Entrevista > Benja Francés / Karateka (Alcoy, 3-octubre-1983)
La palabra japonesa karate significa literalmente ‘mano vacía’, toda una declaración de intenciones respecto a la forma en la que se practica esta ancestral arte marcial. El sensei (maestro) Benja Francés es uno de tantísimos occidentales que han dedicado parte de su vida a esta noble disciplina, que más allá del aspecto físico, también ostenta un importante corpus filosófico.
Este alcoyano de 38 años ha participado con su alumna Sonia Bou en el Campeonato Mundial de Katas, celebrado el pasado mes de septiembre en la localidad Suiza de Kriens. Siendo los dos únicos participantes de nuestro país finalizaron entre las diez primeras posiciones; todo un éxito para una competición donde participaban superpotencias como Rusia o Inglaterra.
¿Qué particularidades tiene el karate kyokushinkai que tú practicas?
La principal diferencia respecto a otras modalidades es que nosotros no buscamos puntuar en un combate, sino llegar al KO. Se trata de una simulación de un combate real donde intentamos noquear. En cada una de nuestras técnicas buscamos causar el mayor daño en el rival en sus zonas vitales.
Esto cambia en la modalidad olímpica de karate, donde los participantes sí que van a puntuar con sus golpes. Además llevan mayores protecciones que en el kyokushinkai, donde solo usamos coquilla en el caso de los hombres y protector de pecho en las mujeres.
«En el karate kyokushinkai buscamos noquear al rival directamente»
Hay una gran distinción dentro del kárate que es la kata y el kumite. ¿Qué diferencias hay entre esos dos conceptos?
El kumite es el tipo de karate basado en el ataque y la defensa ante un rival. Por otra parte está la kata, que es la modalidad en la que el karateka exhibe una serie de movimientos sin ningún oponente en frente. Aquí es la puntuación de unos jueces la que determina el buen hacer del ejercicio.
¿Cómo fueron tus inicios en el karate?
Empecé con cinco años en la escuela Budokan de Alcoy con el maestro José Valero. Con los años mis compañeros de kárate empezaron a salir de la ciudad y a los 18 años sentí que debía evolucionar en esta disciplina, pero que no podía hacerlo. Por eso empecé a competir en otros deportes, como musculación o carreras.
Con 28 años decidí que quería montar un centro de actividad física y vivir profesionalmente del deporte. Pero antes de eso quería recuperar mi nivel de karate, así que entrené medio año y me apunté a dos competiciones, una de kumite y otra de katas. Obtuve buenos resultados y eso me animó a enseñar karate a otras personas.
«En Suiza me quité la espina de otras competiciones internacionales donde no pude llegar a la final»
Actualmente eres sensei en tu propio dojo (centro donde se instruye en artes marciales). ¿Qué camino has debido seguir para llegar hasta aquí?
A diferencias de otros deportes (donde puedes obtener una titulación para dar clase en un simple fin de semana) en karate hay un aprendizaje y una evolución continua. Hay unos grados que los determina el color del cinturón. El primer cinturón es el blanco, y hasta llegar al negro debes superar un número determinado de kyu (niveles) en cada cinturón para acceder al siguiente.
En cada grado debes aprobar exámenes que tienen cinco apartados: teoría, técnica, físico, kata y kumite. Una vez obtienes el cinturón negro los diez grados los determina el dan. Yo tengo cinturón negro 3 dan. También tengo la habilitación para ser juez nacional e internacional de karate.
Has participado recientemente en una competición mundial celebrada en Suiza. ¿Cómo fue la experiencia?
En mi caso fue el tercer mundial en el que participaba en modalidad kata, y la experiencia fue muy gratificante. Conseguí llegar a la fase final y acabé noveno, así que cumplí mi objetivo de quedar entre los diez primeros.
Me quité la espina de otras competiciones, donde no había podido llegar a las fases finales por cuestión de décimas. Muchas veces he tenido la mala suerte de salir a competir el primero, y eso puede llegar a perjudicar, ya que la nota media que ponen los jueces suele ir incrementando a medida que van participando los diferentes competidores.
«Alcoy ha jugado un papel muy importante en el karate kyokushinkai de nuestro país»
¿Cómo te preparaste para la competición?
Lo hice junto a mi alumna Sonia Bou, que también participó en este último mundial y quedó séptima. Fuimos los dos únicos participantes procedentes de España. Para mí fue un momento muy emotivo ver a Sonia realizar sus katas ante un pabellón totalmente entregado.
Dos españoles en el mundial y los dos de Alcoy. ¿Hay mucha afición por el karate en nuestra ciudad?
Hay que tener en cuenta que Alcoy ha jugado un papel muy importante en el karate kyokushinkai de nuestro país. La disciplina nace en Japón y luego llega a países europeos como Inglaterra u Holanda. Un valenciano aprendió la modalidad en este último país, y al volver a su ciudad natal coincidió con un alcoyano que estaba en Valencia haciendo la mili.
Ese alcoyano acabaría fundando en nuestra ciudad uno de los primeros dojos de kyokushinkai de España, donde entre otros grandes karatekas se formó mi maestro José Valero. Con el tiempo se han ido abriendo otros dojos en Alcoy y ahora hay alrededor de ocho.