En alguna ocasión les hemos hablado de las bellezas naturales de La Canal de Navarrés, comarca a la que volvemos para describirles uno de los rincones más espectaculares: unas piscinas o pozas naturales que reciben el nombre de los Charcos de Quesa.
Ubicadas en el interior de la provincia de València, a una hora de la capital, están protegidas por el cañón del río Grande y son cuatro pozas situadas a muy poca distancia unas de las otras. Sus nombres son Charco de la Cacerola, de las Fuentes, de la Horteta y del Chorro.
Los Charcos de Quesa son un fascinante paraje natural, idóneo para relajarse entre saltos de agua y el sonido de los pájaros, y disfrutar de una jornada agradable rodeado de montañas y senderos. Es también recomendable bañarse, especialmente en los meses de más calor, aunque puede resultar muy fría para algunos.
La ruta
Para visitar los Charcos de Quesa se debe realizar una ruta muy sencilla, perfecta para los más pequeños. Si se quiere hacer completa, hasta las pinturas rupestres, es de unos catorce kilómetros ida y vuelta -unas cuatro horas-, recorriendo sorprendentes rincones del cañón del río Grande.
De hecho, estos charcos forman parte de una amplia zona montañosa conocida como Muela de Cortes y Macizo del Caroig, que fue un área de resistencia morisca tras su expulsión a principios del siglo XVII.
Esta ruta, la de los Charcos de Quesa y el Abrigo del Voro, permite conocer el interior del mencionado cañón, con altas paredes y muchísima vegetación, siempre acompañada de agua en varios puntos de la excursión.
Se puede hacer una ruta sencilla, lineal, para conocer las cuatro pozas naturales y unas pinturas rupestres
Los charcos
Desde el inicio, el camino a los charcos es amplio y sin desnivel. En menos de un kilómetro alcanzamos nuestro primer destino, el Charco de la Cacerola, al que le siguen inmediatamente los otros tres. El más popular y fotografiado de los cuatro es precisamente el último, el Charco del Chorro, al contar con una espectacular cascada de agua.
Allí los visitantes suelen darse un refrescante chapuzón, en una zona perfectamente adaptada para pasar el día en familia, con aparcamiento cercano, zona de pícnic, acceso para minusválidos, aseos, lugares para que los niños puedan jugar…
Además, en función de las lluvias caídas en las semanas o meses previos, el río aflora en determinantes sitios del cañón, creando charcos o pequeños meandros.
El más popular y fotografiado de los charcos es el llamado del Chorro, por su majestuosa cascada de agua
Las pinturas rupestres
Tras abandonar el último charco, tomamos una senda situada a la derecha para continuar por el cañón del río Grande hasta llegar, sin pérdida posible, a las pinturas rupestres del Abrigo del Voro: son alrededor de medio centenar, que corresponden al arte levantino, y fueron descubiertas en 1972.
Estas pinturas, Patrimonio de la Humanidad desde 1998, representan figuras como mujeres, arqueros y animales, siempre en un color rojo vinoso. Las más remarcables forman un conjunto de cuatro detallados arqueros que, indican los expertos, escenificarían una danza ritual.
Las pinturas, ubicadas en el citado abrigo -una pequeña cueva-, son perfectamente visibles desde el exterior. Están protegidas por una reja para una mejor conservación.
Es recomendable bañarse en los charcos, especialmente en verano, pese a la baja temperatura de sus aguas
Camino de regreso
Desde el Abrigo del Voro únicamente nos queda dar media vuelta y regresar al punto de partida, por el mismo camino. Otro consejo para acabar esta inolvidable ruta, y si la época del año acompaña, es volver a bañarse en uno de los charcos antes de subirse al coche.
Recordemos, asimismo, que Quesa está incluida dentro de la Red Natura 2000, una red europea destinada a garantizar la conservación de la biodiversidad. Por ello, y para proteger el entorno y cuidar su mantenimiento, durante los meses de mayor afluencia de visitantes (verano) se cobra una entrada simbólica.
Quesa y alrededores
A unos siete kilómetros de las pozas se sitúa el pequeño municipio de Quesa, con algo más de seiscientos habitantes. Se puede visitar la iglesia parroquial, dedicada a San Antonio Abad, y su castillo, fortaleza de origen árabe (siglo XI) abandonada después de la conquista cristiana.
La comarca de La Canal de Navarrés, repetimos, alberga lugares únicos, de enorme belleza natural. Junto a los Charcos de Quesa está la ruta de las Tres Cascadas de Anna -que incluye el Gorgo de la Escalera-, la de los Chorradores, perfecta para realizarla en familia, o el Salto de Chella, una cascada que se puede admirar desde un mirador.
Otros lugares de visita obligada es la singular playa de Playamonte, un lago artificial, o las piscinas naturales del río Bolbaite, en la propia localidad: una zona de agua, muy bonita, siempre repleta de bañistas.