David Pastor / Músico
Hijo de emigrantes, David Pastor (Bad Honnef, Alemania, 29-abril-1974) quiso ser músico desde la niñez: “veía por televisión un instrumento y me hechizaba, me quedaba boquiabierto”, apunta. Recuerda con cariño sus primeros pasos en la música, todos ellos dados de un modo natural, “fue como una llamada”.
Comenzó a los nueve años, en Sedaví, de la mano del maestro Manuel López, escogiendo la trompeta porque ya se habían acabado los fagots. Fue una fortuna, podríamos decir, pues con el tiempo se ha convertido en un trompetista de gran prestigio internacional.
Pronto mostró gran pasión por el jazz, evidenciada en su participación en Sedajazz y Valencia Jazz Big Bang, junto a Ramón Cardo, “una precuela de lo que vendría después”. Sobresalen sus dos últimos trabajos, ‘TimeLapse’ (2024) y ‘Dizzyness’ (2025), ambos emotivos tributos.
¿Qué representó la influencia de Manuel López?
Muchísimo, tanto que la primera vez que le escuché tocar la trompeta me dije a mí mismo “¡yo quiero hacerlo!” Era el sonido, la manera cómo disfrutaba.
Teníamos esa conexión, la de disfrutar de la música. Siempre les digo a mis alumnos que jamás he tenido la sensación de estar trabajando, simplemente gozo.
¿Oyes trompeta y qué te viene a la cabeza?
Son tantas cosas, lo es todo. Desde que me compraron la primera, con nueve años, no entiendo ningún día de mi vida sin la trompeta.
«Mi referente es Miles Davis, no solo como trompetista, sino como músico y marcador de tendencias»
Tanto que sufriste por ella en un vuelo.
Sobre todo sufrí por mi vida, porque sobreviví a un accidente de avión en Ginebra (Suiza). El tren de aterrizaje delantero no funcionaba y tuvieron que llenar la pista de espuma carbónica para que pudiéramos descender.
Fue el 17 de marzo de 1999, el día que volví a nacer. Al salir del avión nos atendió un psicólogo, aunque lo único que deseaba era coger mi trompeta y salir de ahí, esa misma noche tocaba en Cully.
Volviendo a la música, ¿quiénes eran tus grandes referentes?
Si tengo que escoger a uno, sin duda, sería Miles Davis, no solo como trompetista, sino como músico, catalizador y marcador de tendencias. Fue capaz de pasar por todos los estilos de jazz.
Otros, como Charlie Parker, era el número uno del bebop, o Kenny Baker, del cool jazz. Miles, por su parte, fue un referente de todos los estilos, llenando estadios hasta casi su muerte, a principios de los noventa.
¿La trompeta te abrió la puerta al mundo?
Por supuesto, me ha permitido conocer sitios únicos, como Gabón o Conakry, la capital de Guinea. Antes incluso ya había viajado a Países Bajos con la banda de música de Sedaví.
También he estado en ciudades muy representativas del jazz, Kansas City, por ejemplo, donde aparte de dar clases, pude ofrecer dos conciertos y visité el legendario Club Room de esa ciudad. Allí se ubica el Museo Nacional del Jazz.
«Para ser un buen músico debes tener el radar abierto, pues cuando improvisas lo que haces es ser tú mismo»
¿Igualmente en Nueva Orleans (Lousiana)?
Todavía no, y tengo muchas ganas, igual que San Francisco. Sí he podido tocar en el Carnegie Hall de Nueva York, en Filadelfia, Atlanta…
¿Debes sentir algo especial en la meca del jazz?
Muchas veces me siento como un farsante, porque llego allí, desde la otra punta del mundo, para explicarles su folclore (ríe). Ciertamente, el jazz es una música muy abierta.
Para ser un buen músico debes tener el radar abierto a todo, pues cuando improvisas lo que haces es ser tú mismo, narrando una historia. Da igual cómo la expliques, importa que llegue a la audiencia.
¿Llegaste a soñar con todo lo logrado?
¡Todavía estoy viviendo el sueño!, y no quiero despertar. Mi idea es no retirarme nunca, tocar hasta que no pueda más.
«En USA muchas veces me siento como un farsante, vengo de la otra punta del mundo para explicarles su folclore»
¿Cuáles han sido tus últimos trabajos?
‘TimeLapse’, lanzado en 2024, refleja mucho mi personalidad, al ser un recorrido de canciones de música clásica -Manuel de Falla, Franz Schubert…- pasadas por el filtro del jazz. Realizado junto a Francesc Capella al piano y Thomas Kent Warburton al contrabajo, es importante porque estuvimos nominados como mejor Disco de Jazz por la Academia de la Música.
Este mismo año 2025 presenté otro disco, ‘Dizzyness’, un tributo al trompetista Dizzy Gillespie, uno de los padres del bebop y del latín jazz. Se trató de un encargo que grabamos en un concierto en directo celebrado en Augsburgo (Alemania).
¿En qué más estás focalizado ahora?
También soy profesor del Tallers de Músics de Barcelona desde hace casi quince años, gestiono con Víctor Colomer la dirección de la Bing Band de la Universidad de Castellón y desde 2022 doy clases en la Escuela de Alto Rendimiento de València.
¿Cómo te da tiempo a todo?
Comprimo las clases en pocas jornadas, una locura, porque además estoy en ‘Camilo Sinfónico’, un bonito homenaje a Camilo Sesto, con Javier Eguillor y Dani Diges.

















