Entrevista > Jesús Salvador / Músico (Rafelbunyol, 3-febrero-1960)
Jesús Salvador ‘Chapi’ se apuntó a la banda de música por la simple razón de acompañar a sus amigos, aunque pronto supo que esa decisión le marcaría el resto de su existencia. Se inició con el fliscorno, pasando después por el bombardino y la percusión, “el instrumento que me dio la vida”.
Sin duda, mediante éste ha alcanzado cotas inimaginables, especialmente con el grupo ‘Amores’, con los que ha actuado en un sinfín de puntos del planeta. Algunos incluso le califican un genio de la improvisación, piropo del que ampliamente discrepa.
Asimismo, destaca como compositor, “logrando un mundo musical propio”, como evidencian propuestas como ‘La Sinfonía de las Grúas’ o ‘Animal de sèquia’. Tras presentar en Viveros ‘Fantasía canina’, en los próximos meses estrenará ‘Concierto de la nada’, “un homenaje a lo perdido en la dana de 2024”.
¿En qué momento te hiciste músico?
A los catorce años, en la banda de Rafelbunyol, siguiendo la estela de mis colegas, pues no había tradición musical en mi familia. Mi primer instrumento, recuerdo, fue el fliscorno, similar a la trompeta -con el que tenía cierta destreza-, pero el profesor me indicó que tenía los labios demasiado gruesos.
¿Optaste entonces por la percusión?
No, por el bombardino, un instrumento más grave y grande. Lo estudié dos años en el conservatorio, aunque el docente insistía que no lograba alcanzar las notas agudas y me propuso uno de cuerda, algo poco habitual en el pueblo en aquellos años.
Pensamos en la percusión, pese al disgusto de mi madre, gran apasionada de la música. Le tocaba pasodobles con el fliscorno y se emocionaba enormemente.
Todo pasó por una serie de casualidades.
Así es, y después la percusión me ha dado tanto… Al principio apenas conocía el bombo, la caja y los platos, descubriendo seguidamente un universo que es inagotable.
Con ‘Amores’, por ejemplo, hemos podido realizar giras por medio mundo, mientras colaboraba con numerosos artistas, de todos los ámbitos (pintores, bailarines, actores…), siempre en el empeño de conseguir sonidos de una modernidad categórica.
«Nos asombró la estructura existente en USA, aunque ellos se sorprendieron de nuestra capacidad creativa»
¿Cómo recuerdas los comienzos de ‘Amores’?
En aquellos años, a finales de los ochenta, solo había grupos de percusión en Barcelona y Madrid, y anhelábamos cubrir esa carencia en València. Quisimos poner en marcha toda la literatura que existe para grupos de percusión.
Han sido muchos hitos, como ‘Tinajas’ (2000), un espectáculo que nos permitió tocar por todo el planeta. De igual modo fuimos el primer grupo nacional en acudir a la Convención Mundial de Percusión, que se celebra anualmente en Estados Unidos.
Allí nos asombramos de su estructura, era como ver a extraterrestres (ríe), aunque ellos se sorprendieron muchísimo de nuestra capacidad creativa.
Dicen, de hecho, que eres un genio de la improvisación.
Lo hacemos todos los componentes de ‘Amores’, donde sobresale más mi faceta como compositor. Tras descubrir la improvisación supe que era el camino a seguir, porque se trata del lenguaje de comunicación más interesante y potente.
Por medio de esta improvisación -la que te otorga la máxima libertad- sacamos los sentimientos, las emociones y las ideas musicales, con mucha más naturalidad.
«Supe que la improvisación era el camino a seguir, es el lenguaje de comunicación más potente»
¿De dónde procede esa inspiración?
Llega de aspectos cotidianos. Nos levantamos y escuchamos los sonidos que nos proporciona la naturaleza o la urbe. Fruto de esto último surgió ‘La Sinfonía de las Grúas’ (2007), para un documental de Giovanna Ribes sobre aquella época en la no dejábamos de ver grúas y más grúas, o ‘Animal de sèquia’ (2020), coreografiado por la bailarina alcoyana Sol Picó.
¿Qué proyecto tienes en marcha?
Después de perderlo muchísimo en la dana de 2024, debido a que nuestra sede está en Llocnou de la Corona, el Ayuntamiento de València nos encargó el proyecto ‘València, te quiero’. Hice acto seguido la música para cinco bandas de la ciudad, que tocarían junto a ‘Amores’ en la percusión.
Quise realizar la percusión con un coche real de aquel desastre, sin ser posible, y el diseñador Luis Crespo tuvo que fabricar uno desde cero, casi idéntico a los destrozados por el fango. Sin embargo, este concierto todavía no se ha podido celebrar y seguimos sin fecha.
«Pienso que la música nos devuelve a nuestras raíces más básicas, mezclando excitación con paz interior»
¿Y pensaste en ‘El concierto de la nada’?
Aprovechando que disponíamos del coche, reflexioné sobre el ruido y el sonido, ¿qué viene antes?, como el huevo y la gallina. Este evento tampoco tiene fecha, también por haber perdido gran parte de nuestro patrimonio musical; ¡hemos tenido que renacer cual Ave Fénix!
Pese a todo, ¿consideras que conseguiste todo en la música?
Para nada. La música la siento como una especie de ritual mágico que nos devuelve a nuestras raíces más básicas, aquellas en las que se mezcla excitación o éxtasis con paz interior. No sé si la música es arte, pero sí sé que sobre todo es vida.


















