Entrevista > Dani Montesinos / Actor teatral (Petrer, 26-enero-1979)
“De menor, en el colegio o instituto, continuamente intentaba hacer algo de teatro”, nos confiesa Dani Montesinos, miembro de Sense Barreres Teatre. Hoy, muchos años después, lo ha conseguido, pese a que le cuesta definirse como actor, “ese calificativo lo reservo para los profesionales”.
El grupo teatral, apunta, nació para llenar el hueco dejado por El Arenal, desaparecido hace años. “Había un vacío y los aficionados al teatro siempre nos juntábamos, para hacer un pregón o La Rendición, sin ir más lejos”, hasta que Sense Barreres les ofreció una oportunidad.
Desde entonces, en 2018, no han parado, realizando comedias como ‘Por delante y por detrás’ o la premiada ‘Los Palomos, el crimen perfecto’, con la que giraron dos años, “obra que marcó una revolución para nosotros”. Ahora interpretan el divertido vodevil ‘No te vistas para cenar’.
Un actor ¿nace?
Considero que en parte se nace y en otra se hace, complementándose ambos aspectos. En mi caso la actuación siempre me llamó la atención, me fascinaba, no sé por qué, aunque dicen en la familia que es genético, pues mi abuelo también fue actor aficionado.
¿Cuáles fueron tus primeros pasos?
Recuerdo la típica función a final de curso, sainetes valencianos o andaluces que llevábamos a cabo entre los colegios. La vida me fue seguidamente conduciendo a la interpretación, porque lo llevaba dentro.
Por suerte, la Concejalía de Juventud impulsó entonces un taller de teatro, moderado por Luis Abad, y cuando acabó ese ciclo sentí que quería más.
«Me gusta decir que el teatro aficionado es, al fin y al cabo, una cantera de espectadores»
¿Te llegaste a plantear ser profesional?
Lo vi muy lejos, también porque cuando debes tomar esa decisión todavía eres muy joven, y la visión que se tiene de las artes escénicas es compleja. Sí llegué a sopesarlo, porque era lo que realmente me gustaba, pero poco a poco me fueron quitando la idea.
Dicen que la diferencia entre profesional y amateur no es tanta…
En parte es así, aunque con muchos matices. El actor profesional tiene una formación y una estructura de vida dedicada a la interpretación: las ocho horas que yo estoy en la oficina, él o ella puede estudiar, ensayar, seguir mejorando… Nosotros empleamos dos o tres, tras la jornada laboral.
¿Sin presión, además?
La presión nos la ponemos nosotros mismos, pues tenemos unos plazos -autoimpuestos- y cuando subo al escenario no quiero hacer cualquier cosa, sino intento dar lo mejor de mí. Siempre digo que el teatro aficionado, en el fondo, es una cantera de espectadores.
Ofrecemos una buena función a un precio razonable, en ocasiones gratis, y muchas veces salen con ese gusanillo de ¡qué bien nos lo hemos pasado! Quiero pensar que volverán al teatro.
«Sobre el escenario me meto tanto que deja de existir Dani Montesinos, solo está el personaje»
¿Qué sientes sobre el escenario?
Nervios y adrenalina siempre, son necesarios. Una vez estás dentro, me meto tanto que deja de existir Daniel Montesinos, solo está el personaje. Vivo la función como si fuera mi realidad.
¿Conectas con el público?
Muchas veces no llegas a ser consciente que hay alguien mirándote, excepto instantes puntuales, aunque con el tipo de teatro que hacemos, comedias, el público te aporta muchísima complicidad.
Sin embargo, el sentido del humor es muy diferente dependiendo de la zona del país en la que actuamos. Partes del texto donde en sitios funciona, en otros no… Y viceversa, ¡es muy chocante!
¿Eso no os descoloca un poco?
Estamos muy metidos en la trama y la función tiene un ritmo. Si el público no te corta, sigues; y si lo hace, porque aplaude o ríe, te tomas un respiro breve y prosigues.
«Hay partes del texto donde en sitios funciona, en otros no… y viceversa, ¡es muy chocante!»
¿El viaje metafórico con los compañeros lo haces?
Por supuesto, un viaje muy chulo en el que no llegamos ‘a pelo’, sino tras muchos meses de ensayos, creando un vínculo entre nosotros que es una pasada. Nos apoyamos unos a otros, pues somos como una especie de familia.
De media tardamos un año en preparar una obra nueva, porque todos trabajamos, apenas podemos dedicar dos pruebas a la semana, hay que preparar escenografías…
¿Eres un actor obediente?
Primeramente, no me agrada definirme como actor, porque no lo soy. Simplemente me gusta el teatro y actúo o ‘juego’, lejos de cómo lo hace uno profesional.
Inevitablemente en el proceso de creación del personaje necesito aportar mi parte, siguiendo las directrices del director. En cuanto al proceso de escena, sin duda lo que me marque.
Háblanos de ‘No te vistas para cenar’.
Es una comedia de enredos que está funcionando muy bien, muy dinámica, en el que Carlos, uno de los personajes, aprovecha que su mujer está de viaje para quedar con su amante. Para tener una coartada invita a un amigo (yo), quien a su vez tengo un lío con su mujer.
Cuando ella se entera que estoy en la casa cancela el viaje, juntándonos los cuatro. Las risas están garantizadas.



















