¿A quién no le gusta disfrutar de las fiestas patronales de su pueblo? Son, sin duda, la esencia del municipio; y parte fundamental de la ambientación son las bandas de música, que amenizan desfiles, cabalgatas o pasacalles.
La situación es, a priori, bonita y sumamente divertida, hasta que comenzamos a descubrir que hay una parte menos agradable, la que sufren ciertos músicos que deben soportar faltas de respeto graves, en ocasiones de las propias personas que les contratan.
De ello queremos conversar con el joven y valiente Albert Bisbal, percusionista de la banda de música de Benetusser y de la xaranga ‘Destroyers’ de Catarroja. “Esos menosprecios suelen llegar de chicos jóvenes, pero conozco casos de personas mucho más adultas”, apunta.
¿Cuál es la parte bonita de tocar en las fiestas de los pueblos?
Aparte del ambiente, ver cómo te mira la gente mientras tocas. Te sonríen y lo hacen con cara de satisfacción, les haces feliz.
También cuando se acerca el jefe de la peña para decirle a nuestro director lo bien que hemos sonado y lo orgullosos que están de nosotros.
Todo ello te hace regresar a casa y darte cuenta de que esa semana de no parar, de apenas dormir, ha valido la pena.
«Lo mejor de las fiestas es ver cómo te mira la gente al tocar, comprobar que les hacemos felices»
¿Y la negativa?
En algunos casos, Fallas o cualquier otra fiesta, se piensan los que nos contratan que tienen unos derechos sobre nosotros que no les corresponden.
A veces no nos dan ni agua o no nos permiten descansar ni cinco minutos. Sin embargo, el mayor desprecio es que pasen de ti, provocando que pensemos “¿por qué me has contratado?”.
Dinos algún ejemplo más, por favor.
Las primeras Fallas después de la pandemia, en 2022, participamos el 15 de marzo en ‘La Recogida del Ninot’, uno de los mejores actos de las fiestas, con un ambiente increíble.
Nos solicitó una falla diferente a la que teníamos contratada -algo muy común- y se dedicaron a ignorarnos. Sí cobramos bien, pero la sensación personal fue muy desagradable.
«Es muy desagradable darte cuenta de que los que te han contratado te ignoran totalmente»
¿Son situaciones habituales?
Sí, la gente piensa que nosotros les hacemos toda la fiesta, cuando es el ambiente el que le da al músico alas para crear.
En fiestas, tocando, también te cruzas con personas en estado ebrio y se producen situaciones muy incómodas, faltas de respeto, como que te tiren la bebida que llevan.
Mi instrumento si se moja no pasa nada, pero el clarinete o el saxo, que son de madera y deben estar secos, sí pueden sufrir daños y la reparación de la zapata puede costar doscientos euros.
¿También hacéis muchas horas en fiestas?
Demasiadas, que no están tan bien pagadas como si se tratara de un trabajo regularizado. A veces hemos empezado en la Despertà, la diana -a las siete de la mañana- y estás tocando hasta la madrugada, las dos de la noche, por menos de cien euros.
¿Por eso dices que se está prostituyendo a la música de calle?
Sí, conozco a bandas que, con tal de poder subsistir, aceptan cobrar poquísimo. Se trata, sin duda, de una enorme precariedad laboral.
Eso se da mucho más en las xarangas, especialmente en las que empiezan. Como apenas te conoce nadie bajas tarifas a lo mínimo, o tocas a cambio de beber alcohol gratis.
«Conozco bandas de música y xarangas que, con tal de poder subsistir, aceptan cobrar poquísimo»
¿Desde cuándo tocas?
Recuerdo entrar en la Escuela Musical de Alcàsser a los seis o siete años. Siempre quise tocar la percusión, también porque soy muy nervioso y de pequeño ya lo golpeaba todo. Soy muy feliz tocando mi instrumento.
Mi padre ha sido músico de calle toda la vida y fue el que me introdujo.
¿Disfrutas más en la banda o en la xaranga?
El rollo y la forma de tocar es diferente; en una xaranga estás tocando una música más animada y fiestera, que provoca emociones en mí y encaja más en mi personalidad.
Tocar en la banda también me gusta, es como una ambivalencia. Mientras en la xaranga te puedes desahogar más, es distendido, en la banda el trato es mucho más serio y me aporta responsabilidad.
¿Qué estudias?
He empezado clases en un Ciclo Superior de Eventos Audiovisuales. Son dos cursos y si apruebo me darán un diploma.
Finalmente, ¿qué otros proyectos musicales tienes en mente?
Tengo algunos, que necesitan una organización seria y cierta colaboración. Me gustaría hacer un concurso de xarangas en mi pueblo y volver a posicionar a Alcàsser en el plano musical, como lo estuvo tiempo atrás.
De hecho, tuvimos una de las mejores bandas de la Comunitat Valenciana y ahora mismo pasa un poco desapercibida.