La Costa Blanca es mucho más que sol y playa. Lo saben bien los que tienen la inmensa fortuna de vivir en este rincón del Mediterráneo durante todo el año y lo saben, también, aquellos que deciden pasar sus días de vacaciones aquí.
Son muchos los atractivos que la provincia de Alicante ofrece a sus habitantes y visitantes, pero por muy conocidos que estos sean, siguen existiendo tesoros, pequeños secretos, que merecen la pena ser descubiertos, visitados y disfrutados. Lugares perfectos para una escapada de fin de semana.
Sin duda alguna, uno de esos tesoros es su red de Parques Naturales, entornos protegidos en los que conocer no sólo una parte especialmente bonita de la Costa Blanca, sino también aprender de la enorme biodiversidad de la costa mediterránea, tan distinta entre los parajes más cercanos al mar y los situados en el interior.
Siempre con el exquisito respeto por el medio ambiente que la visita a estos Parques Naturales exige, su descubrimiento y disfrute aparecen como una alternativa de ocio de lo más recomendable. Este viernes, os ofrecemos un pequeño resumen de lo que podemos encontrar y hacer en los mismos.
Sierra de Mariola, un crisol de culturas
Las 17.257 hectáreas de la Sierra de Mariola, ubicada entre las comarcas de L’Acoià, El Comtat y La Vall d’Albaida, no solo esconde el nacimiento del río Vinalopó, el más importante de la provincia de Alicante, sino también un conjunto de pozas y manantiales único. Atracciones acuáticas a complementar con un recorrido por las diferentes culturas que han convivido entre neveras y laderas: desde la edad de bronce que respira en la muela de Serelles y la muela de Agres, hasta el encanto musulmán del castillo de Barchell, pasando por los yacimiento ibéricos de Alberri o Castellar.
Font Roja, el reto del santuario
El Parque Natural de la Font Roja se ubica en la comarca de L’Alcoià y conforma 2.298 hectáreas de naturaleza antaño exploradas por los antiguos neveros que potenciaron la industria heladera en el siglo XVIII. Los ecos de la historia flotan entre fresnos y pinos a través de diferentes rutas de senderismo que siempre conducen al Santuario de la Font Roja, nacido en el siglo XVII a partir de la leyenda de un lirio en cuyo bulbo podía admirarse la imagen de la Virgen María.
Marjal Pego-Oliva, la ruta azul en bicicleta
La Marjal Pego-Oliva es un ecosistema único donde los arrozales hacen el amor con el mar y las montañas, los humedales salpicados de nenúfares y acuíferos centenarios. El perfecto escenario en el que potenciar una «ruta del agua» en bicicleta de unos 30 km (puedes realizarla de forma completa o a través de diferentes tramos) a través de diferentes iconos: el manantial de Les Aigües, nacimiento del río Bullens; el punto de observación de La Muntanyeta Verda, o las desembocaduras del río Bullens en la playa d’Aigua Morta y del río Racons en la playa Les Deveses, atravesando un cordón de dunas.
Peñón d’Ifach, vistas panorámicas a la provincia
Considerado como uno de los grandes iconos de la Costa Blanca, el Peñón de Ifach supone la extensión más épica del pueblo de Calp, protegiendo la costa mediterránea en busca de nuevos guardianes. Un macizo calcáreo que despliega diferentes endemismos botánicos e invita a una ruta de ascenso de unas 2 horas y media en la que tendrás que sortear gaviotas, utilizar zapato cómodo y reservar con cita previa dadas las medidas de aforo. ¿La recompensa? Una de las panorámicas más alucinantes de la provincia de Alicante.
Serra Gelada, calas iluminadas por el Faro de l’Albir
El Parque Natural de la Serra Gelada se ubica en las inmediaciones de Benidorm, Altea y L’Àlfas del Pí y supone la mejor excusa para asomarse a miradores como el del Faro del Albir. Sin embargo, más allá de su principal atracción, este ecosistema está rodeado de calas a las que acceder a través de diferentes planes de senderismo. La ruta hasta la Punta del Cavall descubre la Cala Almadraba, de carácter nudista, o la Cala del Tio Ximo, mientras la ruta hasta el Faro del Albir te sumerge en la Caleta del Metge, una de las más perdidas de este paraíso.
El Montgó, cuevas por descubrir
El Parque Natural de El Montgó conforma uno de los últimos resquicios de las cordilleras Béticas antes de morir en el mar y resurgir en Baleares. Un escenario tallado por el Mediterráneo y comprendido entre Jávea y Dénia donde destaca cualquier ruta hasta sus dos principales cuevas: la Cova de l’Aigua, cuya ruta comienza junto a la Caseta del Pare Pere; y la Cova Tallada, excavada en el Cabo de San Antonio y a la que se accede a través de una senda que surca la Torre del Gerro bordeando la línea de costa. En el caso de la Cova Tallada, es necesario reservar cita previa si te dispones a visitarla del 15 de junio al 15 de septiembre. La mejor alternativa para descubrir los antiguos tesoros escondidos por los piratas que asolaban la costa de Alicante.
Santa Pola, la sal de la vida
El Parque de las Salinas de Santa Pola es un conjunto de humedales en las afueras del pueblo de Santa Pola donde la actividad salinera ha creado un microuniverso de colores únicos. La presencia del alga Dunaliella salina, responsable de la tonalidad rosa de las salinas, tiñe estas lagunas que destacan por la presencia de aves acuáticas como el flamenco, protagonista visible durante la ruta roja del parque. Otra interesante ruta es la amarilla, donde disfrutar de antiguas balsas, cordones dunares y la singular playa de El Pinet.
El Hondo, paraíso senderista
También conocido como El Fondo, este parque natural ubicado entre Crevillent y Elche supone la mejor extensión de las mencionadas Salinas de Santa Pola. Un conjunto de humedales que preceden la desembocadura del río Vinalopó en el embalse de Levante de El Hondo, entre campos de juncos y carrizos. La perfecta excusa para una ruta de senderismo suave por la tierra de la anguila y el camarón dulce que durante años abastecieron este rincón de la provincia.
Lagunas de la Mata y Torrevieja, atardeceres de oro
El Parque Natural La Mata – Torrevieja es un espacio casi marciano ubicado al sur de la ciudad de Torrevieja y el parque más meridional de la Costa Blanca. Un paraíso donde la actividad milenaria de las salinas forman diversas lagunas rosas similares a las de su vecina Santa Pola. Humedales que atraen a un sinfín de especies animales y vegetales y cuya contemplación bien merece una visita al atardecer, momento en el que la vida matutina y nocturna se funden en un sinfín de sonidos.