El pasado mes de mayo, la concejalía de Patrimonio concluía la restauración del escudo heráldico del conde de Puñonrostro que preside el acceso principal a la iglesia de San Bartolomé.
La actuación, que ha contado con un presupuesto de 16.348,71 euros, de los que 9.900 euros han sido subvencionados por la Diputación Provincial de Alicante, ha permitido reponer algunos detalles estructurales que este elemento patrimonial había perdido a causa de la erosión propia de los efectos atmosféricos y al paso de los años.
Daños en su estructura
Colocado encima de la puerta de acceso principal al templo parroquial de San Bartolomé y declarado Bien de Interés Cultural, la pieza presentaba un estado de conservación precario, siendo mucho más acusado en la parte de la corona con la falta de algunos de sus florones y perlas.
En su conjunto, mostraba suciedad adherida a la piedra y rotura de varias de sus figuras y materiales, como el manto y el animal situado bajo la corona.
También, y apenas perceptible desde el suelo, exhibía pérdida parcial de material pétreo en varios de los elementos heráldicos de los cuadrantes del escudo, concretamente en el haz de flechas, la campana o en la separación de las barras.
La actuación ha contado con un presupuesto de más de 16.000 euros
Recuperación integral
La actuación realizada por Patrimonio ha conseguido resolver los daños localizados, mediante la reposición de los elementos erosionados, la reconstrucción de todas las partes originales perdidas y la limpieza de su superficie. Para favorecer su conservación y mantenimiento, como paso último se le ha aplicado un hidrofugante.
Para entender la importancia del emblema que mira cara a cara al edificio del ayuntamiento, hay que situarlo en su contexto histórico y conocer quién fue el Conde de Puñonrostro, impulsor a finales del siglo XVIII de la construcción de la iglesia de la plaza de Baix.
Se han repuesto los elementos perdidos y erosionados y se ha limpiado a fondo
Un noble ilustrado
Francisco Javier Arias Dávila Centurión (1751-1783) fue un Grande de España. IX conde de Puñonrostro, IX conde de Elda, III marqués de Casasola, VIII conde de Anna, VII marqués de la Noguera y señor de Petrer, entre otras poblaciones, era un hombre culto, devoto y de espíritu ilustrado.
Su persona constituye un ejemplo de la nobleza ilustrada de su tiempo, compaginando el cultivo de las artes con la preocupación por el buen gobierno de sus estados a los que, a pesar de su absentismo y lejanía, visitó en varias ocasiones, interviniendo de forma directa en su gobierno.
Fue impulsor de la construcción (entre 1779 y 1783) de la iglesia de San Bartolomé, edificio que no quedaría terminado hasta 1858 cuando Isabel II aportó una dote de 216.000 reales para su finalización. Sobre la fachada principal, encima de la puerta de acceso a la altura del primer cuerpo, se colocó durante la edificación del templo su escudo heráldico.
El escudo heráldico, Bien de Interés Cultural, pertenece al IX conde de Puñonrostro
Emblema familiar
Atendiendo a la investigación existente sobre el escudo, que realizó la arqueóloga Concha Navarro, el conde firmó una concordia con el obispo de Orihuela, Josep Tormo, para que anualmente el noble colaborara en el mantenimiento de las iglesias parroquiales de Elda, Petrer y Salinas.
Fruto de este compromiso es su contribución a la construcción de la nueva iglesia parroquial de Petrer, que quedó plasmado a la vista de todos los vecinos y vecinas con la colocación de su blasón en la fachada principal, recayente a la actual plaza de Baix.
El escudo es único en nuestro término municipal y podemos considerarlo como una magnífica talla, con un gran recargamiento figurativo, fiel reflejo de la corriente estilística que presentaban los blasones durante la segunda mitad del siglo XVIII.
Elementos nobiliarios
La pieza presenta una ornamentación recargada propia de finales del siglo XVIII, ya que está colocado sobre un manto representativo de la Grandeza de España que sale de la corona y está recogido a ambos lados con dos lazadas.
Debajo de la corona, en el centro y sobre el escudo, asoma la figura de un animal salvaje que podría interpretarse como un lobo o un oso. Otros adornos externos sinuosos bordean el escudo por los lados y la parte inferior.
El mismo aparece cuartelado con escusón -o sobrescudo central- donde están representadas las familias nobiliarias que entroncaban con el conde de Elda, que encargó la construcción de la iglesia. El primero y tercer cuartel o cuadrante corresponden al linaje de la familia Coloma y Calvillo, el segundo cuadrante a la familia Borja, destacando el motivo del toro, y el cuarto cuadrante al linaje de los Corella, representado por una campana.
El escusón representa el blasón de los Arias, Dávila, Centurión y Croy. Todas estas casas nobles tienen emblemas y elementos iconográficos característicos que confieren al escudo un importante valor histórico y artístico.