre las tumbas: sustos, sofocos, gritos y nerviosos persignares. Toda una tropa de personas supersticiosas pidiendo poco menos que un exorcismo. En realidad, sí era un perro, un pobre animal producto de un mal gestar.
Una noticia que se extendió por los barrios meridionales de la ciudad, pero ni siquiera parece haber quedado hoy mucho registro negro sobre blanco al menos, ni en la prensa local. Tampoco de lo que sucedía en uno de los otros cementerios generales alicantinos (o sea, aparte del de Villafranqueza): el de Tabarca. Se veían luces, aunque el espectáculo principal de estas se desarrollaba por el islote de La Cantera.
Suelo político
Felliniana se nos volvía la imagen, al menos como la contaban allá por los noventa del pasado siglo: medio pueblo de la isla sacando sillitas para ver, por ejemplo, desde los alrededores del portal de La Cantera, los deambulares de las luminarias flotantes. Lo que tiene vivir en una ínsula. Pero volvamos a nuestros ectoplasmas, que en la ciudad como Alicante decidieron intranquilizar o irritar a nuestros gobernantes.
¡Apariciones en la Casa de las Brujas! Vale, la Casa Martínez, el palacete proyectado en 1898, ampliado en 1911 y reformado en 1990 como sede provincial de la Generalitat Valenciana. Un apelativo popular, por su estado ruinoso en los años setenta. La imaginación colectiva llenó el inmueble de espectros brujeriles. Y todo el mundo escuchó crujidos y ululares. Lo propio de casas con solera. Que lo de los fantasmas es algo más serio.




















