Entrevista> Vicente Baixauli / Farmacéutico (Alfafar, 20-septiembre-1941)
Pocos alfafarenses habrá con una vida más interesante e ilustre que la del doctor Vicente Baixauli. Este farmacéutico ya jubilado guarda un currículum impresionante, sobre todo en el campo del análisis clínico. El último de su larga lista de reconocimientos le vino el pasado año cuando fue nombrado Académico de Honor por parte de la Academia de Farmacia de la Comunitat Valenciana.
Asimismo Vicente fue el primer presidente de la Asociación de Estudios de Alfafar, destacándose como uno de los grandes defensores del patrimonio de su pueblo. Por si todo esto fuera poco, también ha encontrado tiempo para dedicarse a su otra gran pasión… las cartas y los sellos. No en vano es académico de la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal.
«De niño fui monaguillo y mi padre quería que trabajara en el campo, pero mi madre insistió en que estudiara»
¿Cómo fue tu infancia en Alfafar?
Yo nací en la calle San Pascual del barrio de la Fila. Mi padre y mi abuelo fueron de los últimos aterradores de la Albufera. Tenían un tancat de grandes dimensiones donde participan muchas familias de agricultores arroceros. Aquí se depositaba el barro en el fondo hasta que se secaba y luego se cargaba la tierra en las barcas del puerto de Alfafar para llevarla a donde correspondiera. Era el sustento de muchas familias tanto alfafarenses como de pueblos de alrededor.
Desde los siete años me hice monaguillo escolar y acompañaba al cura en todos los actos religiosos como llevar el santo Viático o realizar el viacrucis, las procesiones, etc. Esto me permitió conocer a muchísima gente y la verdad es que conservo muy buenos recuerdos.
¿Por qué al final decidiste cambiar el sacerdocio por la Farmacología?
A pesar del origen humilde de mis padres, su trabajo les permitió ahorrar lo suficiente como para pagarme los estudios. En realidad mi padre quería que me quedara trabajando con él porque le venían muy bien dos nuevos brazos que le ayudaran, pero mi madre le convenció de que ‘el xic’ debía estudiar.
Cuando terminé los estudios primarios en Alfafar entré en los Maristas de València, iba todos los días en autobús o tranvía. Como Farmacia no se podía estudiar aquí, porque entonces solo había cuatro facultades de esta carrera en España, me fui a Granada. Supongo que me influyó mucho el farmacéutico de Sedaví, con el que en mi familia teníamos una relación cercana. Aunque reconozco que en último término fue sobre todo por la insistencia de mi madre.
«Cuando trabajaba en el Puerto de València una noche nos robaron toda la droga incautada»
¿Dónde abriste tu primera farmacia?
Tras terminar la carrera en Granada me colegié en València y abrí una farmacia en la calle Ángel Guimera, cerca de la avenida del Cid. Luego me saqué también el título de óptico, acudiendo a Madrid durante los fines de semana para realizar los exámenes, y añadí una sección de óptica en mi propia farmacia.
Pero luego te has dedicado sobre todo al campo de los análisis clínicos.
Es que la Farmacia es una carrera con una formación múltiple que te ofrece muchos campos distintos de especialización, y efectivamente yo acabé optando por el camino de los análisis clínicos. Al principio los realizaba en mi propia farmacia, e incluso a muchos vecinos de Alfafar. Pero a la vista de que aquello me gustaba oposité para la inspección farmacéutica municipal, es decir los farmacéuticos que realizan las analíticas de las aguas, los alimentos, los hornos, etc.
Como dos de mis tres hijos también han sido farmacéuticos, llegó un momento en el que le pasé mi farmacia al mayor y realicé una oposición en el Ministerio de Sanidad para optar a una plaza en el Puerto de València. Ahí estuve trabajando quince años como director del laboratorio.
Imagino que vuestra principal función en el Puerto era la lucha contra el narcotráfico, ¿no?
Sí, pero no era lo único. Igual analizábamos la droga que se incautaba en las mercancías portuarias como los alimentos que procedían de países terceros.
En cuanto a la droga, nosotros teníamos la orden judicial de quemarla en la cementera de Buñol una vez hechos los pertinentes análisis. Siempre íbamos acompañados con un coche de la Guardia Civil delante y otro detrás. Luego nos tocaba ir frecuentemente a juicio para dar fe de nuestros análisis. En muchas ocasiones me tocaba declarar sentado delante del reo, y con su familia detrás. Era un trabajo de cierto riesgo, porque me tocaba dar la cara.
«Se deberían restaurar las chimeneas que aún quedan de los antiguos motores a vapor de nuestra huerta»
Seguro que tendrás anécdotas curiosas de esta época. ¿Alguna que puedas contar?
Probablemente la más lamentable sucedió aquel año que nos robaron todo un cargamento de droga incautada en Nochevieja. Nosotros teníamos el laboratorio al lado de la aduana y el almacén de los productos requisados. Y los ladrones aquella noche aprovecharon que no había nadie para dinamitar la puerta y llevársela toda.
Y al final de tu carrera profesional, otra vez regentaste una farmacia. Esta vez en Mislata.
Esto fue a raíz de que en 2005 la Generalitat consideró que las nuevas oficinas de Farmacia debían ser otorgadas por concurso de méritos. Como yo tenía bastantes, me presenté y pude elegir el establecimiento farmacéutico más cercano a mi casa. Y éste estaba en Mislata.
