Entrevista > Elena Mas Parres / Diseñadora de interiores (Crevillent, 1976)
¿Tú no querías ser azafata de vuelo?, le espetó la hermana de Elena Mas Parres en un momento de cambios, y todo volvió a cobrar sentido. Pero a ese punto ya llegaremos, pues de pequeña realmente deseaba ser diseñadora de interiores: “en mi casa lo artístico siempre ha estado muy presente”, avanza.
Lo consiguió, y tras abandonar su Crevillent natal -instalándose en Benidorm- se ha convertido en una diseñadora de interiores de referencia, con trabajos reconocidos que son auténticas joyas. “Pronto tuve claro lo que deseaba”, reflexiona, aunque su camino no ha sido sencillo.
A los 14 años, por lo precoz de su vocación, se matriculó por su cuenta y, una vez licenciada, su carrera despegó rápidamente. La crisis inmobiliaria le obligó a detenerse y mirar hacia dentro, descubriendo otra vocación, la aviación. Comenzó como azafata y más tarde se formó como piloto, obteniendo todas las licencias, una experiencia que le devolvió la ilusión.
¿Cuál ha sido tu mayor acierto?
Probar muchos campos en el interiorismo, como trabajar en una fábrica -diseñando alfombras-, otorgándome mucha esencia. Esta profesión siempre tiene numerosos frentes abiertos y hay que dominarlos (obra, materiales, tendencias…).
«El que acude a un diseñador de interiores es porque precisa de una dirección clara, está saturado»
¿Además de ser empática con el cliente?
La mayoría de las veces no sabe lo que quiere. Quienes llegan a mi marca suelen hacerlo en un momento de saturación: han visto tanto que ya no saben qué les gusta, y precisan de una dirección clara.
Siempre diseño para las necesidades del cliente, a diferencia de otros estudios. Prefiero adaptarme a sus gustos.
Aunque tu estilo es vanguardista.
Es muy ecléctico, capaz de mezclar un clásico con un moderno e incluso con un industrial. Primero hago un ‘breafing’ (estudio) muy potente y a partir de ahí extraemos su esencia para crear un proyecto diferenciador y adaptado a su lifestyle, distinguiendo si el encargo es residencial o comercial.
¿Se trata de un proceso tan complejo?
Cada cliente es único, y cada proyecto también. En una reunión inicial hablamos de las necesidades o inquietudes que no saben cómo resolver, en inversiones importantes.
A continuación, presentamos una hoja de honorarios y en una segunda reunión, clave, mediante un juego de cien palabras descubrimos su look & feel y su lifestyle, seleccionando seis definitivas. Este proceso se convierte en la esencia del proceso.
Se desarrolla seguidamente toda la propuesta con planimetría y se lleva a cabo la obra de ejecución. El proyecto se hace tangible y cobra vida.
«Mi estilo es muy ecléctico, capaz de mezclar un clásico con un moderno e incluso un industrial»
¿Determinante en tu éxito fue trasladarte a Benidorm?
Por supuesto, mi localidad desde que tengo 23 años. Muchos de mis trabajos han sido en esta zona, destacando el Hospital Clínica Benidorm o numerosas viviendas en Altea Hills, para clientes extranjeros. Si el encargo es atractivo y nos brinda un reto, siempre es bienvenido.
Ahora mismo, por ejemplo, estamos con uno de una reconocida firma a nivel retail.
¿Has conseguido todos tus sueños?
¡Siempre es importante soñar!, porque llegar a nuestro techo de cristal nos enseña a volar más alto de lo que imaginábamos. Es básico la humildad, tener los pies en la tierra, sin compararte con nadie. Intento mantener mi propia línea, con temporadas mejores y peores.
¿Cuál es tu reto más inmediato?
No tengo, quiero disfrutar principalmente de lo conseguido. Sí anhelo desde hace tiempo entrar en una nueva fase, centrada en la formación, faceta que me fascina. Realmente no he parado, ¡y no pienso hacerlo!
«Trabajando como azafata de vuelo de Bruce Dickinson, me animó para obtener mis licencias de piloto»
¿Qué pasó en la crisis de la construcción?
La crisis nos afectó, como a todos, pero logré mantenerme firme hasta que en 2013 sentí que necesitaba hacer una pausa. Decidí dejarlo todo y regresar a Crevillent, en un periodo de reflexión, de buscar sentido y reencontrarme conmigo misma.
En una comida navideña compartí con mi familia mis dudas hacia dónde encaminar mi vida. Mi hermana me recordó entonces algo que había quedado en el fondo de mis sueños, al preguntarme si no quise ser siempre azafata. Aquello encendió una chispa y pensé que, aunque tenía 37 años, nunca era tarde para cumplir un deseo y quise intentarlo.
¿Dónde? ¿Cómo?
Busqué por Internet, llamé a una agencia y me convocaron al día siguiente, 30 de diciembre. Supieron que no tenía experiencia y me anunciaron que en España lo tendría sumamente complicado. Por eso, tras aprobar el curso, opté por trabajar en Reino Unido, pese a mis iniciales carencias con el idioma.
¿Para la compañía de Bruce Dickinson?
El cantante de ‘Iron Maiden’, persona encantadora -me convertí en su brazo derecho- que instó para que me sacara todas las licencias de vuelo como piloto. Jamás me desvinculé de mi vocación como diseñadora de interiores y a día de hoy, en un excelente momento personal y profesional, combino ambas pasiones.





















