Ana Burguet / Actriz teatral
Pese haber hecho algún pinito en el audiovisual -un pequeño papel en la segunda temporada de ‘La Ruta’ (2025)- Ana Burguet (Albal, València, 6-enero-1992) se enorgullece de ser una actriz de teatro, es el medio donde se siente más cómoda y ofrece su mejor versión interpretativa.
Muchos la ubicarán en los musicales, donde lo borda, aunque se atreve con todo. Lejos de ansiar trabajar en Madrid, en la popular Gran Vía, valora mucho más hacerlo con ‘L’Aneguet Lleig’ en el Teatro Principal de València. “Para mí eso es el éxito, soy una privilegiada”, asegura.
Se define como una actriz polifacética, obediente y valiente. “Rechazaría papeles de pudor, un desnudo que no tuviera sentido en la trama, por ejemplo”, espeta, antes de anunciar que “quisiera probar cosas nuevas, jugar quizás con las emociones más oscuras, ensuciarme, volverme un poco loca…”
Cuéntanos tus inicios en la interpretación.
A nivel teatral en mi familia no había precedentes, aunque es cierto que mi bisabuelo actúo de un modo amateur. Quizás algo genético llegó a mí, las ganas de estar en las tablas, por ejemplo. El arte sobrevolaba mi casa, pues mi abuela es poetisa y mi tía, escultora.
Supe que quería ser actriz a los doce años, cuando presencié un circo organizado en la Casa de Cultura. Mi deseo era subir al escenario y ver a tanta gente mirándome.
¿Lo conseguiste?
Por supuesto. Había un momento que pedían una voluntaria, subí ¡dos veces!, sabiendo qué iba a pasar, de tantas veces que había visto la función. Eso me daba una especie de poder.
¿Cuáles fueron esas sensaciones iniciales?
De poder, seguridad, de tener el control de cualquier cosa que se pudiera contar. También que el público me escuchaba y viajaba según les explicaba.
«Supe que quería ser actriz con doce años; deseaba subir al escenario y ver a tanta gente mirándome»
¿Se mantienen a día de hoy?
Sí, y cada vez van a más. Mi experiencia me otorga más poder, peso en el escenario, aparte de hacerte grande, porque si muestras miedo, alegría o tristeza, el público también lo tiene. Si tienes el control y los nervios no te dominan, el placer el máximo.
¿Te fijabas en otras actrices?
Al principio no, porque lo que quería era contar historias, nada más. Ahora sí observo a Anne Hathaway, soberbia en ‘Los Miserables’ (2012), o a tantas otras del teatro clásico internacional. De nuestra tierra, Mamen García, Marta Ribera y muchas otras.
¿Siempre quisiste ser actriz teatral?
Era mi deseo, si después se abrían otras puertas bienvenidas sean. Principalmente he hecho musicales: me marcó ‘L’Aneguet Lleig’, de Albena Teatre, por ser el primero de todos. Estaba en segundo de carrera, en La Escalante, y me presenté al casting sin excesivas pretensiones.
Pero me cogieron, y fue un salto enorme a nivel laboral. Tuve incluso que paralizar unos meses los estudios, no lo dudé, iba a trabajar con referentes que había visto en la televisión o en numerosas obras de teatro.
«Me marcó ‘L’Aneguet Lleig’, de Albena Teatre, estaba estudiando y fue un salto laboral enorme»
¿Estabas intimidada?
Creo recordar que no, entonces tenía mucha caradura (ríe).
Destaquemos alguna obra más.
Las que he elaborado en el Teatro La Estrella, donde formo parte del repertorio. He participado en ‘Ratones de colores’, haciendo un monólogo de marionetas, faceta que me apasiona.
Señalaría asimismo la premiada ‘Bruno, el Musical’, de Off Compañía, que tocaba el tema candente del bullying y en la que estuve nominada a mejor actriz nacional en los Premios de Teatro Musical (PTM) 2024; y ‘La Simfonia de la ment’, de Adrián Romero Producciones.
¿Por qué tienen tanto éxito los musicales?
Por su conjunción de música, baile e interpretación; entretenimiento, en definitiva. De igual modo, los adultos acuden más a estos espectáculos para acompañar a sus hijos.
Las diferentes disciplinas del teatro han ganado visibilidad. Ahora gustan igualmente a los adultos, porque tratan aspectos dramáticos, a diferencia de años atrás. Se ha abierto una puerta gigante y maravillosa.
¿Sueñas con estar en un musical de Londres o Nueva York?
Me hubiera encantado, pero hoy no es un sueño real, también porque estoy muy a gusto actuando en mi tierra. Hasta me atrevería a decir que Madrid ya no está en mi camino, puedo conseguir mi sueño donde estoy.
Para mí ya no es tan importante estar en la Gran Vía madrileña, lo es mucho más actuar en el Teatro Principal de València. No quiero estar lejos de mi familia, mi abuela, mis gatas… Aceptaría un periplo corto, pero ya sabemos la exigencia de los castings en Madrid o Barcelona.
¿A qué te refieres?
Te piden un self-tape, que debes grabártelo en casa, cuando carezco de la producción adecuada. Es totalmente inorgánico.
Actualmente, ¿qué estás preparando?
Estamos con los ensayos de ‘Abocador’, función que se estrenará en el Teatro Escalante el próximo 9 de enero.

















