Una respuesta que no podía ser más contundente: “Detrás de mí hay mucha gente, unos debajo de tierra y otros encima”. La daba, en la entrevista que publicaba el 16 de febrero de 1971 ‘Primera Página’ (1968-1972), el exalcalde alicantino Agatángelo Soler (1918-1995), quien también fuera consejero nacional del Movimiento, entre 1967 y 1971. Pero también, y sobre todo, el primer edil mejor valorado por la ciudadanía.
Resulta este un detalle curioso. Hemos hablado de Fernando García, quien, en su desleída biografía, llegó a encargarse de la incautación obrera en la “fábrica del gas de Alicante”, la que había entre el barranco de Benalúa y plaza Galicia. Siguió fiel a su ideario político, incluso en pleno franquismo, y sin embargo solo tenía palabras de admiración hacia Agatángelo Soler. Un fenómeno que abarcó a buena parte de la ciudadanía local.
Historias de una plaza
No evoco dónde contaba Soler, quizá de ‘Historias de la placeta de San Cristóbal’ (1973), uno de los libros prestados, pero jamás devueltos, aquello del padre moribundo, y el médico (no recuerdo si también narrador) que va a pincharle penicilina mientras le dice al hijo de aquel: “veuràs com li proba” (verás cómo le sienta bien). Procede y el padre fallece con una sonrisa en la boca.
Al ver aquello, el hijo replica: “dons sí que la probat” (pues sí que le ha hecho bien). Vale, ya tenemos una pista. La placa explicativa de la plaza que se le dedicó (en Gran Vía, acentuada por la colosal ‘Puerta del Milenio’, 2001, de Eduardo Lastres) dice textualmente: “Alcalde de 1954 a 1963. Acometió la reforma de la Explanada y la mejora de las playas de la ciudad”.
Según cuenta la placa de su calle, «acometió la reforma de la Explanada»
Equilibrios políticos
Convengamos en que fue aquello y bastante más. “Plaza alcalde Agatángelo Soler”, la bautizaron, sin que quedase registrado ningún acto inaugurador, de los de, como se decía popularmente aquí, “sacar pancha”, barriga, por parte del contingente político. Soler se convertía en una patata caliente: falangista, político durante el franquismo (por lo que podría quedar afectado por las leyes de Memoria Histórica y Memoria Democrática, 2007 y 2022).
Pero también republicano; querido, como se dijo, desde todos los frentes ideológicos (gozó incluso, desde los tiempos de ‘Primera Página’, de una gran amistad con el escritor Enrique Cerdán Tato, 1930-2013, de ideología comunista, quien fuera redactor-jefe del diario); considerado el gran modernizador de la ciudad, desde una alcaldía a la que renunció porque consideró que las leyes aprobadas ataban la libertad de estas.
Republicano de derechas, fue querido desde todos los frentes ideológicos
Raíces boticarias
Había que dedicarle una calle o plaza sí o sí, aunque fuera llevándose distraídamente una mano a la boca. Se lo había ganado quien, aunque lo recogido es lo anterior, había llegado a bastante más, siempre buscando defender la ciudad donde nació y creció. Fue procurador en las Cortes franquistas, es decir, diputado por Alicante, entre 1954 y 1963, y posteriormente entre 1967 y 1971.
Antes de acceder a la alcaldía, había ejercido como concejal en el consistorio alicantino desde 1949. Se conocía al dedillo una sociedad local para la que vistió siempre, popularmente, los ropajes de farmacéutico. Su bisabuelo, José Soler González, de biografía hoy diluida, fundaba en 1836 una farmacia en la plaza de San Cristóbal o Sant Cristòfol o Cristòfor, desvanecida durante mucho tiempo bajo el brutalismo constructor.
José Soler González, su bisabuelo, fundaba en 1836 la botica familiar
De padres a hijos
Negocio que pasaría de padres a hijos. Así, lo heredó su abuelo, José Soler Sánchez (1840-1908), también catedrático del Instituto de Segunda Enseñanza (de ahí la calle Catedrático Soler), director del laboratorio químico municipal concejal, vicealcalde y hasta alcalde interino entre 1884 y 1885. Agatángelo Soler heredaba la farmacia (aunque él abrió una propia en la calle Mayor).
Añadamos que además fue designado a título provincial, entre otros cargos, en el campo ligado a su profesión, inspector de Farmacia y jefe de sección de Química y Bromatología (ciencia de la comida, puesto que ‘brômatos’ significa ‘del alimento’); y en lo político, subjefe del Movimiento desde 1949. Y se aplicó a la ciudad en la que, por cierto, estuvo a punto de ser fusilado.
Bandos en Fogueres
Se le había perdonado la vida y, con el tiempo, además, hasta que su hija, Edna-Rosa Soler Díaz, sin distrito fogueril asignado, fuera nombrada en 1962 Bellesa Infantil, en la recuperación oficial del cargo, aparcado desde 1946. Las Fogueres se implicaban con el farmacéutico, y este con unas celebraciones para las que dictaría varios bandos con el fin de potenciarlas, pero protegiendo a las personas viandantes.
Como este de 1962: “Queda terminantemente prohibido durante las fiestas de Hogueras, el disparo de cohetes y petardos de toda clase y potencia por cualquier persona que no esté debidamente autorizada para ello”. Al final, quedaban el reconocimiento popular, una enorme amabilidad y hasta la ironía. Preguntado sobre un político del momento, sonreía y espetaba: “Ese es un facha”.




















