Este pasado mes de abril celebramos el centenario del nacimiento de Eusebio Sempere Juan. Considerado por muchos como el artista referente de nuestra provincia en las últimas décadas.
La enormidad de su obra artística solo es comparable con el cariño que le guardaba a su tierra. No en vano luchó contra viento y marea por promocionar el arte contemporáneo alicantino y donó generosamente muchas de sus obras con este fin. Su legado más evidente es el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA), institución que sin él habría sido casi inconcebible.
Para elaborar este merecido artículo biográfico hemos contado con la colaboración del también artista Dionisio Gázquez, quien fue desde 1995 a 2003 director del departamento de arte y comunicación visual ‘Eusebio Sempere’ del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert.
Su padre regentaba una fábrica de juguetes en Onil
Infancia en Onil
Nuestro protagonista asomó su cabeza al mundo el 3 de abril de 1923 en Onil. Su padre del mismo nombre regentaba junto a su primo una pequeña fábrica de juguetes en esta localidad tan famosa por su industria juguetera. Su madre Concha era modista y realizaba encargos costureros a domicilio con la ayuda de su hija primogénita del mismo nombre.
Desde niño padeció algunos problemas de visión en un ojo. Quizás por esto fue un mal estudiante, aunque nada le lastró para que bien pronto comenzara a desarrollar actitudes artísticas. Dicen que con siete años ya pintó su primer cuadro.
Al terminar la escuela acudía por las tardes a la fábrica familiar, pero solía escaquearse del trabajo para pintar caricaturas o construir artefactos con restos industriales. Un hábito que le hizo ganarse unas cuantas broncas paternas.
Su vida en la guerra
Al terminar los estudios básicos en su pueblo, con trece años se mudó a Alcoy donde fue internado en el Instituto para cursar Bachillerato. Con el estallido la Guerra Civil obtuvo algunos ingresos pintando retratos a vecinos fallecidos, por encargo de sus familiares.
En estos años bélicos el Gobierno de la República confiscó la fábrica familiar de los Sempere para dedicarla a la reparación de aviones. La familia tuvo que adaptarse a sus nuevas funciones, y el joven Eusebio hacía gala de su don artístico para pintar emblemas en aquellas máquinas.
Tras el final de la guerra su familia optó por marcharse del pueblo. Su vinculación con el ejército republicano les acabó pasando factura en los albores de la Dictadura Franquista, hasta el punto de que en una ocasión fueron asaltados en su propia casa a punta de pistola sin que las autoridades hicieran nada para evitarlo. Así pues los Sempere consideraron que lo más seguro era trasladar su negocio a València.
Protagonizó una de las primeras exposiciones de arte abstracto habidas en España
Formación artística en València
En la capital valenciana Eusebio se matriculó en la Escuela de Bellas Artes San Carlos. A pesar de que ésta fue su primera gran oportunidad de formarse como artista, el colivenco tuvo varios encontronazos con el profesorado. La línea académica de esta institución en aquellos años se enfocaba principalmente en reconstruir el patrimonio perdido durante la guerra, mientras que Eusebio estaba más interesado en aprender sobre las nuevas corrientes contemporáneas internacionales. En algunas ocasiones incluso llegó a denunciar ciertas prácticas de corrupción ocurridas en la escuela.
Ante esta situación valoró seriamente cursar la carrera de Medicina y hasta obtuvo un trabajo como ayudante en el Hospital Provincial de València. Sin embargo un buen profesor le hizo cambiar de idea. Fue un cura que daba clases en la San Carlos llamado Alfons Roig, quien pregonaba un estilo más vanguardista que el resto de profesores.
“El primer Sempere era sobre todo un retratista que tenía gran devoción por Velázquez. El padre Roig fue quien más le influyó en esa intención de acercarse a la modernidad a través de artistas como Wassily Kandinsky o Paul Klee” nos comenta Gázquez.
