Los nombres de nuestros pueblos no son simples palabras en los rótulos de entrada o los documentos oficiales. Son huellas del pasado, fragmentos de identidad que han resistido el paso del tiempo y la mezcla de culturas. En la Marina Baixa, los topónimos de sus principales localidades, verbigracia, Benidorm, l’Alfàs del Pi, Altea y La Nucía condensan siglos de historia, lengua y tradiciones compartidas.
Como explicó en su día Joan Castelló, lingüista y colaborador de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), “cada topónimo cuenta una historia. A través de ellos podemos seguir el rastro de las civilizaciones que habitaron nuestras tierras”. Incluso, habló de la Marina Baixa afirmando que “en esta comarca encontramos una convivencia natural entre raíces árabes, latinas y valencianas, algo único del litoral alicantino”.
El topónimo de Benidorm es el original desde el siglo XIV
Benidorm, el nombre que nunca cambió
De todos los municipios de la Marina Baixa, Benidorm es quizá el más universal y el que más se pronuncia, con acentos muy distintos, fuera de las fronteras españolas. Su nombre, sin embargo, encierra un pequeño misterio. Aparece documentado por primera vez en el siglo XIV, pero su origen exacto sigue sin resolverse.
Algunos expertos defienden que proviene del árabe Beni-durm o Beni-darum, que haría referencia a una tribu bereber asentada en la zona. Otros, en cambio, creen que se trata de una evolución local, anterior incluso a la presencia musulmana. Lo que está claro es que el topónimo ha sobrevivido intacto al paso de los siglos, algo poco común en una región donde tantas veces se reescribió la historia.
Benidorm es, en definitiva, un caso curioso ya que su nombre ha resistido tanto como su identidad. Ni la romanización, ni la repoblación cristiana, ni, ya en pleno siglo XX, el turismo lograron modificarlo y se ha convertido, por lo tanto, en todo un símbolo de continuidad.
L’Alfàs del Pi tiene un origen de los más claros en la Marina Baixa
L’Alfàs del Pi, el pueblo del pino
En el caso de l’Alfàs del Pi su origen es más claro. Su nombre proviene del árabe al-fahs, que significa ‘campo cultivado’ o ‘tierra fértil’. Un término que se repite en distintos puntos del territorio valenciano, siempre vinculado a zonas de buena agricultura.
El apellido ‘del Pi’ se añadió ya en el siglo XVIII, cuando se plantó un gran pino para conmemorar su independencia de la Baronía de Polop, un ejemplar que, a día de hoy, sigue marcando, al menos en el corazón de los alfasinos, el centro urbano y que figura en el escudo municipal.
Según explica la AVL en su ‘Toponímia dels pobles valencians’, la forma correcta es l’Alfàs del Pi, y no Alfaz del Pi, tal como se generalizó en documentos en castellano durante el siglo XX. “Es un ejemplo perfecto de cómo la lengua y la historia se entrelazan en la denominación de los lugares”, dejó escrito Castelló.
Altea podría derivar del árabe al-ṭāya o del griego Althaia
Altea, entre la historia y la poesía
El topónimo de Altea evoca belleza incluso antes de conocer su origen. Algunos filólogos lo relacionan con el árabe al-ṭāya o al-ṭāʿa, mientras que otros lo vinculan con el griego Althaia, que significa ‘la que cura’. Sea cual sea su raíz, el nombre ha estado siempre asociado a la serenidad del paisaje y al carácter artístico del municipio.
Curiosamente, Altea es uno de los pocos casos en la Comunitat Valenciana cuyo nombre se pronuncia igual en valenciano y en castellano. Una coincidencia que simboliza su espíritu integrador y la convivencia de lenguas que caracteriza a la Marina Baixa.
Exactamente, el significado de La Nucía es incierto y podría aludir a un terreno elevado o a un tipo de cultivo característico de la zona
La Nucía, un debate que mira al pasado
Por último, La Nucía ofrece uno de los casos más debatidos. Su nombre proviene de la antigua alquería árabe Nutsiya o Nusiyya, mencionada ya en documentos datados en la época medieval. Su significado exacto, en todo caso, es incierto, aunque podría aludir a un terreno elevado o a un tipo de cultivo característico de la zona.
Durante años convivieron dos formas: La Nucia (valenciano) y La Nucía (castellano). Finalmente, en 2005, el pleno municipal aprobó oficialmente la versión valenciana lo que ha llevado a no pocas confusiones en la pronunciación por parte de muchos lectores (motivo, por ejemplo, por el que seguimos optando por su escritura en castellano).
Una comarca, muchas voces
Con todo ello, los topónimos de la Marina Baixa, como sucede en tantas otras regiones de España, son más que simples nombres: son un mapa de identidad colectiva. Cada uno refleja una época, una lengua y una forma de entender el territorio. La historia de estos nombres es también la historia de quienes los pronuncian y los sienten como suyos.
En un tiempo en que todo parece cambiar rápidamente, detenerse a escuchar el eco de los nombres antiguos es una forma de recordar quiénes somos. Porque, como resume Castelló, “los topónimos son la memoria escrita del paisaje”.























