Sembraron palabras en nuestras albercas, nos dejaron hornos que quisimos morunos, abrieron canales, azarbes y brezales, y en Mutxamel iniciaron un sistema de distribución del agua en buena parte aún vivo. Los azudes, principalmente en terreno muchamelero o mutxameler, se diseñaron para recoger el agua del río Monnegre o Montnegre (Montenegro), rebautismo del río Verd (Verde) tras escanciarlo el pantano de Tibi, y repartirlo, canalizado, por el llano aluvial conocido como Campo o Huerta de Alicante, en la zona metropolitana de la capital provincial.
El primer azud, ‘les Fontetes’ (las fuentecillas) o Assut Vell (azud viejo), que convierte al Monnegre en río Sec o Seco, es el propiamente conocido como de Mutxamel. Le siguen el de Sant Joan o Assut Nou (nuevo) o del Pas (paso) de Busot (el mediático, una presa de fines del XVIII de 7 metros de altitud por 3,60 de anchura), que conecta con el canal del Gualeró, hoy en buena parte soterrado, y el de El Campello, ya casi enfilados hacia el Mediterráneo los 38,3 km de longitud de la corriente acuosa, contando todos los bautismos tras nacer en la sierra de Onil.
La vega mutxamelera se vivifica gracias a un sistema de brazales desde El Pantanet (pantanito), embalse con primera obra en 1842 y sucesivas ampliaciones en 1874 y en 1947. La casa adjunta, para regular caudales, se inaugura en 1882. Algarrobas, cereales o vides, por lo secano, más por lo regable hortalizas, unos muy preciados tomates y cítricos, como esas ‘naranjas de Valencia’ que degustan algunos personajes de Stephen King, reciben el regalo de un río que también movió, durante décadas, muelas de moler (‘molins de mordre’). Tierra de almazaras (‘almàsseres’), cargó con la fama de producir miel (que la hay, claro) a espuertas.
Toñas, cocidos y miel
Huele a pan, a tahona. Es tierra de ‘forns’ y ‘pastisseries’ (hornos y pastelerías: como en casi toda tierra occitana, se prefiere a ‘fleques’, la traducción literal), algunos con décadas de existencia. Antaño, cuando Mutxamel comenzaba a ser ciudad, si pasabas junto al local donde se celebraba un bautismo, comunión o, quizá, boda, eras invitado a entrar porque no iba a quedarse la comida en las mesas.
La gastronomía mutxamelera se ha ganado reconocimientos no sólo con lo dulce, ‘almendraos’, toñas, tortas de almendra, rollitos de anís (‘rollets’) o ‘mantegaetes’ (‘mantecados’, elaborados con manteca de cerdo), sino también con la contundencia de un cocido con pelotas (carne picada mixta, especias, ralladura de limón, miga de pan, piñones, higadillos, sangre de pollo…), una ‘olleta borda’, ‘bollitori’ (hervido), arroz y conejo y un sinfín más. Y sí, miel, pero ¿Muchamiel?
La castellanización corresponde a la valencianización (Muchamel) de un vocablo original hoy perdido. Quizá ‘mugmâ-el’ (gran mercado) si la ciudad tuvo origen árabe, o referida al producto de la apicultura si en cambio nació cristiana en las cercanías de un Ravalet muslime o ya mudéjar (árabes que continuaron viviendo en territorio cristiano pero segregados). Mutxamel, al cabo, lo vierte todo al occitano del sur según las ‘normas de Castellón’ (de unificación lingüística).
Devociones y milagros
El ‘ora et labora’ eclesial conllevó unos conocimientos tecnológicos con especial dedicación, en una economía agraria, a la meteorología: se rogaba cuando había posibilidad de lluvia. Esto generó una red de ermitas generalmente con canalería de regadío incorporada, como las clásicas de las fincas Marbeuf y Moxica, la del monasterio de la Trinidad o las denominadas Cristo de la Salud (Calvario), Nuestra Señora de Montserrat, San Antonio Abad o Sant Peret.
A veces el agua derrocha, como en la riada del 7 de septiembre de 1793 o, antes, las torrenteras del 9 de septiembre de 1597. Las gentes, asustadas ante el riesgo de inundación, comenzaron a rezarle a su patrona, la Virgen del Loreto, a la que ya le atribuían el Milagro de la Lágrima, el 1 de marzo de 1545, cuando la lluvia vivificó los secos campos. De pronto, una roca (sobre la que aparecerá una huella de zapato o ‘sabata’, de ahí la zona La Sabateta) se desprendió sobre el nacimiento de la acequia Mayor, taponándolo. Aparecía una leyenda y, al tiempo, se reforzaba una devoción que lleva, incluso, a la abundancia del nombre Loreto entre la población femenina.
Callejero con jardines
La iglesia arciprestal de El Salvador (epicentro devocional a la Virgen del Loreto), de finales del XVIIII, entre barroca y neoclásica (cada uno de sus cinco pisos apostó por una arquitectura diferente, en un todo perfectamente integrado), se adosó a la torre defensiva gótica del XVI, hoy campanario. Preside el antiguo espinal de una ciudad donde también se producen embutidos, helados, juguetes, muebles o comida para ejércitos: la N-340 (avenida de Alicante derivada por Felipe Antón con destino a Xixona), que asoma a la plaza Nova (nueva), conectada con calles tan pintorescas como la de Sant Antoni, barrio con moderneces junto a casas antiguas con ‘voladissos’ (voladizos, grandes aleros adornados con azulejos o piedras de colores).
También saluda al Poble Nou (nuevo), construido junto a la finca particular de Peñacerrada, mansión palladiana ultimada en el XVIII cuyos jardines (combina los modelos hispano-mahometano, inglés, francés e italiano) son casi tan disfrutables como el parque municipal El Canyar de les Portelles (el cañar de las portezuelas). Y el pintoresco barrio, de fachadas pintadas, de El Ravalet, la población original.
Paralela, la avenida Carlos Soler, pincelada urbanita por donde pasean la mayor parte de los 25.645 habitantes (en 2020) y coexisten los ayuntamientos antiguo o futurista. El artista plástico Arcadi Blasco (1928-2013) plantó en rotonda un homenaje a las torres de la Huerta, y los Moros y Cristianos a la Virgen del Loreto (1843) desfilan del 9 al 12 de septiembre, desde 1923, con los insustituibles ‘Pacos’ (así sonaban los fusiles de los francotiradores en la guerra de Marruecos).
Ambos espinares están conectados por varias calles, pero destaquemos la del Fossar (cementerio), anexa al templo, con mural cerámico de 1998 de Arcadi Blasco para anunciar la histórica (1852-2020) ‘almassera’ de Pepe Pastor. Y ambos canales asfálticos casi saludan juntos a la entrada a la ciudad: como partidor para elegir por dónde discurrir, la ‘Font Il.luminada’ (fuente iluminada), aquí azud poblacional.