Ranking aparte, Alicante es considerada por diferentes organizaciones como la OCU una de las ciudades más sucias de España. Teniendo en cuenta las condiciones fluviales de nuestro territorio, en el cual tenemos aproximadamente en los registros anuales, 42 días de lluvia al año. Claramente eso supone un hándicap a la hora de gestionar los residuos con respecto a otras urbes con mayor cantidad de precipitaciones.
Sin embargo, tal y como destacan los informes europeos, así como las directivas comunitarias, en España todavía estamos atrasados en los objetivos de sostenibilidad. Hemos avanzado a lo largo de los siglos, aunque en nuestro país continuamos utilizando determinados métodos como el vertedero que ya han sido desterrados en otros países.
Siglos XVI-XVII: La regulación
Durante este período destaca el abandono en la calle de los diferentes residuos en las zonas cercanas de la vivienda. Lo más habitual en esta etapa era dejar la basura en los conocidos como muladares, lugares en donde se acumulaban residuos, que solían estar fuera de las murallas de la ciudad, los cuales se fueron alejando más a raíz del crecimiento de las urbes. En Alicante, ese depósito residual se producía en enclaves como el barranco de las ovejas.
En Madrid, en el año 1531, se regulariza la primera contrata municipal, y dejó de ser un tema vecindario y personal para convertirse en un asunto público.
La recogida de residuos fue un asunto público cuando se destacó su relación con las epidemias
Siglo XVIII: Carlos III
En 1761 se establece la instrucción de Sabatini, con las que trata de establecer otras normativas que buscaban la limpieza y el empedrado de las calles. El reformismo borbónico fue la precursora de la normalización y la retirada diaria de residuos, además de establecer el servicio municipal de limpieza, apareciendo la figura de los alguaciles
Se llega a la conclusión de que la insalubridad es una de las causas de las diferentes epidemias, como la que en el año 1551 asoló Alicante. Como consecuencia, la limpieza se convierte en un asunto de Estado. Pese a todo, la recogida seguía siendo rudimentaria, llevándola a cabo con carros tirados por animales.
Siglo XIX: Más gente, más basura
La industrialización provocó un gran éxodo de los pueblos a las ciudades, eso generó que el aumento de la población en las diferentes urbes ocasionará un incremento de los residuos que la gente dejaba tras de sí. Se consolidó el servicio de recogida a través de carros y cuadrillas. No es más que un asentamiento y consolidación de los métodos anteriores.
Los vertederos controlados por las autoridades se vuelven más comunes, buscando alejarlos de los núcleos urbanos, redescubriendo el concepto de los modulares que proliferaron en siglos anteriores.
Alemania se erige como referente europeo con un 67% de reciclado de residuos
Siglo XX: los años locos
El aumento del consumo propició también una mayor producción de residuos. En aquel entonces se ejecutaba una forma de recogida que hoy sería controvertida, sustentada en la indiferenciación en la que los residuos se cogían de manera mezclada, a través de cubos domésticos y posteriormente, cubos en la vía pública. Se utilizó también la incineración, pero este método generó problemas de calidad del aire.
La entrada en la Unión Europea (1986) supuso un antes y un después en la normativa de la recogida de residuos a raíz de una profunda conciencia ambiental. Se estableció la recogida selectiva de residuos con la llegada de los contenedores de colores. La eliminación de los residuos da paso al reciclaje, limitando a su vez los vertederos con las concretas leyes residuales.
Siglo XXI: la economía circular
Se empieza a regir la gestión de residuos por los principios de la economía circular, utilizando la fórmula de las tres erres: Reducción, reutilización y reciclaje. Se avanza a una gestión con unos medios más sofisticados y eficientes. Pese a ello, España todavía tiene asignaturas pendientes en materia de reciclaje.
Los sistemas de recogida neumática y robots con IA son el futuro en la recogida de residuos
Gestión de residuos comparada
En los últimos años, como consecuencia de las directivas y de la aplicación de la normativa europea, España intenta seguir las medidas que están tomando los países de nuestro entorno, los cuales ofrecen diferentes alternativas a la hora de ejecutar la gestión de residuos.
Alemania destaca por una alta separación en origen y una responsabilidad individual de la ciudadanía. Mencionando como mecanismo clave el sistema dual, fundamentado en los contenedores y en la fórmula SDDR de devolución y retorno para diferentes envases de vidrio. Llamativo es el sistema de recogida puerta a puerta. Representa el sistema más eficaz de nuestro entorno, logrando un 67% de reciclaje.
Austria presume de una baja tasa de vertido a través de un uso intensivo de valoración del impacto de los residuos. El mecanismo clave está representado por la recogida muy detallada, aplicando tasas de pago por generación (PAYT), estructura parecida a la aplicada en algunos puntos por el Ayuntamiento de Alicante.
Sin duda, el modelo más exhaustivo es el de Bélgica, el cual lleva a cabo la recogida frecuente de bolsas especificas con un sistema mixto. Este método se caracteriza por el uso de bolsas de colores (azul, amarillo, verde, blanco, etc.) para diferentes fracciones, teniendo que comprar el ciudadano la bolsa oficial para cada tipo de residuo.
Recogida de residuos 2.0
Desde que la recogida de residuos pasó a ser un asunto público, no se ha dejado de innovar en la búsqueda de nuevas formas de llevar a cabo la función. Sin embargo, hay que destacar que, en países como España, sigue pesando mucho el modelo de vertedero, cuando en algunos otros países se lleva a cabo de forma más sofisticada.
Añadido a los usos de los contenedores inteligentes, están pendientes de aplicarse otras formas como el uso de robots de clasificación por Inteligencia Artificial. Además de la implantación en las ciudades de sistemas de recogida neumáticas, consistente en una red de tuberías subterráneas que transportan los residuos desde buzones en la calle o en edificios hasta una estación central de recogida de residuos.




















