Carreras por los pasillos de la Casa Blanca y enormes agentes del Servicio Secreto llevando en volandas al presidente de turno hacia un ascensor custodiado por un no menos enorme ‘gorila’, habitualmente vestido de militar.
Mientras gritan nombres en clave y anuncian que llevan al ‘pasajero’ a la ‘Situation Room’, esa especie de sala de crisis en la que el ‘líder del mundo libre’ tendrá que aplacar las ganas de sus generales de apretar el botón nuclear ante la más mínima amenaza procedente de una superpotencia extranjera.
«Generará conocimiento, inteligencia colectiva y un análisis para mejorar la competitividad» R. Maroto
De la ficción a la realidad
Así, más o menos, arrancan centenares de películas y series que se adentran, con mayor o menor fidelidad a la realidad, en el proceloso mundo de los servicios de inteligencia y su labor por mantener a la humanidad a salvo de sí misma.
Algo que con mucha menos espectacularidad, algo menos de glamour y, eso sí, la misma o mayor eficiencia, es lo que hacen en el día a día los ‘cerebritos’ desde su sede del Instituto Valenciano de Tecnologías Turísticas (Invat·tur), ubicado en Benidorm, cuando analizan los miles de terabytes de información que ofrece el Big Data turístico.
El CNI del turismo
A estas alturas de la vida y de los escándalos políticos y ‘royal’ de nuestro país, son pocos los españoles que no se hayan familiarizado con el trabajo de los espías del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), una institución que ahora tendrá un órgano homólogo en el ámbito turístico con el que no sólo compartirá parte del nombre, sino también -salvando las evidentes distancias-, algunos de sus fines; y Benidorm será esa sede del futuro Centro Nacional de Inteligencia Turística.
Aunque a los amantes de la teoría de la conspiración seguro que les encantará pensar en oscuros funcionarios escudriñando los mensajes, fotos, vídeos y demás datos que cada uno almacenamos por miles en nuestros teléfonos, el big data turístico, base de los proyectos de Destino Turístico Inteligente (DTI) poco o nada tienen que ver con eso.
Más que de espías, hablamos de traductores. De expertos que convierten en información interpretable y aplicable, una enorme cantidad de parámetros que, sin invadir la privacidad de los usuarios, permiten entender y anticiparse al comportamiento y necesidades de los visitantes de un destino.
La interpretación de datos ha permitido reducir la dependencia que muchos destinos han tenido históricamente de los grandes touroperadores
El ejemplo de la pandemia
El mejor y más claro ejemplo de la utilidad de este ingente trabajo quedó reflejado a principios de 2020, cuando Benidorm, y con ella, buena parte de la Costa Blanca, supo adelantarse unos días cruciales al anuncio de la instauración del estado de alarma en España.
Pudo, no sin prisas, pero sí con enorme eficacia, cerrar su planta hotelera por completo cuando nadie se planteaba hacerlo y repatriar a miles de turistas, antes de que el colapso en el tráfico aéreo convirtiese esa misma operación retorno en una pesadilla en el resto del mundo.
Aunque los expertos y los principales actores del sector ya sabían de la utilidad del uso e interpretación del ‘big data’ en el mercado turístico, ese fue el momento en el que el común de los mortales pudo entender a la perfección la enorme ventaja que supuso el tiempo, el esfuerzo y el dinero invertido en la creación de esa oficina, primero local y luego regional, que pronto será nacional y un claro referente internacional.
Predicción de futuro
Durante los dos años que han transcurrido desde entonces, y pese al parón vital sufrido, salvo en momentos concretos, por la principal industria de la región, los ‘cerebritos’ del Invat·tur, apoyados por la inteligencia artificial, que ya se ha colado en todos los ámbitos del día a día de nuestras vidas, han seguido analizando.
Por ejemplo, la evolución de los mercados, los comportamientos de los turistas una vez que han llegado al destino, los comentarios en redes sociales tras la conclusión de la visita y un sinfín de variables con los que no sólo entender lo que ha sucedido, sino predecir lo que está por pasar y, de esta manera, mejorar la experiencia de los futuros visitantes.
El Ministerio lanzará una convocatoria específica de 108 millones de euros para el CNI turístico que se ubicará en Benidorm
Menos touroperadores
Y todo ello ha permitido, entre otras cosas, reducir la dependencia que muchos destinos de la Costa Blanca, con Benidorm a la cabeza, han tenido históricamente de los grandes touroperadores.
Al fin y al cabo, al entender mejor qué espera el turista a su llegada y durante su estancia, la venta directa por los nuevos canales que ofrece el mundo virtual se hace más sencillo ya que se pueden personalizar los productos hasta el extremo y, con ello, mejorar un elemento clave en la actual coyuntura económica: la rentabilidad.
Inversión millonaria
La propia ministra de Turismo, Reyes Maroto, visitó recientemente la capital turística valenciana para poner en valor ese futuro CNI del turismo, asegurando que esta plataforma “permitirá a la Secretaría de Estado de Turismo contar con un gran volumen de datos y su procesamiento de forma agregada en todos los destinos, lo que generará conocimiento, inteligencia colectiva y un análisis para mejorar la competitividad”.
Un centro nacional para el que la titular de la cartera de Turismo subrayó, en esa misma visita a Benidorm, que “está previsto que el Ministerio lance una convocatoria específica de 108 millones de euros”.