Aquí estuve hasta mi jubilación hace cinco años. Durante este tiempo pude además realizar el doctorado en la Universitat de València. La verdad es que siempre me ha gustado mucho mi profesión, hasta el último día de ejercicio.
Volviendo al pueblo, ¿cómo surgió la creación de la Asociación de Estudios de Alfafar?
Nunca he querido perder el vínculo con Alfafar. Desde los años 70 venía colaborando ya con los libros de las fiestas patronales. El antiguo cronista Lacreu Sena me enseñó muchas cosas del municipio, para mí fue todo un maestro en cuanto a su amor por el pueblo.
En esa época había muchas cosas que no nos gustaban a personas que teníamos ciertas inquietudes por salvaguardar la cultura y el patrimonio local. Alfafar es una población muy importante en la historia y ahora todavía más por su crecimiento poblacional. Por eso creo que necesitaba una entidad que se dedicara a estos conceptos. Seguimos la estela de aquellos cronistas como Lacreu que en su tiempo actuaron solos e hicieron lo que pudieron, pero ahora ya somos una asociación entera dedicada a este fin.
«Constituimos la Asociación de Estudios de Alfafar porque no nos gustaba cómo se trataba nuestro patrimonio»
Uno de vuestros principales reclamos siempre fue que se restaurara la Alqueria del Pi.
Efectivamente. Cuando nos constituimos la Alqueria del Pi estaba en muy mal estado hasta el punto de que amenazaba ruina y había propuestas para tirarla. Eso nos parecía una barbaridad, dado que era un sitio emblemático del pueblo ubicado junto a la antigua calzada romana que unía Roma con Cádiz.
Ésta fue la principal razón que nos impulsó a constituir una asociación cultural con un centenar de personas para poder movernos en las altas instancias y pedir que fuera declarado un Bien de Relevancia Local.
La Alquería del Pi afortunadamente ya ha sido restaurada y recientemente reabierta al público. ¿Qué más patrimonio queda en nuestro término municipal por recuperar?
Tenemos un patrimonio rural importante, como las chimeneas que aún no se han caído de los antiguos motores en la huerta y en la marjal, que antiguamente eran de vapor y luego fueron eléctricos. Se utilizaban para vaciar los campos y cultivar el arroz.
También en el centro tenemos unas casas modernistas que debemos conservar para evitar que se caigan. Y aunque ya perdimos el Hort del Comte con la construcción de viviendas, todavía nos queda el huerto histórico que hay junto a las vías ferroviarias de la estación y deberíamos hacerlo visitable para los turistas y los escolares.
«Estoy escribiendo un artículo sobre farmacéuticos históricos de Alfafar para el Llibre de Festes»
Además, a lo largo de tu vida has publicado diversos libros y artículos sobre Farmacia y también sobre Alfafar. ¿Tienes ahora algo entre manos?
A lo largo de todos estos años desde la asociación hemos publicado ya trece libros, que suponen un compendio de la historia del pueblo desde todos los puntos de vista. De esta forma hemos defendido la conservación del patrimonio histórico, cultural, social y medioambiental.
Todavía continúo escribiendo artículos tanto en la propia publicación de la Asociación de Estudios como en el Llibre de Festes. Ahora mismo estoy trabajando en uno sobre la historia de la Farmacia y los farmacéuticos en Alfafar.
¿Qué has averiguado sobre los antiguos farmacéuticos alfafarenses?
Hay uno bastante desconocido que precisamente nació en la Alquería del Pi. Hablo de don Vicente Ferrándiz, quien abrió una farmacia en la calle Ruzafa de València antes de la Guerra Civil. Luego sacó una cátedra en el instituto de Alcoy, fue académico en la Real Academia de Farmacia de España y más tarde director general de Enseñanza Profesional.
Además hay otros farmacéuticos que también han tenido su importancia y espero sacar del olvido con este artículo. Saldrá en el próximo Llibre de Festes.
«Empecé de niño a coleccionar sellos. Por desgracia ahora nuestros hijos y nietos ya no tienen esas aficiones»
Y terminando ya con tu otra faceta. ¿De dónde te vino tu gran pasión por la filatelia?
Ten en cuenta que cuando era pequeño no había redes sociales. Entonces se jugaba en la calle, y teníamos costumbre de coleccionar cosas como gusanos de seda o hojas de morera. Costumbres que por desgracia se está perdiendo para nuestros hijos y nietos.
Total que yo me aficioné a los sellos y coleccionaba de toda España. Hasta que siendo ya adulto quise interesarme por la historia postal, es decir no solo por el sello sino por la carta entera. Es un campo apasionante, dado que en cada carta tienes muchos detalles en los que fijarte.
Próximamente vas a impartir una conferencia online organizada por la Sociedad Filatélica de Madrid. ¿Sobre qué hablarás?
Sobre la historia postal de Alfafar y su relación con la geografía. Sobre todo de la comunicación que se realizaba a través del Puerto del Tremolar, donde se llevaba el correo de la Isla del Palmar hasta València. Luego ya vino el ferrocarril, el correo diario, la estafeta de Correos, etc.
Hablaré también sobre aquellas cartas que aún se conservan escritas por los soldados franceses durante la Guerra de la Independencia, dado que se establecieron aquí y en los pueblos de alrededor de València mientras que cercaban la ciudad. Quien la quiera ver podrá encontrar el vídeo colgado desde principios de mayo en la web de la Sociedad Filatélica.