Era la gran noche europea que todos estaban esperando desde hacía mucho tiempo. La que traía a Benidorm un partido de altísima tensión. La del todo o nada. Esa en la que sólo vale la victoria para seguir vivo. En la que únicamente sumar los dos puntos valía para viajar el próximo sábado a Francia con opciones de meterse en los octavos de final de la Liga Europa.
El TM Benidorm lo tenía, al menos sobre el papel, todo a favor para agrandar un poco más su historia continental. Jugaba en casa y lo hacía con todos los efectivos disponibles y ante un rival al que había conseguido superar en la ida, pero nada salió.
Desde el primer momento quedó claro que el Ferencváros húngaro, apoyado por una más que numerosa legión de aficionados –todos ellos residentes en la Costa Blanca–, saltaba a la cancha del Palau d’Esports creyendo más firmemente en sus opciones, lo que les hizo salir a la pista, como se vería en los siguientes 60 minutos, con medio partido ganado.
Y eso, la segunda mitad de la ecuación, la otra mitad, no tardaron en encarrilarla una vez se dio el pitido inicial.
Se marcharon los visitantes en el marcador con dos acertadas acciones nada más comenzar ante un TM Benidorm que no terminaba de encontrar el camino hacia la portería contraria y que, además hubo de esperar hasta el minuto cinco para marcar su primer tanto después de que Ramiro Martínez fallara en la jugada previa un penalti más que sumar a la larga lista de penas máximas erradas en esta temporada.
Una nueva contra y una pérdida absurda de balón llevaron el partido a un 1-5 más que preocupante cuando todavía no se había alcanzado el minuto siete de partido para un equipo local que, para colmo de males, fallaba todos y cada uno de los tiros de los que dispuso, obligando a Fernando Latorre a pedir un primer y muy tempranero tiempo muerto.
Las indicaciones del técnico local no se tradujeron en un cambio significativo sobre la cancha para un TM Benidorm fallón en ataque, débil en defensa y, sobre todo, muy impreciso en los pases, lo que provocaba excesivas pérdidas de balón que los húngaros convertían en gol con pasmosa facilidad, llegando al minuto 15 de la primera mitad con un resultado de 4-9 que, más que por los cinco goles de diferencia, preocupaba por la nula sensación de poder ser remontado de seguir las cosas así.
En la parte final de la primera mitad, sólo la aparición del de casi siempre, Roberto Rodríguez, con una soberbia actuación bajo palos, evitó que la debacle alcanzara proporciones ridículas. Mientras el portero se erigía en salvador de los suyos, en el otro lado de la cancha los fallos en los pases y las pérdidas de balón se sucedían y permitían a los húngaros llegar al descanso con una renta de 5 goles (9-14) y, lo que era más preocupante, una efectividad goleadora del 58%.
Espejismo en el reinicio
Apenas tres minutos necesitó un TM Benidorm arrollador en el reinicio para reducir esa diferencia a sólo dos goles. A los de Latorre, de nuevo apoyados en un Roberto Rodríguez magistral, les empezaba a salir todo o, al menos, eso parecía.
A la solidez del cancerbero se unió una buena racha ofensiva que parecía haber devuelto la emoción al choque, pero todo fue un espejismo. La cosa duró lo que tardó el Ferencváros en entrar de nuevo en calor y llegados al minuto 40 de juego el marcador reflejaba ya un 13-19 que dibujaba un tanteador más acorde a lo que venía sucediendo sobre el azul parqué desde el arranque del partido.
El TM Benidorm volvió a tirar de coraje y sufrimiento, pero nada de eso fue suficiente ante un Ferencváros que, como los locales, se lo jugaba todo en la noche del martes benidormense. Así, a cada acción local le seguía una reacción visitante igual o más contundente.
Recortaron los locales la renta en la parte final el choque, pero ya todo esfuerzo fue baldío. La ventaja de los húngaros nunca bajó de los dos tantos, una losa que, aunque pareció abarcable en algún momento, fue imposible de remontar para los locales que acabaron cediendo por 23-27 y decían de esa manera adiós a sus opciones de meterse en los octavos de final de la Liga Europa y que afrontarán la próxima semana un partido de mero trámite en Francia ante el PAUC en el que lo único que quedará será la opción de despedirse de Europa con un triunfo balsámico.