Primera etapa parisina
En el curso 48-49 Eusebio consigue una beca para pasar una estancia en París, lo cual marca definitivamente un punto de inflexión en su arte. Aquí conoce a varios pintores como Victor Vasarely que le empujan hacia las nuevas corrientes europeas contemporáneas.
“Quizás la gran aportación de Sempere es que definió su propio estilo. El arte óptico que se llevaba en aquella época pecaba de demasiada frialdad, pero él supo darle un matiz de calidez. Sabía conectar muy bien con lo inefable y aportar un tipo de misticismo a sus obras, tal vez porque fuera una persona creyente en Dios. Desde luego es algo muy poco común en los artistas de esta corriente” nos explica Gázquez.
Tras su año parisino regresó a València, donde realizó una exposición en la Sala Mateu considerada como una de las primeras muestras de arte contemporáneo habidas en España. No obstante sus obras no fueron bien acogidas por la prensa y el público. Este fracaso generó tal frustración en Eusebio que acabó destruyendo estos cuadros y regresando de nuevo a París.
Fue un cura quien le convenció de dedicarse al arte contemporáneo
Segunda etapa parisina
Su retorno a la capital francesa tampoco supuso un camino de rosas, ya que durante los primeros años se vio obligado a realizar trabajos de poca monta (no siempre relacionados con el arte) para sobrevivir. Con el tiempo va consiguiendo hacerse un nombre en los círculos artísticos parisinos y obtiene un empleo en una galería de arte.
En este periodo realizó decenas de gouches y relieves luminosos que le dieron cierta fama. Esto le abrió las puertas a protagonizar varias exposiciones e incluso consiguió una beca para exponer en Estados Unidos.
Sin olvidarse nunca de sus raíces, Eusebio trató de aprovechar sus nuevos contactos internacionales para organizar exposiciones de arte contemporáneo en España. Sin embargo aquí seguía dándose frente a un muro de incomprensión.
Estancia en Madrid y Cuenca
Por fin hacia los años 60 el arte contemporáneo empieza a calar en nuestro país, entrando principalmente a través de Madrid. Así pues Eusebio decide regresar a su patria estableciendo su residencia en la capital, junto con su socio colaborador Abel Martín. A partir de esta época su obra ya va encontrando cierto agrado del público español, a la par que sigue realizando exposiciones en lugares del extranjero como Venecia, Sao Paulo o Nueva York.
En 1966 el artista Fernando Zóbel se decide a abrir un Museo de Arte Abstracto en las casas colgantes de Cuenca y ofrece a Eusebio ser el conservador honorario. Por tanto el colivenco se traslada a esta ciudad manchega.
“Había una gran comunión entre Zóbel y Sempere. Eran grandes amigos y de hecho donó algunas obras suyas para el museo. Se trataba de uno de los primeros grandes proyectos relacionados con el arte contemporáneo que se impulsaban en España. Esta iniciativa le animó a querer crear algo parecido para su tierra” nos cuenta Gázquez.
«Supo dar una calidez muy especial a un arte óptico donde predominaba la frialdad» D. Gázquez (artista)
El museo de Sempere
A raíz de esto Eusebio Sempere contacta con el Ayuntamiento de Alicante para proponer la creación de un gran museo en la Casa de la Asegurada. A lo largo de los últimos años había adquirido una gran colección de obras, y estaba dispuesto a donarlas para este proyecto. Se implicó hasta el punto de poner dinero de su propio bolsillo o intercambiar cuadros suyos con el fin de conseguir piezas de grandes artistas como Joan Miró, Juan Gris, Calder, Arp, George Braque, etc.
“Yo conocí a Eusebio personalmente en una exposición que organizó la Caja de Ahorros del Sureste a mediados de los 70. Nos convocó a muchos artistas alicantinos para conseguir apoyos para su proyecto” nos explica Dionisio Gázquez.
Su propuesta fue aprobada en el pleno municipal por unanimidad de todos los concejales. Eusebio confesó, en una carta enviada al alcalde Ambrosio Luciáñez, que se encontraba realmente agotado y apenas podía dormir debido a todas las gestiones que estaba realizando para instaurar en Alicante el mejor museo de arte contemporáneo de España.
