Un año más, la Navidad despliega su magia en Altea. Aunque hace décadas que la Villa Blanca dejó de ser una población exclusivamente pesquera, su historia marinera sigue impregnando cada celebración. Este diciembre, el municipio recupera ese espíritu de reencuentro que une tierra y mar, con actividades que llenan de color y alegría las calles del casco antiguo y la sierra.
La programación de este año se prolonga durante todo diciembre, ofreciendo propuestas para vecinos y visitantes, con un protagonismo especial para los más pequeños, quienes esperan con ilusión la llegada de Sus Majestades los Reyes Magos.
Los niños son los protagonistas de talleres, cuentacuentos y espectáculos
Una espera llena de ilusión
Para los niños de Altea diciembre es un mes de emociones intensas. Repasan sus acciones del año para comprobar si merecen regalos o carbón, mientras las familias disfrutan de un calendario repleto de actividades culturales y lúdicas. Talleres de manualidades, cuentacuentos, espectáculos de teatro infantil y conciertos de villancicos llenan la Casa de Cultura, convirtiéndola en un centro neurálgico de la Navidad, donde los más pequeños descubren tradiciones locales y algunas importadas.
La emoción no se limita al interior de los edificios. Pasear por las calles alteanas estos días es toda una experiencia visual: luces, decoraciones y abetos decoran plazas y avenidas, recordando a todos que la Navidad ha llegado para quedarse durante varias semanas.
Luz que guía a los Reyes
Una de las tradiciones más singulares de Altea es la luz que anuncia la llegada de los Reyes Magos. Desde el día 2 hasta la noche del 4 de enero, un resplandor especial brilla desde el campamento instalado cada año en la sierra. Niños y adultos alzan la vista para seguir esa luz, símbolo de que Melchor, Gaspar y Baltasar están a punto de descender a las calles de la Villa Blanca y encontrarse con los alteanos.
El campamento se convierte en el corazón de la anticipación. Desde allí, los Reyes descansan antes de recorrer el municipio, acercándose a los hogares y asegurando que la noche más mágica del año llegue a cada rincón. Es un ritual que mezcla historia, tradición y un toque de fantasía que mantiene viva la ilusión de generaciones enteras.
La doble campanada de Nochevieja marca la unidad y el inicio del año
Navidad blanca… al estilo mediterráneo
Aunque las películas y cuentos sugieran nieve y frío, la Navidad en Altea es blanca por otras razones. La Villa Blanca ofrece un escenario único, donde el casco urbano, con su arquitectura característica, sirve de telón de fondo para los múltiples actos y celebraciones. La ‘blancura’ de Altea no es literal, pero sí visual y simbólica, recordando el espíritu mediterráneo que impregna todas las festividades.
Además, la Navidad alteana conserva tradiciones locales que datan de siglos atrás, conectando a los vecinos con la historia del municipio y con sus raíces. La pólvora, por ejemplo, es un elemento presente en la mayor parte de las celebraciones mediterráneas, y Altea no es una excepción. Explosiones y bombardeos aéreos acompañan a los eventos más importantes, ofreciendo un espectáculo sonoro que emociona a grandes y pequeños.
Doble despedida del año
Otra característica distintiva de la Navidad en Altea es la doble campanada de Nochevieja. Las dos iglesias del municipio sincronizan sus campanas para dar la bienvenida al nuevo año, mientras los vecinos disfrutan de uvas de la suerte, cava y cotillón. Este acto simboliza unidad y comunidad, y se complementa con la pólvora del bombardeo aéreo, que cierra la noche con música y luces, marcando un inicio de año memorable.
Para los alteanos, la Nochevieja es más que una celebración: es un momento para compartir con amigos y familia, renovar ilusiones y dejar atrás los retos del año que termina. La doble campanada y el espectáculo de fuegos artificiales son un sello de identidad que distingue a la Villa Blanca de otros municipios de la comarca.
El cierre de las fiestas se dará con el recorrido de los Reyes Magos por el casco antiguo, repartiendo ilusión y regalos
Más de un mes de color y actividad
Las luces navideñas, encendidas oficialmente el pasado 2 de diciembre, permanecen durante más de un mes, transformando el municipio en un espacio mágico y acogedor. Los visitantes pueden recorrer mercadillos de artesanía, puestos de comida tradicional y ferias que combinan cultura, ocio y gastronomía, todo ello en un entorno que inspira recuerdos de un pasado marinero que sigue vivo en la memoria colectiva.
El turismo también encuentra en Altea un aliciente especial en diciembre. Muchos visitantes eligen la Villa Blanca por su clima templado y su ambiente mediterráneo, muy distinto al de sus países de origen. Así, la Navidad alteana se convierte en una experiencia cultural y emocional, donde la tradición local se combina con la hospitalidad y el carácter internacional que el municipio ha desarrollado a lo largo de los años.
La visita más esperada
Finalmente, los Reyes Magos siguen siendo los protagonistas de la Navidad alteana. El 5 de enero recorren las calles del casco antiguo, saludando a los vecinos y repartiendo regalos, culminando semanas de anticipación y magia. Sus Majestades simbolizan el cierre de las fiestas y la continuidad de una tradición que conecta pasado y presente, niños y adultos, vecinos y turistas.
Cada recorrido, cada luz, cada acto y cada pólvora refleja el alma de Altea: una villa mediterránea que mantiene vivas sus raíces, ofrece diversión y cultura para todos y transforma cada diciembre en un recuerdo imborrable.





















