Si bien es cierto que tradicionalmente la Navidad se celebra a finales de diciembre, la realidad histórica que destacan algunos teólogos, como Benedicto XVI, sitúa el nacimiento de Jesús al principio del otoño.
A juzgar por la visita de los pastores al establo, la escena se habría producido en plena época de pastoreo, un indicativo que se aleja de las frías noches invernales.
Saturnales cristianizados
La elección de la fecha del 25 de diciembre para la celebración cristiana tuvo un propósito estratégico: seguir la tradición de las festividades romanas. Antes de la llegada del cristianismo al Imperio, en estas mismas fechas se celebraban las Saturnales, grandes fiestas y banquetes en honor al dios Saturno.
En estas celebraciones, además de una ingente variedad de manjares, se preparaban unas tostas dulces que, con el tiempo, se convertirían en el origen del actual roscón de Reyes.
Epifanía antes del roscón
Antes de que este postre se asentara como el broche de oro de la Navidad, en la historia moderna de España no se concebía otro dulce para celebrar el Día de la Epifanía. Sin embargo, en épocas anteriores, la costumbre era distinta. Para saciar el apetito de glucosa, se optaba por mazapanes y figuritas de almendra, especialmente en las regiones con una fuerte tradición conventual.
También acompañaban las celebraciones con frutas secas y confitadas, además de variedades de turrones primitivos. Y es que, a pesar de que este producto estrella ha evolucionado enormemente, ya en tiempos de Al-Ándalus se consumían tabletas hechas con frutos secos.
La llegada borbónica del dulce
Con la expansión del cristianismo, las fiestas paganas, como las Saturnales, se fueron cristianizando. El primitivo alimento de la tosta con dátiles que disfrutaban los romanos en sus banquetes se trasladó y adaptó al día de la Epifanía.
No obstante, el roscón tradicional que conocemos hoy en día tuvo una implantación tardía en España. No fue hasta el siglo XVIII, de la mano de la dinastía borbónica y el exigente paladar de Felipe V, cuando la costumbre se importó desde Francia. Con el tiempo, este bollo se asentó definitivamente como el dulce tradicional para despedir la Navidad el 6 de enero.
De las tostas al paciente amasado
Con el paso del tiempo y el asentamiento de las nuevas costumbres importadas desde el país galo, las viejas tostas con dátiles y otros frutos evolucionaron hacia el amasado esponjoso y escarchado que es el roscón de Reyes actual.
Su preparación requiere una masa dulce y elevada, enriquecida con huevo y mantequilla y perfumada con agua de azahar, la esencia que se extrae de la flor del naranjo. En ese juego culinario de texturas y sabores se esconde el verdadero desafío: el azar. El afortunado que encuentre el premio de la figura debe ser tratado como rey por un día; mientras que quien se tope con el haba, tendrá la mala fortuna de correr con el gasto del dulce el año siguiente.
Innovación y vanguardia en los ochenta
Propio de una época en constante evolución, los ingredientes y la preparación del roscón también han ido variando. Si en un principio se consumía preferentemente el tradicional o clásico -sin relleno, ideal para mojar en una taza de chocolate caliente-, ahora es muy habitual encontrar un sinfín de variedades.
La veda la abrieron en su momento el roscón de crema y el de trufa, y a partir de ahí se ha abierto una ventana de Overton culinaria que hace posible casi cualquier combinación de sabor. En las últimas actualizaciones del catálogo, destacan innovaciones que llegan hasta el chocolate Dubái.
Tributo alicantino
En estos experimentos culinarios de mezcla de sabores, no podía faltar el relleno de turrón de Jijona, que combina lo mejor de dos mundos. Desde finales del siglo XX, especialmente en las décadas de 1980 y 1990, diversas pastelerías tradicionales de Jijona optaron por aprovechar el tirón de la denominación de origen del producto navideño por antonomasia. Esta variedad se presenta de dos formas: Turrón duro, acompañando o con trozos en el interior de la masa y crema de turrón blando en sustitución de otros rellenos de textura similar, como la nata o la trufa.
Como una especie de tributo a sus orígenes más primitivos -aquellas tostas de las Saturnales condimentadas con dátiles-, en la zona de Elche es también típica la preparación del dulce con el sabor natural de este fruto tan valioso para la tierra ilicitana. Esta variedad, de sabor profundo, suele estar destinada a un mercado gourmet.
Rey de reyes
La relevancia de este dulce es tal que, en los últimos años, se han ido celebrando diversos concursos para premiar al mejor roscón de reyes, tanto a nivel nacional como con categorías específicas en diferentes regiones de nuestro país, asegurando así que la tradición se mantenga viva, deliciosa y en constante evolución.





















