Entrevista> Alberto Aguilar (Elche, 17-septiembre-1971)
Alberto Aguilar se convirtió hace cuatro años sin quererlo en un auténtico padre coraje, que demostró que era capaz de cualquier cosa por recuperar a su hija Patricia de 18 años sana y salva. La joven, que incluso parió en plena selva sin ningún tipo de atención médica, fue captada por una secta en Perú, y gracias al tesón de su padre fue encontrada tras una complicada búsqueda junto al líder de la secta y otros adeptos.
Mas de un año de incertidumbre en el que vivió una experiencia angustiosa que afortunadamente tuvo un final feliz. Lo consiguió, pero no sin tener que superar duras pruebas para salvarla. Alberto tiene muy claro que de no haber actuado así, hoy su hija y su nieta no estarían con ellos.
«Fue un proceso de recuperación mucho más corto de lo que se pensaba»
¿Qué tal están su hija y su nieta?
Mi hija Patricia y mi nieta están las dos muy bien y viven con nosotros. Después del proceso de recuperación se puso a estudiar para ser orientadora social y ha trabajado hasta hace poco para la fundación Defora de personas con discapacidad.
Ella sentía la necesidad, después de todo lo que tuvo que vivir, de trabajar en algo que le reportara la satisfacción de desempeñar una labor enfocada a colectivos de personas, que necesitan ayuda para poder vivir en igualdad de condiciones que los demás.
¿Cómo vivieron el proceso de recuperación de Patricia?
Afortunadamente fue un proceso mucho más corto de lo que se pensaba en un principio. Fue fundamental el papel del primer psicólogo que la atendió. Ocurrió en Málaga, y el cambio empezó a notarse ya en la primera sesión. Cuando salió ya tenía otra cara, se había dado cuenta de que había estado en una secta.
Se quedó tan impactada que al día siguiente nos dijo que quería ser psicóloga para poder ayudar a otras personas como la habían ayudado a ella, y se puso a estudiar. Como no había acabado el bachiller superior se hizo orientadora social, pero tiene previsto seguir estudiando y poder terminar Psicología.
Mirando hacia atrás ¿Qué momentos son los que más recuerda?
Hay muchos. Todo lo que ocurrió es un mal recuerdo, pero lo más importante es que hubo un final feliz que es de lo que se trata, y que mi hija y mi nieta están sanas, felices y con nosotros. Siempre hay que sacar de las cosas malas algo bueno.
Tampoco hay porque olvidarlo, porque fue una experiencia llena de vivencias y una demostración de que un padre es capaz de cualquier cosa con tal de salvar a su hija. Aquello nos cambió por completo la vida. Pasamos de ser una familia normal y corriente como cualquier otra a estar en el foco de todos los medios de comunicación, y de conocer a personas muy interesantes que no hubiera conocido en otras circunstancias.
«De repente nos cambió la vida»
¿La colaboración fue la que esperaba?
En general sí. Nada más conocerse la noticia empecé a recibir apoyo de gente que hacía mucho tiempo que no veía, y de otros que ni conocía que se volcaron en pegar carteles y en darme ánimos.
El alcalde Carlos González también se volcó en ayudar en todo lo que pudo. Incluso gente que conocía en otras ciudades vinieron hasta aquí a ofrecer su ayuda, y eso es algo que cuando te sientes tan solo en un problema tan grande que te desborda es muy importante.
La verdadera odisea la vivió en Perú. ¿Cómo lo recuerda?
Fui a Perú dos veces, la primera estuve una semana con mi mujer, y la segunda me fui solo con una frase grabada… “No vuelvo sin Patricia”.
He tenido la suerte de encontrar gente buena en el camino y contacté con una familia de Perú, cuya hija estaba en la misma secta que la mía, y me acogieron en su casa todo el tiempo que estuve allí. Hicieron que no me sintiera solo en un camino que teníamos que recorrer juntos con un mismo objetivo, salvar a nuestras hijas, y lo conseguimos.
La policía de Perú fue fundamental en la localización y rescate de mi hija, así como la del cónsul de España en Perú que se puso a mi disposición y fue primordial su gestión y colaboración.
¿Cómo lleva que le llamen Padre Coraje?
Pues la verdad es que me da un poco de vergüenza cuando me lo dicen porque me considero una persona muy normal. Lo que sí es cierto es que de repente saqué fuerzas y un coraje que desconocía que tenía. Está claro que cuando nos sometemos a situaciones límites, nuestra propia naturaleza y el amor hacia los tuyos te sorprenden a ti mismo de lo que eres capaz de hacer.
«Tuve la suerte de encontrar gente buena en el camino»
¿Qué consejo daría a otros padres?
Que no se confíen cuando sus hijos son adolescentes. Mi hija era una niña que no salía mucho y que pasaba demasiado tiempo en casa en su habitación con su móvil, su ordenador y sus cosas y no daba ningún problema. Nosotros estábamos tranquilos porque nuestra hija estaba en casa y nada nos hacía pensar que estaba comunicándose con una secta.
Es importante controlar, sin atosigar, que es lo que hacen y con quien se comunican cuando pasan tanto tiempo encerrados en su habitación.
Recientemente ha recibido el premio Corazón de Oro de Cruz Roja ¿Cómo ha vivido ese momento?
Con mucha alegría pero también con mucha sorpresa. Yo creo que no he hecho nada que no haría cualquier padre, pero estoy muy agradecido de que después del tiempo pasado se sigan acordando de nosotros. Especialmente me hace ilusión porque siempre he sido un admirador de la labor que hace Cruz Roja y de su gran solidaridad.