Ximo Tébar / Promotor y productor musical
Ximo Tébar (València, 30-marzo-1963), conocido músico, promotor y productor musical, llegó a esta disciplina de casualidad. “Me mordía las uñas y mi madre, ya harta, me dio una guitarra a los siete años para intentar paliar ese vicio”, rememora, “era un niño que no paraba quieto”.
Bendita solución, porque con el paso de los años se ha convertido en uno de nuestros músicos más reconocidos, como muestran sus numerosos premios. Sin embargo, en un momento álgido decidió trasladarse a Nueva York, “para conocer también nuevas sensaciones”.
Ha tocado con los más grandes (Tete Montoliu, Johnny Griffinn, Joe Lovano…) y en los escenarios más legendarios, además de fundar su propio discográfica, Omix Records. Con ella produce los trabajos, entre otros, de David Pastor, Ausiàs Parejo, “joven promesa de la música valenciana”, Ricardo Belda y Roque Martínez.
«He ganado otros galardones, pero los de Mejor Solista, por la edad que los logré, me fueron muy bien»
¿Cómo fueron tus primeros pasos con la guitarra?
Me pasaba el día intentando hacerla sonar. Nuevamente el azar hizo que un día me oyera Juanito Fenollosa ‘El Chufa’ -célebre guitarrista de la época-, cliente de mi padre.
Mis primeras clases de flamenco fueron impartidas por él y Ernesto, su hermano, y ambos recomendaron que siguiera estudiando. Lo hice en el Conservatorio Superior de València.
Aunque luego te decantaste por el jazz.
Tocaba flamenco, y bastante bien, pero por una serie de circunstancias acabé cogiendo manía a la guitarra, a estudiarla. Hice entonces trompeta y piano.
De repente un día escuché discos de bossa nova, música brasileña, grupos y músicos de jazz fusión -tipo George Benson- y comprobé que la armonía era diferente a la que estaba acostumbrado. Me dije ¡esto no se hacerlo yo!, y quise investigar. Tenía quince años, a los diecisiete ya era profesional.
¿Qué sientes de haber tocado con los más grandes?
En parte soy un afortunado, pero es bien cierto que la suerte llega si estás preparado. Las oportunidades se deben aprovechar, con buena actitud, energía y disciplina.
«Mi etapa en Estados Unidos fue de aprendizaje y para expandir mi sello discográfico, Omix Records»
Recompensa que llegó en forma de premios.
Los reconocimientos brindan ilusión y la confirmación que estás en el camino correcto, nada más. Uno de los más relevantes fue ser escogido dos años (1989 y 1990) Mejor Solista de la Muestra Nacional de Jazz, otorgado por el Ministerio de Cultura. Ningún otro lo ha logrado.
Posteriormente he ganado otros galardones, quizás más importantes, pero los de Mejor Solista, por la edad que los logré, me fueron muy bien.
¿Por qué, en tu mejor momento, marchas a Nueva York?
Precisamente por eso: en España estaba muy bien posicionado y reconocido. Tenía ganas de evolucionar y aprender más, estar en el sitio donde se crean las cosas… Hice esa apuesta, en 2003, también porque años antes no pude ir a Berklee (Boston), donde estaba becado, y tenía una espinita clavada.
En la Gran Manzana estuve un total de nueve años, a caballo con València. Estaba tan focalizado y casi obsesionado en el jazz que jamás hice turismo, pese a estar cerca de los lugares más conocidos cientos de veces.
¿Tocar allí tiene un aura diferente?
Por supuesto, porque tienen otra energía y forma de entender la música. Hay mucha competitividad, en el buen sentido, y en Nueva York están muchos de los mejores músicos del planeta.
Me producía un chute de emociones, empapándome de tantas cosas; fueron años de aprendizaje y de expandir mi sello, Omix Records, al mercado americano.
«En Nueva York, donde están muchos de los mejores artistas, tienen otra energía y forma de entender la música»
¿’Son Mediterráneo’ es tu trabajo más especial?
Fue un antes y un después, aunque ya había hecho dos discos anteriores en esa misma línea. ‘Te Kiero con K’ y ‘Anís del Gnomo’. ‘Son Mediterráneo’, el más redondo de los tres, es también una investigación profunda sobre la música mediterránea, el flamenco, jazz, blues…
Conseguía el sonido que tanto andaba buscando, en un trabajo que igualmente me abrió las puertas al circuito internacional, debido a que fiché por Warner.
¿Otros discos te volvieron a marcar?
Todos están compuestos con mucha conciencia de lo que anhelaba hacer y la etapa personal y musical que estaba viviendo. De igual modo, mi experiencia con Warner no fue del todo buena, porque querían que hiciera temas más comerciales, lejos de mi línea.
Tuve un parón, marché a Nueva York, como dije, y descubrí nuevos aspectos, un jazz más progresivo. Producto de ello son ‘Eclipse’ o ‘Steps’.
¿En qué estás focalizado ahora?
Sobre todo en discos que unifican todos los estilos e influencias que me agradan, evidentes en trabajos como ‘Soleo’ o ‘Con Alma & United’. En ellos se puede escuchar el ‘Son Mediterráneo’ evolucionado o 2.0.
También, junto a Nacho Mañó, produciré el Concierto de Navidad de Jazz, que se celebrará en el Palau de la Música de València el 20 de diciembre.




















