Entrevista> Manuel García Pérez / Profesor y escritor (Orihuela, 31-enero-1976)
Manuel García es un profesor ‘moderno’, como muchos lo llamarían. Un docente que no cree que los libros de textos sean necesarios como metodología en sus clases y que, gracias a la libertad de cátedra, ejerce como piensa que más beneficia a los alumnos, invitándolos a la reflexión y escribiendo sobre temas de actualidad.
Además, ha publicado y participado en varios libros, académicos, novelas e incluso un poemario. Desde AQUÍ en Orihuela nos hemos interesado por esta forma de enseñar.
¿Desde cuándo supiste que querías dedicarte a la docencia?
La docencia fue un accidente, no he tenido una clara vocación por ser profesor de Lengua. Sin embargo, siempre me ha gustado comunicar y hacer público aquello que he leído y sobre lo que he reflexionado. Las aulas de Secundaria y la universidad me permiten hacerlo.
La educación se ha convertido con el tiempo en una clase de acto de rebeldía para mí, en la que el aula es un espacio donde es necesaria la reflexión. Porque la reflexión es acción dentro del espacio público en el que a todos debemos pertenecer para ser humanos.
«En ‘Rondó para un padre’ hablo sobre las consecuencias que supuso la muerte de mi padre en la familia»
¿Cuál es tu metodología de enseñanza?
Solo usé libro de texto mi primer año de docencia, siempre prescindo de la dictadura del libro de texto. Hay una corriente de profesores, de las que formo parte, que intentamos nutrir de intelectualidad, cultura, rigor y sensibilidad a nuestras clases, sin abusar de las nuevas tecnologías.
Creo mucho en la tradición escolástica para impartir clase y aprovecho la actualidad del cine, el vídeo-clip o las series para trabajar el uso de la escritura y el conocimiento del presente a nivel sociológico y antropológico. La libertad de cátedra nos lo permite, pero hay demasiados profesores atados a la dictadura del libro y de las tabletas; profesores que olvidan que la formación intelectual es fundamental para la autoridad social e intelectual, y para darle un sentido a la educación de tus alumnos.
Tus alumnos, ¿qué crees que recordarán de ti?
Es una pregunta que relativizo. Es cierto que somos un referente afectivo e intelectual para los alumnos, pero no olvidemos que somos funcionarios remunerados por desempeñar una labor.
Sé que mis alumnos me aprecian, pero también he de decir que, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que hay demasiados profesores que recuerdan con cariño sus alumnos y de los que no aprendieron absolutamente nada. Quiero que recuerden las dudas y los conocimientos que he podido infundirles, no quiero que me recuerden a mí.
«Para ser crítico literario hay que diferenciar muy bien la crítica subjetiva de la objetiva»
¿Qué te animo a publicar tu primera novela juvenil?
Fue un encargo a través de la editorial Brosquil. Manel Alonso, el editor, conocía mi labor como crítico y literato, y contactó conmigo. Es una novela inspirada en leyendas de La Vega Baja y dirigida al público joven.
Después publicaste ‘Rondó para un padre’, una obra muy personal ¿verdad?
Así es, es una reflexión sobre las consecuencias afectivas y emocionales que dejó la muerte de mi padre en la familia. La literatura y la poesía son el hilo conductor de los recuerdos que hilvanan el texto.
También has escrito recientemente un poemario, ‘La quietud’. ¿Sobre qué trata?
Es un poemario que trata de la necesidad de detenerse y contemplar el mundo, darse cuenta de que no somos nada más que ceniza. La quietud es un punto de inflexión en mi poesía, porque trato de olvidarme de lo que yo siento para contemplar qué siente el mundo sin mí.
«‘La Quietud’ trata la necesidad de detenerse, contemplar el mundo y darse cuenta de que no somos nada más que ceniza»
Llevas años ejerciendo como crítico literario. ¿Qué es lo más difícil de esta profesión?
Lo más difícil es saber diferenciar entre la crítica subjetiva, es decir, qué emociones te ha transmitido la obra según tus preferencias y formación; y lo que es una crítica objetiva, donde hay que analizar el ritmo, la configuración psicológica de los personajes, la verosimilitud.
Lo que tratamos es intentar unificar las dos maneras de ver la obra y, en mi caso, hace tiempo que ya no escribo sobre aquello que no me dice nada. Antes hacía el esfuerzo de ser constructivo, ahora prefiero callar antes de hacer daño.
Como experto en letras, ¿nos recomiendas alguna lectura?
No suelo recomendar obras a los lectores. Creo que el lector debe explorar por sí mismo y no dejarse llevar por tendencias mediáticas y por el marketing. La literatura es una elección y es el lector el que se va construyendo poco a poco.
Ahora mismo, estoy leyendo dos obras: ‘Historia de la Revolución rusa’ de Trotski, y ‘Las novias’ de Cristina Morano, y en mis redes sociales hay muchos títulos que analizo con interés.