Hoy en día sería uno de los edificios más antiguos de la ciudad, apenas solo superado por el Castillo o la Torreta. Sin embargo hace 85 años que ya no existe. La barbarie y sinrazón de la guerra se llevó por delante para siempre uno de los principales símbolos de la Elda preindustrial.
Nos referimos de la Iglesia de Santa Ana. Bien es cierto que hoy en día hay otro templo de mismo nombre y en el mismo lugar, pero ni mucho menos sus paredes tienen tanta historia como su predecesor. Recordamos pues, la agitada trayectoria de este desaparecido edificio.
Origen
Para encontrar los orígenes de esta iglesia debemos viajar hacia los inicios de la Edad Moderna. El aragonés Juan Coloma, asesor de los Reyes Católicos, invirtió la nada desdeñable fortuna que había hecho en su carrera política comprando grandes extensiones de tierras en el Valle del Vinalopó a los Condes de Cocentaina. Así fue como la familia Coloma se convirtió en la más poderosa de esta zona.
Cuando heredó el señorío su hijo Juan Francisco -padre del primer Conde de Elda-, éste quiso construir un importante templo sobre los restos de la antigua mezquita que aún perduraba desde la época islámica (a pesar de que Elda había sido reconquistada por los castellanos más de dos siglos atrás). Así fue como nació la Iglesia de Santa Ana en 1528.
En los siglos posteriores se construyeron dos capillas más para engrandecer este sacro edificio, una dedicada a la Virgen de la Salud y la otra al Cristo del Buen Suceso. Es decir, a los Santos Patronos de Elda.
Hubo un primer asalto en 1931 contra el templo, que fue frustrado por el alcalde socialista Marciano Salgado
Primer intento de quema
Ya en 1931 hubo un primer intento de destruir este templo. Fue el 11 de mayo, pocas semanas después de proclamarse la Segunda República. Ocurrió a raíz de una serie de altercados entre republicanos y monárquicos sucedidos en Madrid el día anterior. Rápidamente la violencia se desató por toda España y numerosos exaltados hicieron arder templos religiosos en diversas ciudades.
En Alicante solo la intervención directa del alcalde republicano Lorenzo Carbonell pudo evitar que se destruyera la Santa Faz. Algo parecido ocurrió en Elda, pues fue el alcalde socialista Marciano Salgado quien consiguió convencer a los violentos que cesaran en su empeño de quemar la Iglesia de Santa Ana. El párroco del templo Luis Abad, eso sí, se llevó una violenta paliza por parte de los asaltantes.
En 1936 los asaltantes provocaron un gran incendio, aunque la estructura del templo resistió en pie durante meses
El ataque del 36
Sin embargo el histórico inmueble apenas aguantaría en pie otros cinco años más. Tras el golpe de estado perpetrado el 18 de julio de 1936 de nuevo se sucedió la violencia en las calles contra los edificios religiosos. Solo tres días más tarde la iglesia sería asaltada por un grupo nutrido de eldenses, esta vez sin que nadie les parase, que saquearon el edificio para luego hacerlo arder.
En este asalto se perdieron para siempre las pinturas sacras elaboradas por Cristóbal Llorens en el siglo XVI, las tallas del retablo mayor obra del escultor Jerónimo Esteve, la escultura de la Virgen realizada por Antonio Perales, los óleos del pintor Fray Antonio de Villanueva datados del siglo XVIII, etc. La mayoría de estas obras fueron quemadas en una gigantesca hoguera que se prendió en el interior del templo, cuyo fuego se extendió después por el resto del inmueble.
El cura Abad logró poner a salvo las joyas de la Virgen de la Salud y escapó a casa de su hermana, quien residía en Novelda. Sin embargo un grupo de milicianos le encontró aquí pocos días después y le secuestraron para asesinarle en el Camino Viejo de Elda a Petrer.
El cura de la iglesia logró escapar a Novelda, pero varios milicianos le encontraron y asesinaron poco después
Reconstrucción
A pesar de este violento ataque, la estructura del histórico edificio aguantó las llamas y continuó en pie durante unos meses más. Finalmente el Ayuntamiento tomaría la decisión de demoler los ruinosos restos de la Iglesia de Santa Ana hacia el otoño de ese mismo año.
No fue hasta después de la guerra cuando las autoridades del régimen franquista quisieron reconstruir el templo, el cual fue inaugurado en 1944. Si bien el nuevo edificio presenta similitudes respecto al original, también tiene significativas diferencias. Ni mucho menos quedó igual.
Los restos mortales del cura Abad, así como los de otros eldenses católicos asesinados durante la guerra, reposan en el interior de la actual Iglesia de Santa Ana. Que su recuerdo nos sirva para no repetir nunca jamás las atrocidades propias de las guerras.