Comenzar nunca es fácil, y allá por 1960 dos jóvenes maestros castellonenses, de Les Coves de Vinromà, Miguel y Josefa, se venían a Alfafar para, en un entorno rural, perdidos en l’Horta Sud, con la intención de montar un colegio mixto, uno de esos ‘templos del saber’ que por la España desarrollista comenzaban a ser tan necesarios. Nacía así, en 1961, el Vamar.
No es el más veterano del panorama educativo alfafarense, lo que correspondería al María Inmaculada, pero suma esfuerzos pedagógicos, formativos, en un listado que la Internet nos devuelve de forma algo revuelta. En total, once: seis públicos (25 d’Abril, La Fila, Orba, Porta Sud, Rabisancho, Remedios Montaner) y cinco privados (El Samaruc, Guía, María Inmaculada, Nuvolet, Vamar), algunos de ellos concertados. Todos, templos del saber.
Famélicos instructores
Todavía no está claro quien fue el padre, o la madre, de considerar a los centros educativos ‘templos del saber’. Quizá se arrastre desde la antigüedad grecolatina, cuando ‘paideia’ (educación, formación; de ‘paîs’, niño) y la filosofía iban de la mano. Pero lo cierto es que la definición, lo de templos del saber, tuvo mucha fortuna entre los siglos XIX y XX en discursos de toda índole.
Eso incluía parrafadas políticas desde ambas orillas del Atlántico: en España y en Hispanoamérica, en Brasil y hasta en el mundo académico anglosajón (lo de ‘temples of learning’ fue popularizado por la mormona Brigham Young University). En todo caso, por estos pagos, hablar de nuestras modestas escuelas como de templos del saber resultaba antaño hasta irónico: coexistía con el dicho “más hambre que un maestro” (“més fam que un mestre d’escola”).
Aquí existía el dicho de «passes més fam que un mestre d’escola»
Mayúscula alfabetización
Panorama no muy alentador para las aventuras educativas de las épocas en que fueron sembrándose estos peculiares templos. Eso sí, concretamente en los varemos registrados en 1960, cuando la aventura del Vamar, la tasa de alfabetización global española estaba ya en torno al 89% y 90%, frente a ese menos del 50% a comienzos de la pasada centuria.
Aún iban a ayudar las sucesivas leyes de Educación, como la de 1965, que establecía la obligatoriedad de la formación primaria y ampliaba, o lo intentaba, escolarizar al máximo, en este sector. Bien es cierto que, volviendo a los datos de 1960, la hoy Comunitat Valenciana se encontraba por encima del resto del país en cuanto a alfabetización, entre el 92% y el 93%.
Nos encontrábamos por encima del resto del país en alfabetización
EGB, BUP y FP
Sería en 1970 cuando llegase una nueva ley, la General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, más conocida como ‘ley Palasí’, por el ministro que la impulsó, el valenciano José Luis Villar Palasí (1922-2012). A cargo de Educación y Ciencia entre 1968 y 1963, y presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de 1971 a 1973, a él le debemos un montón de iniciativas.
Tal que la Enseñanza General Básica (EGB, 1970-1990) y el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP, 1975-2000), que arranca con él fuera del Ministerio. O la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, desde 1972) y la Formación Profesional (FP, a partir de 1970). Más duro, sin embargo, lo iba a tener la Inmaculada, creado en 1940 como un pequeño edificio destinado a la enseñanza.
Arribaba un ramillete de leyes que acentuaban equidad e inclusividad
Veteranas religiosas
Con la intención de ayudar a los párrocos de la comarca, aquí se quedaron, en cuestiones educativas, y desde 1955, unidas a la italiana Congregación de las Hermanas Mantellate-Siervas de María de Pistoia, montarían centros en València o Alcàsser. Poco a poco, Alfafar iba a ir anotando más aulas infantiles, escuelas, colegios, institutos, centros de personas adultas…
El goteo fue bastante constante (y como veremos, notoriamente impulsado por las sucesivas legislaciones educativas, cada una aportando sus especificidades y sus adiciones o totales cambios a lo anteriormente legislado): así, 1979 para La Fila, 1981 el Orba, 1992 el Guia, 1991 el Rabisancho, 1993 el 25 d’Abril, 2003 El Samaruc, 2011 el Porta Sud, 2013 el Remedios Montanir o 2021 el Nuvolet.
Sucesión de leyes
Desde la de 1980 hasta la de 2020, todas ellas presentadas mediante siglas más o menos pegadizas, se han sucedido ocho grandes leyes educativas: LOECE (1980), LODE (1985), LOGSE (1990), LOPEG (1995), LOCE (2002), LOE (2006), LOMCE (2013) y LOMLOE (2020). Por lo que nos interesa aquí, que lo otro no deja de ser pura mercadotecnia, es que con las primeras tres se definía el marco democrático y la convivencia entre centros públicos y privados.
Hasta el pandémico 2020, se abría paso, de esta forma, un ramillete de textos normativos que ponían los acentos en la equidad (las mismas oportunidades para todos) y la inclusividad. A título interno, desde la propia Comunitat Valenciana, varias, aunque destaquemos, en 1983, la de Uso y Enseñanza del Valenciano y, en 2024, de Libertad Educativa (para elegir la lengua vehicular). Pero los centros ahí siguen: templos del saber.

