Finalmente el Museo de la Asegurada se inaugura el 5 de noviembre de 1977. “Es el acontecimiento más importante de mi vida. Hoy me siento como si hubiera tenido un hijo. He muerto un poquito en mi casa y he resucitado en Alicante” declaró Sempere al público.
Donó gran parte de su legado y de su colección personal al fondo del MACA
El museo queda abandonado
Sin embargo nuestro protagonista pronto conocería la cara más amarga de la política. El Ayuntamiento concibe que este proyecto cultural no es prioritario, y rehúsa sus peticiones para promocionar el nuevo museo. Todos sus esfuerzos para conseguir donaciones de obras se van ahogando en un océano burocrático.
Para revertir esta situación Sempere trató de dar un impulso al museo, formando un patronato con otros artistas locales que pudiera presionar a los políticos. No sirvió de mucho. “Mi padre fue uno de los implicados en esta comisión. Recuerdo que cada vez que asistía a una reunión regresaba a casa con un cabreo tremendo” nos contó recientemente Sara Blasco, hija del mutxameler Arcadi Blasco.
El abandono del museo por parte del Ayuntamiento llegó a tal punto que se convirtió prácticamente en un almacén de obras. El edificio sufría humedades, falta de limpieza, poco mantenimiento… Su propio director, Paco Pastor, acabó dimitiendo alegando que “no tenemos presupuesto ni para bombillas”.
Príncipe de Asturias
“Podía haber sido un gran museo referencia en España. En aquel momento todavía no existía el Reina Sofía de Madrid o el IVAM de València. Eusebio quería crear un gran foco de atracción cultural como alternativa al turismo de sol y playa, pero por desgracia solo encontró incomprensión por parte de los políticos. Perdimos una oportunidad de oro para situar a Alicante en la cabeza del arte contemporáneo nacional” nos manifiesta Gázquez.
Las disputas de Eusebio Sempere con las autoridades políticas, especialmente con el alcalde José Luis Lassaletta, acabaron incluso lastrando su salud. Sufrió una angustiosa poliomelitis que le dejó prácticamente sin poder caminar durante meses. Afortunadamente pudo recuperarse a tiempo para recibir, en 1983, el Premio Príncipe de Asturias, quizás el más prestigioso de todos los galardones que le concedieron en vida.
«Sempere quiso que Alicante hubiera liderado el arte contemporáneo español» D. Gázquez
Fallecimiento
Una de sus últimas obras fue elaborar un ‘Monumento a la muñeca’ para su pueblo natal. Aquí falleció el 10 de abril de 1985. Por voluntad de Eusebio, sus restos fueron enterrados en el Monasterio de Santa Faz y toda su obra que aún le quedaba donada a la ciudad de Alicante. Nunca dejó de amar intensamente a su tierra… a pesar de todo.
“Si el mejor artista alicantino en la primera parte del siglo XX fue Emilio Varela, en la segunda sin duda es Eusebio Sempere. Fue capaz de recoger a través del arte óptico un refinamiento muy propio de su personalidad. Aún con todas sus frustraciones, acabó influyendo mucho para que en los siguientes años se apostara más por la cultura en Alicante. Y desde luego nos contagió su entusiasmo a todos aquellos artistas alicantinos que estábamos empezando” nos comenta Gázquez.
Un final tardío… pero feliz
En 1997 el museo que creó Eusebio en la Asegurada dedicó una sala enteramente a su persona. Poco después se llevó a cabo una gran rehabilitación y en 2002 cambió su nombre oficialmente a Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA).
“Los artistas siempre queremos más, pero creo que si Sempere pudiera ver en qué se ha convertido hoy su museíto… estaría orgulloso. Su árbol acabó floreciendo unos años más tarde. La pena es que no viera cumplido su sueño en vida” nos aduce Dionisio Gázquez.