Muchas generaciones han crecido con el libro editado en 1986 por la Generalitat Valenciana ‘La serp i el riu’, escrito por Josep Palàcios Martínez, de la valenciana Sueca en la Ribera Baixa, e ilustrado por Manuel Boix, de l’Alcúdia, también valenciana, en la Ribera Alta. Incluía ese hoy cotizado póster desplegable que transmutaba icónicamente el río en un ofidio por cuyas escamas, y entre los meandros de la bicha en cuestión, transcurría nuestra mítica.
Qué mejor metáfora que el cartel del internacional artista plástico para describir visualmente al río Serpis, que ha generado culturas a su vera desde su nacimiento como intermitente riachuelo a los pies del carrascal alcoyano. Arranca pobre, pero en la misma ciudad montaraz, de 59.128 habitantes según censo de 2021, se enriquece de afluentes tanto como para ya no parar la marcha hasta desembocar en Gandía (75.970 residentes el pasado año).
Las orillas alicantinas
Los 74,5 kilómetros del Serpis, con una superficie total de cuenca de 752,8 kilómetros cuadrados y un caudal medio de 2,5 metros cúbicos por segundo, dan para mucho. Por ejemplo como para refrescar en la provincia alicantina, además de a Alcoy, a Cocentaina (11.451 habitantes), l’Alqueria d’Asnar (498, el antiguo Ràfol Blanc) y Muro de Alcoy o del Comtat (9.326).
En Gayanes (505 residentes) crea una laguna endorreica (sus aguas no salen directamente al mar) rebautizada como albufera. Luego, visita Beniarrés (1.083), con un embalse que abarca 268 hectáreas en las que se pescan carpas y percas americanas. Sus nutritivas aguas alimentan buena parte de los cultivos de la comarca valenciana de la Safor. Aunque el Serpis aún pasará por Alcosser (243) y l’Orxa (584) antes de introducirse en València.
En la alicantina Gayanes crea incluso una laguna endorreica
Olivas y absenta
Reparemos antes en que la última localidad alicantina posee la zona recreativa Els Plans de Senabre, donde confluyen el Serpis y el Barranc de l’Encantà. Ya en tierras valencianas, señalemos, antes de la desembocadura, las orillas de Vilallonga (4.453), Potries (1.065), Beniarjó (1.780), Almoines (2.528) y el Real de Gandia (2.551). Entretanto, en el Serpis han ido volcando sus aguas, en Alicante, el Barchell, el Benisaidó, el Molinar, el Agres…
Ya en València, el Vernissa regala el más generoso aporte a este caudal que comenzaba llamándose Riquer en los primeros manantiales, los alcoyanos. Volvamos. Que el río nombre desde 1926 a una empresa de aceitunas en conserva, o a un licor de absenta (con anís y ajenjo, la ‘curalotodo’ artemisia amarga o hierba santa) nos patentizan la poderosa ligazón entre río y municipio.
El castillo cristiano se levantó donde el río gana su nombre
Ligados a un caudal
Lógico, ya que la propia Alcoy nació del Serpis. El yacimiento paleolítico de El Salt, sembrado hace unos 60.000 años a la vera del caudal cuando se llama Riquer, demuestra que la ciudad comenzó a manar del mismo río, hasta identificarse ambos. Lo patentiza el ‘Llibre del Repartiment de València’, libro de registros donde los escribas del montpellerino Jaume I El Conqueridor (1208-1276) anotaban las promesas de tierras reconquistadas.
Allí podemos leer cómo Alchoy sustituye a la palabra Serpis, al señalar: “Inter rivum de Alchoy et rivum de Colzentaina” (entre el río de Alcoy y el río de Cocentaina). Estamos en lo que fue epicentro de la cultura contestana (la Contestania), pueblo íbero (entiéndase esto en concepto de gentilicio, no étnico) que durante el siglo sexto antes de Cristo se extendió por toda la actual provincia de Alicante y cachos de Albacete, Murcia y València.
Potenció la creación del puerto de Gandia y un tren
Arrabales con museos
Las orillas del Serpis continuaron poblándose hasta formar la villa que, reconquistada por Jaume I, obtiene carta puebla en 1256. Rompe la regla de castillo cristiano, comunidad castellanohablante frente a comunidad musulmana valencianohablante. Alcoy, o Alcoi, será cristiana pero de habla occitana. El alcázar se levantó donde el Serpis comienza a llamarse así, por el hoy barrio de Algezares, desembocadura del Benisaidó y el Molinar.
Esta barriada, y demos otro salto en el tiempo, quedaba en las afueras, los ‘arrabales’, del proyecto de Ensanche y Rectificación de Alcoy de 1875. La zona, desterronada buena parte de su pasado y unida al casco histórico, acoge museos como el MuBoma (del Consorcio Provincial de Bomberos), el Arqueológico Municipal Camilo Visedo Moltó o el Alcoyano de la Fiesta, en el Casal Sant Jordi.
Riveras industrializadas
Las barriadas alcoyanas nos hablan de una industrialización que, en tierras de difícil explotación agrícola, aunque desde el siglo trece y puede que antes existía una importante manufactura textil, se inicia con fuerza a partir del siglo dieciocho. Se mecaniza el textil y se desarrollan diversas producciones enlazadas unas a otras: papel, alimentación (como olivas rellenas), licores, químicas.
Las austeridades de comunidades con un solo aseo (el ‘comú’) no impidió pasar de 3.375 habitantes en 1714 a 11.434 en 1787, o 36.463 para 1920. El Serpis también tuvo aquí parte: potenció la creación del puerto de Gandía, que comienza a construirse el veintitrés de junio de 1886, y además abrochó a sus riveras el recorrido de la línea férrea que operó entre 1893 y 1969. Mucho río allí.