Esther Quiles / Cantautora
Esther Quiles (Elche, 8-febrero-1968) afirma orgullosa que nació con la música bajo el brazo, “ya de pequeña jugaba cantando”. Se inventaba canciones, constantemente, sin saber que ya entonces ‘componía’ temas, “simplemente era mi forma de expresarme”.
Dio sus primeros pasos en el coro de la iglesia, porque la “música siempre ha estado ahí, acompañándome”. Seguidamente se formó en el Conservatorio de Elche, en una época muy distinta a la actual, “pues te enseñaban a interpretar partituras, no a entender la música”.
Después de un largo periodo de disfonía vocal, mediante sus canciones ahora busca transformar la pena en luz, afirmando que “la edad no es ningún problema”. Esther es toda una inspiración, sabedora que siempre nos podemos reinventar, “ir más allá en nuestro camino”.
¿Quiénes fueron tus primeros referentes?
Siempre he sido muy libre, si bien es cierto que en mi casa se escuchaba mucha música clásica. Mis padres nos llevaban incluso a conciertos, también de jazz y góspel.
Era igualmente habitual poner discos de la nueva canción catalana, es decir, Lluís Llach, Raimón, Mª del Mar Bonet…
¿En aquella época ya componías?
La primera vez que escribí una canción consciente de ello fue a los dieciséis años, pero antes ya me inventaba otras. Sin embargo, al formar parte de un grupo, del coro, no me veía como solista -ni siquiera quería-, pese a saber que mi don era hacer canciones.
¿Cuándo cambió ese pensamiento?
Tuvieron que pasar unos años, hasta que me sentí más cómoda con mi voz. Debía tener cerca de treinta y siempre estaba acompañada de mi guitarra.
«En ocasiones me han acompañado músicos, pero me gusta tocar sola, por la independencia que te da»
¿Sin ella estás desnuda, te falta algo?
Por supuesto, es mi instrumento desde el momento que aprendí a hacer acordes. En ocasiones me han acompañado otros músicos, pero me gusta tocar sola, esa independencia que te da.
¿Tu estilo es indie pop?
Una especie de mezcla entre canción de autor e independiente. Crecí en la época dorada del pop y claro que tengo influencias; era un gran fan de ‘El último de la fila’, grupo de Manolo García. Mantengo un poso poético, en ese sentido.
No me gusta contar las vivencias como si estuviera hablando, sino que las canciones evoquen, que se interpreten de un modo diferente; eso solo es posible a través de un lenguaje poético. De hecho, me formé como filóloga, he bebido mucha poesía.
Transmites al público buenas vibraciones.
Es el principal objetivo, por medio de canciones positivas. Lo hago no únicamente con mi música, también con mi propia vida, el propósito es dejar improntas bonitas.
Recientemente me dijo una persona que mi música le había ayudado en los momentos más oscuros de su vida. Es tan increíble escuchar eso, para mí también es un ejercicio terapéutico, en el que encuentro la salida.
¿En qué te inspiras para componer?
Me inspiro en la vida, mis pensamientos, inquietudes y opiniones sobre lo que sucede en el mundo. Poseo un diario en el que cada jornada escribo algo, sin filtros, lo que me nace, y algunos de estos textos luego se convierten en canciones.
Miro mucho más dentro de mí y canto lo que deseo, no lo que me piden o estás obligada a hacer.
¿Por eso tus letras son tan positivas como profundas?
Exacto. Me gusta asimismo que el público participe en mis conciertos, sobre todo en los temas más alegres. Siempre hay una parte que la audiencia puede cantar contigo, ¡me encanta!, o que den palmas, es el modo de que sientan más suyo el espectáculo.
«Poseo un diario en el que escribo sin filtros, y algunos de estos textos luego se convierten en canciones»
Te habrán pasado numerosas anécdotas.
Asistí a un micro abierto en café ‘El Volander’ de València y allí canté por primera vez ‘Viu els somnis’, en la actualidad una de mis canciones más emblemáticas. Una vez finalizado, por las redes un chico que había estado me preguntó ¿dónde puedo conseguir este tema?
Le indiqué que todavía no lo había grabado, a lo que me contestó que de repente le había aclarado sus ideas. Fue un momento mágico.
¿Cuántos discos has publicado hasta ahora?
Mi primero, ‘Les ales del teu nom’ (2020), lo grabé en una versión doble, castellano y valenciano. Lo califico como un disco de transición, en el que se aprecia mucho mi espiritualidad.
Llegó seguidamente ‘Caminos del viento’ (2023), mi segundo y último disco. Después he publicado singles.
¿Ahora en qué estás centrada?
En la grabación de dos nuevas canciones, ‘Mi viaje’ y ‘El ritme del teu cor’, cuyos arreglos ya concluí. Aparte lancé ‘Núvol’, que habla de huir de mis creencias y herencias pasadas, y ‘Remeier’, con la participación de la violinista celta Jezabel Martínez.
También eres muy activa en las redes.
Al final son una prolongación y escaparate a todo lo que haces. Por medio de esta pequeña ventana muestro mi propósito, quizás una fuente de inspiración para otros.




















