Pasear te lleva a ver, a lo metafórico, lo de los vericuetos de la vida. Uno pilla la avenida de Vicente Blasco Ibáñez, por ejemplo, desde la rotonda con la avenida de València, y, como se ha levantado con buen pie, pues que mejor se pilla el autobús. Dos paradas y un poco de andar calmo y te encuentras con la plaza dedicada al Maestro Moisés Davia.
Orilla la avenida Virgen del Pilar, que desemboca por donde se dan los codos la Gran Playa y la de Tamarit. ¿Y quién era este maestro? Un profesor, seguro, que su plaza contiene entre sus mimbres un parque infantil. Bien, en realidad fue un compositor que, entre otros temas, compuso el ‘Himno a Santa Pola’ (1974), donde vivió un cacho de su vida, cuyos vericuetos le llevaron también por muchos otros lugares.
De Chinchilla a Getafe
Los límites vitales de Moisés Davia Soriano (1922-1994) nos llevan a Chinchilla de Montearagón, localidad de nacimiento, un 16 de febrero, y a Getafe, en Madrid, donde fallecía un 1 de noviembre, un día antes de asistir al concierto extraordinario que le ofrecía la Banda Municipal de Madrid, que dirigió y que ahora estaba bajo la batuta del valenciano Enrique García Asensio, el del programa ‘El mundo de la música’ (1976-1980).
Si hay personas a las que el poder realizarse en su vocación las ancla a un lugar, en el caso de Moisés Davia, en cambio, esto le llevó a ir de un sitio a otro. La música le acompañó, dicen, desde niño, y allí en su tierra natal, en Chinchilla, fue donde comenzó a imbricarse en una afición que se tornó profesión y vida.
Con doce años ya era saxofón alto en la banda chinchillana
Comienzos de viento-madera
Con doce años ya era saxofón alto (instrumento de viento-madera, esto por el material original de la boquilla, afinado en mi bemol) de la Banda de Chinchilla (1842), agrupación a la que, sin embargo, no llegó a dirigir, pese a que fue nombrado más tarde Hijo Predilecto del municipio albaceteño y al que, también, compuso su himno, en 1949.
Chinchilla es hoy una población monumental con 4.497 habitantes censados en 2022, pero nada menos que 7.154 en 1940, uno de los grandes picos demográficos de la villa, que alcanzaba su tope en el pasado siglo, una década después, con 7.566 residentes. Lo verdaderamente tentador era medrar en la patria chica. A Davia le pudo lo vocacional: en 1940 accedió por oposición a la Banda de Aviación. Y marchó a Madrid.
Llegó a tierras alicantinas en el año 1962
Los maestros
El Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (1830) le abría al futuro compositor y director orquestal, hasta entonces solo chinchillano, las puertas del futuro parnaso. Su formación artística, hasta 1947, incluyó armonía, composición, folclore, historia, piano, solfeo… con maestros como el madrileño Conrado del Campo (1878-1953) o el vitoriano Jesús Guridi (1886 -1961). Y nombres como el berlinés Hermann Scherchen (1891-1966), también prestigioso arreglista, en cuanto a dirección.
Pero había que continuar pegándole sellos a la maleta: la banda de música de los pueblos orensanos Alongos y Untes era su primera experiencia a la batuta, en 1947. Lo compaginó dirigiendo también la de Monterroso, localidad lucense. Después, más trabajos como director: en 1949, en la albaceteña de Casas-Ibáñez (1883), enlazada con Chinchilla por la carretera N-322, la que liga la jienense Bailén con la valenciana Requena.
Falleció un día antes de un homenaje tributado en Madrid
La llegada a la provincia
El año del ‘Himno a Chinchilla’ y ‘Rapsoda Manchega’ lo aposentaban de nuevo por sus tierras. Pero tocó hacer de nuevo equipajes: en 1954, la Banda Municipal de Música de Santiago de Compostela (1848) y la Coral Compostelana. Al siguiente, la Municipal de Jerez de la Frontera (1930), hasta 1962. Y, por fin, aterriza en la provincia alicantina. Desde 1962 a 1979, recorre laboralmente estas tierras.
Se enamora especialmente de Alicante ciudad, de Santa Pola, de Crevillent. Su oficio principal es la de director de la Banda Municipal (1912). Intenta crear una filarmónica, pero se tropieza con el ‘menfotisme’, la indiferencia institucional, tan propia de estas tierras: el invento goza de éxito popular, pero ninguna ayuda, y dura cuatro años. En fin, la espinita se la quitó dirigiendo también la Coral Crevillentina (1891).
Retiro santapolero
Marchaba a Madrid en 1979, al frente ahora de la Banda Municipal de Madrid (1909). Estuvo hasta 1985, cuando retornó tras jubilarse a la provincia alicantina, donde a estas alturas vive casi toda su familia. Se estableció en Santa Pola. Siguió trabajando, pergeñando. De hecho, continuó creando, lo que, por cierto, le permitió continuar viajando al estrenar las composiciones.
¿Y lo de la plaza, que se diseñó expresamente para que mirase directamente al Mediterráneo? Se inauguraba el viernes 4 de octubre de 2013, con la presencia de Francisca (‘Paquita’) Moratilla, y de Lina y Moisés, los hijos de ambos. Suponía un reconocimiento a quien, además de haber sido vecino santapolero (fue nombrado Hijo Adoptivo), compuso el himno de este municipio. Y desde luego que no podía haber homenaje a un alma viajera que una plaza enfocada al mar.