El nuevo siglo ilusionaba, toda una centuria por estrenar: 1.200 meses, 5.218 semanas, ¡36.525 días! Era tiempo de hacerse estas cuentas: tocaba ciencia, tecnología (ciencia aplicada), arte (cultivemos mente y espíritu). Y tocaban exposiciones universales o regionales, una manera de confrontar saberes y talentos, erudición e inspiración. Y en una de ellas iba a surgir, desde hornos autóctonos, el himno de la Comunitat Valenciana.
La historia, tuerza o no renglones, a veces se deja palabras en el disco duro y simplifica las cosas. Oficialmente, fue allí, en la Exposición Regional de València de 1909, donde iba a surgir la composición musical lista para entonar: toda la región una voz. Si acaso añade que como himno empezó a funcionar a partir de mayo de 1925 por conformidad de los alcaldes de las tres capitales provinciales. Pero quedan palabras sueltas.
Contra la ignorancia
Lo de organizar una ‘expo’ de artes y ciencias a partir de las primeras, la industrial francesa de 1844 y la londinense Gran Exposición de los Trabajos de la Industria de Todas las Naciones (1851), viene con el auge del sector secundario, la manufactura, y con la clase burguesa que crece con él. De hecho, el tema que hoy cantamos como himno fue un encargo de la organizada en 1909.
Fue precisamente el Ateneo Mercantil valenciano, creado en 1879, la institución que encargaba la obra como himno de la Exposición. Una sociedad que tenía entre sus socios fundadores al jurista, historiador y sociólogo Eduardo Pérez Pujol (1830-1894), iniciador junto a otros, el veintidós de julio de 1880, en la Feria de Julio, de la Liga Contra la Ignorancia, con un espíritu muy claro: educar, divulgar.
La obra se encargó para la Exposición Regional de 1909
«Instruid y moralizad»
Pedía allí el político Cirilo Amorós (1830-1887): “Instruid y moralizad al pueblo, y no temáis ni la explosión violenta de las pasiones populares ni el triunfo del despotismo; instruid y moralizad al pueblo, y no temáis poner en sus manos el hierro y el fuego, porque él os devolverá el primero convertido en útiles instrumentos del campo y del taller y en poderosas máquinas, y hará del segundo la fuerza que debe ponerlas en movimiento”.
En tal clima, el presidente del Ateneo, el político Tomás Trénor (1894-1981), también segundo marqués del Turia y máximo responsable de la Exposición, se lo encargaba al compositor suecano José Serrano (1873-1941). Trénor pertenecía a una familia de origen irlandés notoriamente implicada en la sociedad valenciana de la época. Incluso llegó a probar con el cine.
La familia Trénor también creó la productora Cifesa
Cine, fútbol y zarzuela
El quince de marzo de 1932 creaban la Compañía Industrial Film Española, SA (Cifesa), para poner en marcha un estudio como los de Hollywood, aunque no pasó de distribuidora hasta 1934, cuando la adquiere el industrial Manuel Casanova Llopis (1874-1949), enriquecido con la venta de semillas de cacahuete y perteneciente a otra importante familia valenciana, los Casanova. Un Casanova, Luis (1909-1999), presidió el Valencia C.F. (1940-1959) y también Cifesa.
En todo caso, en este comienzo de siglo en que a la ciencia se la tenía como magia curalotodo, en que las novelas del francés Julio Verne (1828-1905) alimentaban ya las mentes con lo que hoy se conoce como retrofuturismo o, a lo duro, ‘steampunk’, y la cultura era valor de clase, teníamos ya el sustrato para que José Serrano, admirado autor de zarzuelas, se aplicara con entusiasmo al encargo.
Maximiliano Thous sustituyó a Teodoro Llorente como letrista
Un periodista por otro
Por la época, Serrano ya había compuesto éxitos como ‘La reina mora’ (1903), con libreto de Serafín (1871-1938) y Joaquín Álvarez Quintero (1873-1944), así que goza del consiguiente reconocimiento popular. Como también disfrutaba de prestigio el valenciano Teodoro Llorente (1836-1911), periodista, escritor y poeta (considerado el más importante de la llamada Renaixença o Renaixensa), en quien inicialmente recayó el cometido de crear la letra (bilingüe: valenciano y castellano).
Pero Llorente, con múltiples peticiones, no pudo sacar adelante el compromiso, por lo que Serrano buscó a otro letrista. Así que lo de “Per a ofrenar noves glòries a Espanya / tots a una veu, germans vingau”, o “Para ofrendar nuevas glorias a España / todos a una voz, hermanos venid”, vino de otra reconocida creatividad: la del periodista, escritor y cineasta Maximiliano Thous Orts (1875-1947).
Los últimos años
Al compositor y a Thous ya les quedó trabajar a destajo. Tras el texto, Serrano debía cuadrar música y estrofas. Pero la vida y sus cosas siguieron: Llorente fallecía poco después del encargo fallido, aunque pudo disfrutar ese 1909 de un homenaje popular en su València natal. Jesús Serrano, al otoño de su vida, se dedicó a la pesca, hasta que la salud lo llevó a Madrid, y de ahí al homenaje póstumo.
Maximiliano Thous, por sus ideas, tras la Guerra Civil fue castigado por el gobierno franquista. Despojado de los derechos de autor del himno y sin poder publicar, mató el gusanillo escribiendo en ‘llibrets’ falleros. Pero al comenzar la centuria, todos participaban de la ilusión. Al fin y al cabo, en un siglo caben 876.600 horas, 52.596.000 minutos, ¡y 3.155.760.000 segundos!