Quizás junto a Camilo Sesto haya sido el gran referente cultural de Alcoy en el siglo XX. Sus canciones son un emblema de la cultura contemporánea en lengua valenciana, y sus actuaciones en multitud de películas contribuyeron a impulsar ese cine español de la Transición que aún se estaba sacudiendo las cenizas de la censura franquista.
En este periódico queremos recordar una vez más la figura de Ovidi Montllor i Mengual, en el año que se cumple el 80 aniversario de su nacimiento. El cáncer nos lo arrebató demasiado pronto, pero su legado sigue permaneciendo hasta nuestros días.
Juventud
Ovidi llegó a este mundo el 4 de febrero de 1942, en plena Posguerra. Su padre Josep era un tejedor de ideología anarquista y su madre Isabel trabajaba en la industria del papel. Tuvo que abandonar la escuela aun siendo niño para ponerse a trabajar, dada la precaria situación económica de su familia, llegando a pasar por hasta 36 oficios diferentes.
Siendo todavía adolescente ya empieza a experimentar inquietudes políticas y se afilió al Partido Comunista, obviamente en la clandestinidad, pues durante la Dictadura Franquista estaba prohibido. Tras pasar un breve periodo residiendo en Barcelona, a la edad de 18 años regresa a Alcoy y le surge la vocación del teatro, por lo que se apunta a un grupo local llamado La Cazuela.
Esta compañía alcoyana de actores aficionados ya venía existiendo desde 1955. Dado que la práctica totalidad de las obras teatrales que se interpretaban en la época eran en castellano, a Montllor no le dejaron actuar durante algún tiempo pues tenía algunos problemas para hablar correctamente en dicha lengua. Así, en un principio le relegaron al rol de apuntador.
Debutó a los 19 años interpretando a un enfermo terminal en una obra teatral italiana
Nace un actor
En 1961 por fin le dejan debutar como uno de los dos coprotagonistas de la obra ‘El hombre de la flor en la boca’. Se trata de una pieza escrita por el dramaturgo italiano Luigi Pirandello, en la que dos hombres mantienen un diálogo en una estación de tren simbolizando la contraposición de la vida con la muerte. Ovidi encarna la segunda, interpretando a un personaje que padece una enfermedad terminal.
La experiencia le debió de gustar bastante puesto que ni el servicio militar consiguió truncar que siguiera persiguiendo su sueño de ser actor. A los 24 años regresa a Barcelona, en plena crisis del sector textil alcoyano y por tanto con muy pocas expectativas laborales en caso de haberse quedado en su localidad natal.
Decidió definitivamente que quería ser cantautor en un festival folk de Alemania
La Nova Cançó
Aunque en sus primeros tiempos en la ciudad condal volverá a ejercer varios trabajos de poca monta, Ovidi fue logrando progresivamente codearse con el mundillo del espectáculo barcelonés.
En aquella época estaba surgiendo allí un movimiento cultural denominado como la Nova Cançó, que buscaba reivindicar la música en catalán e incluso poner las primeras bases de un género de canción protesta contra el régimen franquista.
Así pues, se podría decir que Ovidi Montllor llega a Barcelona justo en el momento más indicado para relacionarse con los cantautores que están personificando este movimiento, como Quico Pi de la Serra, Toti Soler o un poco más adelante Joan Manuel Serrat.
Manteniendo sus firmes creencias de izquierdas que le acompañarían toda la vida, poco después dejó el PCE para pasar a militar en el Partido Socialista Unificado de Cataluña.
Recibió la Medalla de Oro de Alcoy poco antes de su fallecimiento
Nace un cantautor
Sin abandonar nunca su devoción por el teatro independiente, y tras formar parte de varias compañías, poco a poco empieza a animarse con la composición. Primero escribe poemas, que recita en algunos cafés propios de los ambientes barceloneses más intelectuales, y luego se lanza a escribir canciones. Su primera actuación conocida fue en el local del Centre d’Influència Catòlica Femenina.
Todavía no teniendo demasiado claro lo de apuntar hacia el mundo de la música, se presentó al Festival de la Canción Universitaria de 1968, celebrado en Barcelona, por las presiones de varios amigos quienes le insisten en que tiene un talento natural. Para su sorpresa se lo lleva quedando primero. Aun así, no acabó de decirse a autoconsiderarse como cantante hasta que no acudió ese mismo año al festival folk Burg-Waldeck celebrado en Alemania.
El Palau de la Música Catalana fue el privilegiado escenario donde pudo estrenarse como cantautor ante un gran público, en compañía de Quico y de quien sería su gran espadachín durante los siguientes años: Raimón. Junto con el susodicho cantante valenciano grabaría su primer disco que constó de cuatro temas.
Murió como empezó
Así fue como se gestó este artista. Lo que vino después ya es su faceta más conocida por el espectador, dejando un gran legado de una decena de discos grabados, más de 40 películas con su nombre en el reparto e incontables obras de teatro.
Entre los múltiples homenajes que recibió en vida, probablemente pocos le hicieran tanta ilusión como la Medalla de Oro que le concedió su ciudad natal apenas un año antes de su temprano fallecimiento. Un cáncer de esófago le hizo desaparecer, curiosamente lo mismo que le ocurriera a aquel primer personaje que interpretó en Alcoy 53 años atrás. Ironías de la vida. Cosas del teatro.