Entrevista > Miguel Rellán / Actor (Tetuán, 7-noviembre-1973)
‘Los asquerosos’ llegan a Alicante. Así es como se llama esta comedia que se representará el 20 y 21 de noviembre en el Teatro Principal. Se trata de la adaptación teatral de una novela escrita por Santiago Lorenzo.
Hablamos con Miguel Rellán, que protagoniza esta obra junto con Secun de la Rosa. Quien participara en películas y series tan míticas como ‘Compañeros’, ‘El crack’, ‘El viaje a ninguna parte’ o ‘Amanece que no es poco’ nos atiende antes de que se abra el telón.
«En el teatro me puedo permitir el lujo de elegir a quienes quiero de compañeros»
Permíteme que te pregunte por tus inicios. ¿Cómo te dio por esto de ser actor?
Pues no fue una revolución, sino más bien una evolución. Yo nací en Marruecos y en mi infancia tenía una auténtica fascinación por ver películas. Pero antes no era como ahora que con 20 años los chavales se van a Hollywood a triunfar, yo no tenía ni puñetera idea de adónde tenía que ir para hacer cine (risas). Supongo que se podría decir que mis comienzos en el teatro fueron adaptando cuentos con mis hermanos y primos en el recibidor de mi abuela.
Estudiaste Medicina pero… ¿llegaste a ejercer?
No, nunca. Cuando estaba en Sevilla estudiando, en vez de preguntar dónde estaba la sala de disección… preguntaba dónde se podía hacer teatro. Empecé como aficionado en el Teatro Español Universitario (TEU) y luego pasé al independiente cofundando la compañía Esperpento. Por cierto, otro de aquellos diez locos fundadores fue Alfonso Guerra.
Y después de años, ya cansado de cargar furgonetas y no tener ni un maldito duro, pues me dije “a ver si soy capaz de ganarme la vida con esto, ya que parece que medio valgo”. Y hasta hoy.
«La obra es una crítica a lo superficial que es esta sociedad, pero con mucho humor»
¿De qué trata ‘Los asquerosos’?
Secun de la Rosa hace de mi sobrino. Un tipo raro, misógino y que no encaja mucho en el mundo. De repente un día en una manifestación casi sin querer agrede a un antidisturbios. Entonces me lo cuenta a mí, su tío, que también soy bastante raro y veo de todo esto la oportunidad de vivir una experiencia peliculera. Así que le asusto y le propongo que se esconda en un pueblo de la España vaciada.
A partir de ahí estamos en contacto por teléfono. Poco a poco me voy dando cuenta de que mi sobrino resulta que ha descubierto la felicidad en el campo, se ha convertido en un salvaje feliz… lo cual me fastidia un poco porque ya no me necesita tanto.
Pero resulta que un día desembarca en el pueblo una familia ruidosa y escandalosa, tan representativa de la sociedad en la que vivimos, que le hacen la vida imposible. De ser feliz pasa a ser un desgraciado otra vez. Y entonces, sobrino y tío, decidimos vengarnos…
El argumento me recuerda un poco a mi confinamiento pandémico. Viviendo solo, hablando por teléfono con familiares, haciendo introspección, volviéndome majara….
(Risas). Cuando hablamos con el público tras hacer la obra normalmente suele surgir ese mismo tema… ¿podemos vivir solos?
Mi madre decía mucho aquella frase atribuida a Churchill de que “el dinero no cambia a las personas, las muestra tal como son”. Pues a mi juicio la pandemia ha hecho exactamente lo mismo, nos ha descubierto en algunas personas unos agujeros psicológicos del tamaño del Vesubio. Por supuesto necesitamos a los demás, somos seres sociales.
«La pandemia nos ha descubierto algunos agujeros psicológicos del tamaño del Vesubio»
La obra también tiene mucha crítica social…
Sí. Es una clara crítica a lo superficial, estúpida y banal que es esta sociedad con tanta prisa. Sobre todo en cuanto al ruido innecesario que padecemos. El otro día, cuando actuamos en Valencia, dimos un paseo por la Malvarrosa y nos encontramos con unos altavoces que atronaban música a toda pastilla. ¿Pero a qué viene Julio Iglesias ahí? No podíamos ni escuchar el mar.
Parece como si tuviéramos terror al silencio. Y como dice el proverbio, “si no puedes mejorar el silencio, cállate”. Toda esta crítica está envuelta, por supuesto, en el algodón del humor. Porque es la mejor manera de que nos traguemos todo.
Una obra con solo dos actores en el reparto depende mucho de la química entre ambos para que funcione. ¿Cómo es trabajar con Secun de la Rosa?
Es muy fácil, porque somos amigos desde hace mucho tiempo. De hecho cuando a mí y a David Serrano (el director) nos ofrecieron la función, elegimos a Secun ex profeso para el papel. El productor quería otro actor que, sería todo lo televisivo que tú quieras, pero no nos gustaba nada.
Fernando Fernán Gómez decía que en este oficio no se elige, sino que se rechaza. En el cine es tal cual, yo ya puedo decir que quiero hacer este papel en esta peli que probablemente se lo darán a Antonio Resines (risas).
Sin embargo, en el teatro sí puedo permitirme más el lujo de elegir mis compañeros de viaje, y esto es muy importante porque te aseguro que las giras teatrales suponen un trabajo durísimo. Por eso me gusta rodearme siempre de gente que sean buenos profesionales y humildes. Tonterías, a estas alturas, ninguna.