En una ciudad que presume, y lo hace cada vez más, de ser el lugar de nacimiento del hombre que inventó el turismo tal y como lo conocemos actualmente, llama poderosamente la atención el escaso homenaje que recibe su figura en el día a día.
Es verdad que en 2022, coincidiendo con el siglo de su nacimiento, Benidorm se volcó en recordar a su alcalde más histórico. Pero no fue hasta el 11 de octubre de 2022, hace menos de un año, cuando al fin le dedicó una calle bautizando la Alameda como la Alameda de Pedro Zaragoza Orts. Y también es verdad que escondido en el residencial Santa Margarita, hay un pequeño monumento que pocos benidormenses conocen.
Muy desapercibido
Todo eso es cierto, pero también lo es que, por lo demás, la memoria del hombre que convirtió Benidorm en un destino turístico mundialmente conocido pasa completamente desapercibido para los miles de visitantes que cada día pasean por sus calles ajenas a la vida y obra de aquel visionario.
De hecho, ninguna de las grandes infraestructuras turísticas de la provincia (aeropuerto, estación de tren, terminal de autobuses…) lleva su nombre o cuenta con elemento alguno que le rinda homenaje.
Los motivos que se argumentan para dar el nombre de Pedro Zaragoza al Centro Cultural son las múltiples iniciativas culturales que puso en marcha el alcalde
Deportistas, políticos y marinos
Mientras tanto, Benidorm (y el resto de la provincia) ha ido bautizando muchos de sus edificios y espacios públicos con nombres más o menos discutidos en su momento. Muy recordada es, todavía hoy, aquella idea de bautizar el Palau d’Esports con el nombre de Eduardo Zaplana, algo que provocó tal rechazo generalizado que se optó por un lacónico Illa de Benidorm.
Antonio López, Raúl Mesa, Domingo Devesa, Liliana Fernández, Guillermo Amor… son nombres de hijos e hijas de Benidorm que han dado nombre a algún edificio público. En el callejero, claro está, aparecen muchos más. Entre ellos, todos los alcaldes de la democracia y muchos marinos históricos.
Propuesta ciudadana
Pero eso es algo que ahora podría cambiar. O, al menos, eso es lo que buscan un grupo de vecinos que capitanean una iniciativa ciudadana que cuenta con más de medio centenar de firmas entre profesionales, sindicalistas, políticos y representantes de diversos colectivos y que propone dar el nombre de Alcalde Pedro Zaragoza Orts al Centro Cultural de Benidorm, una propuesta que nació en 2011, con el edificio aún en construcción, y que ha sido reactivada ahora.
Así, los firmantes han vuelto a retomar la iniciativa aprovechando la entrada en funcionamiento de la primera fase del Centro Cultural y la celebración de un acto homenaje en el aniversario del nacimiento del que fuera alcalde de Benidorm, Pedro Zaragoza, en el que estuvo presente su familia.
La familia comparte la iniciativa, ya que ha surgido de la sociedad civil
Rescatada del armario
Uno de los promotores de aquella propuesta, el empresario y exconcejal popular Salvador Moll, espera ahora que el ayuntamiento “rescate de un cajón” esa propuesta y la haga efectiva. Moll ha señalado que la familia del exalcalde tiene conocimiento de la iniciativa y “la comparten”, sobre todo por tratarse de una propuesta “surgida de la sociedad civil”.
Los motivos que los promotores argumentan para dar el nombre de Pedro Zaragoza al Centro Cultural son “las múltiples iniciativas culturales” que puso en marcha el alcalde “defendiendo el conocimiento de la historia de Benidorm, sus signos de identidad, las costumbres y propiciando la creación de foros de opinión y debate”.
Impulsor de la cultura
En ese sentido, los impulsores de esta iniciativa recuerdan que fue el exalcalde Pedro Zaragoza quien puso en marcha iniciativas culturales como el Festival Internacional de la Canción de Benidorm o el Club de Opinión Almirante Guillén Tato, entre otros.
Así, Moll ha recordado que el documento original y que ahora se pretende volver a poner sobre la mesa, lo suscribieron más de una treintena de abogados de la ciudad, los presidentes de Hosbec, Aico y la Asociación del Camping de Benidorm, sindicalistas de la UGT y el CSIF, además de políticos del Partido Popular, del Partido Socialista, del Bloc Nacionalista de Valencia y de Esquerra Republicana.
Con el edificio aún en construcción, la propuesta nació en 2011 y ha sido reactivada ahora
Una ‘Alameda’ para Pedro Zaragoza
La tenían Manuel Catalán Chana, Eduardo Zaplana, Vicente Pérez Devesa o José Such; pero no el más reconocido de todos: Pedro Zaragoza Orts. Era, casi, una ofensa que tardó mucho, demasiado, en solucionarse. Se hizo el 11 de octubre de 2022. Fue entonces cuando Benidorm le dedicó una calle a su alcalde más importante. Y para compensar, le dio su nombre a la Alameda, un vial histórico.
Es una de las calles más emblemáticas de la localidad y aparece referenciada por primera vez en un documento de 1803. Se diseñó siguiendo el trazado del antiguo camino que daba acceso al recinto amurallado por la puerta de la calle Mayor.
Vía histórica
En su momento, la Alameda fue la vía principal y más amplia de la localidad, lugar de paseo y encuentro, y verdadero centro neurálgico hasta bien superada la primera mitad del siglo XX. En aquellos años, albergaba comercios, la oficina de Correos, un teatro-cine, la parada del coche de alquiler e, incluso, una gasolinera que abastecía a los vehículos que pasaban por la aledaña carretera Valencia-Alicante.
Durante muchas décadas, la Alameda fue el corazón de la vida cotidiana de Benidorm; una importancia que se perpetuaba especialmente durante la celebración de les Festes Majors Patronals del mes de noviembre. De hecho, en ella se instalaba la feria, con sus puestos de venta, y se colocaban los templetes para las orquestas que en esos días amenizaban el ambiente. También, durante los festejos, era el punto de celebración de las competiciones deportivas y lugar de paso de las procesiones en honor a los patronos.
En la Alameda aún pueden verse algunas edificaciones tradicionales. Mención especial merece la Casa de la Alameda, situada en el número 24. Se trata de una construcción de 400 metros cuadrados, ejemplo de la arquitectura autóctona de la zona, que actualmente alberga un establecimiento de ocio.