Tenía su peligro, pero merecía la pena. Pepe y sus amigos, en la hambrienta posguerra española, se arriesgaban por atesorar un poco de oleosa morca, el residuo de lavar la oliva prensada. No hay luz eléctrica en las viviendas, sí en el municipio, desde 1908. Por entonces se dice que se vive de sol a sol. Los pocos ratos que puedan robársele a la noche se iluminaban con velas de cera, sebo o parafina, o a la luz de un candil de aceite, pero eso si había dineros.
Lo suyo, pues, era recurrir a la morca. Es un elemento tóxico, nauseabundo, crepitante, pero, en una población con varias almazaras, como la hoy desaparecida de Pepe Pastor Ramos, junto a la iglesia parroquial de El Salvador y moliendo aceitunas para aceite desde 1852, abundaban desperdicios de los que las fuerzas directivas del momento no se iban a ocupar. El campo es duro, y más tras la Guerra Civil, cuando faltan brazos que darle a la azada.
Se venden los sobrantes del campo en los zaguanes
Frutos del Montnegre
El azud de Mutxamel se encargaba de vivificar el corazón de la huerta con los nutrientes que venían del pantano de Tibi. El Montnegre, antes verd y luego sec, aún no sufrirá de vertidos industriales, ni de la sobreutilización que saló muchos pozos que vaciaron en él. Es agua buena. El Pantanet, semillado en 1842 y ampliado en 1874 y, más tarde, en 1947, junto a la casa reguladora de caudales inaugurada en 1882, funcionaba a pleno rendimiento.
Hortalizas y cítricos. Para el secano, algarrobas, cereales o vides. “Se bebía mucho vino por aquella época”, recuerda Pepe. “Mi tío tenía un barrilito escondido y se ponía ahí, chis, chis, chis, a beber”. Por entonces hay que esconder los sobrantes del hambre recaudadora gobernante, aunque con el tiempo las gentes del campo venden estos en los zaguanes de las viviendas, que dan a la calle: acelgas, calabazas, limones, melones, naranjas (muy apreciadas las sanguinas), patatas, tomates…
La escuela comienza a funcionar sin mobiliario
Al canto del gallo
Había gallinas y conejos en algunos patios, y tocaba despertarse al canto del gallo. Los mayores, al bancal, aunque a las mujeres les tocaba, también o solo, la cocina de leña o carbón. Atadas a la chimenea y ellos al arado, la azada o la hoz, o guadaña, hacha o rastrillo. La mies es mucha, asegura la frase bíblica, en aquellos tiempos de santos y milagros, pero se vuelve inabarcable. Se trabaja sin descanso y solo con el alivio del domingo.
Se madruga siempre, incluso el séptimo día, que toca misa y vestir cuerpos y almas de bonito. Con la única ropa para domingos y fiestas de guardar. Queda, al menos, sonreírle a la dureza de la vida: “Hacía un viento en la era”, dice el campesino del chiste clásico. Y le contesta la mujer: “Sí, pero allí pega y pasa, no como aquí, todo el día la chimenea haciendo uuuuh, uuuuuh”. El hogar se convierte en el centro habitable de las casas cuando ataca el invierno.
El Grado Medio agrupaba las materias en un solo libro
Una escuela sin medios
La chavalería, cuando no está ayudando a la familia en vacaciones, que aquí todo el mundo arrima el hombro, debe ir a la escuela, y recoger hierba para los conejos, o morca, a la vuelta. A la juventud mutxamelera le toca en suerte el Grupo Escolar (reúne pero no mezcla dos escuelas graduadas, una para niños y otro para niñas) El Salvador, que comienza a funcionar en 1932, un año después de finalizarse las obras, al principio sin mobiliario.
Las carencias fueron aún más duras en la posguerra, mientras Europa se desterronaba una vez más a sí misma. Para andar, salvo festividad, alpargatas de esparto o pie enjuto. Se va a la escuela, de lunes a sábado, mañana y tarde. Se reza, y se canta ‘Cara al Sol’ antes de empezar. ¿Libros? Al menos para 1945 aterrizó en las escuelas la ‘Enciclopedia Grado Medio’ de José Dalmau Carles.
El tomo enciclopédico
El libro estaba aprobado por la autoridad y contenía nada menos que setecientos grabados y todas las materias en un único tomo (se podía comprar en tomitos). Pero a diez pesetas de la época, que era mucho, enseñaba Lengua Castellana, Aritmética, Geometría, Geografía, Historia de España, Física, Química, Historia Natural, Fisiología, Higiene, Agricultura, Industria, Comercio, El Estado español, Educación social, Nociones de moral e Historia Sagrada. Visto hoy, suponía un compendio bastante bien documentado, aunque con excesivo hincapié en la memorización.
Lo normal es que a los catorce años no se continuara estudiando, así que sembrar, laborar, segar o cosechar acababan por sustituir en la huerta alicantina a los conocimientos del señor Dalmau. Las viviendas solían permanecer abiertas todo el día, allí todo el mundo se conocía y viajar de población en población era cuestión de echarle mucho tiempo, pero vivir en ellas se vivía a cachos. De noche, a la luz de la morca.