A Rocafort se puede llegar desde distintos caminos. O bien desde la ruta interior que enlaza con Masarrojos y luego Moncada, o bien desde la menos concurrida vía que se adentra hasta Santa Bárbara. Sin duda el acceso principal es la larga y oxigenada carretera que viene desde Campolivar (y Godella).
Durante las últimas décadas a Rocafort se llegaba por dicha carretera, que aún se beneficia de no tener casas a sus lados, hasta el pueblo. Luego ya pusieron una rotonda, la moda de las rotondas. El nombre del pueblo construido en la misma se desconcha de tanto en tanto, afeando la llegada de vecinos y turistas.
Pueblo residencial
El cartel del legendario ‘Punto y coma’, pub que daba vida a los vecinos de Rocafort y pueblos vecinos, sigue en pie. Aunque sus días del presente son ya más de cafetería con esa espléndida terraza a pleno sol. Los chaletitos y adosados han ido ampliando el urbanismo de este pueblo que aún mantiene su espíritu ancestral.
Hoy en día Rocafort es uno de los municipios más terciarios de la comarca. Tres cuartas partes de los activos residentes trabajaban en el sector de los servicios, porcentaje que representa el más elevado de l’Horta, incluso por encima de la misma ciudad de València y de la vecina Godella.
Lo que la mayoría de valencianos desconoce es que la actividad económica que en tiempos daba vida a este pueblo tiene mucho que ver con su propio nombre: Rocafort. Fue importante la extracción de piedra y mármol. Dichas canteras, que se hallan extintas en la actualidad, permitieron la extracción del material necesario para la construcción de las Torres de Serranos y del Miguelete.
Una vez que Rocafort fue vendida a los Mercader pasaría a los barones de Santa Bárbara
Alta renta per cápita
Sin apenas actividad agrícola ni sector secundario, los servicios han tomado el relevo de las canteras para dotar de un nivel económico elevado a este municipio. No en vano Rocafort es el decimoprimer municipio de España con una mayor renta media per cápita, y el primero de la Comunitat.
El alto nivel de ingresos de sus vecinos se percibe a poco que uno se aleje de las antiguas callecitas de su pequeño núcleo histórico. Enseguida abundan los chalets de amplias parcelas y las hermosas villas del siglo XIX que dotan de un exquisito esplendor al lugar. Pero el crecimiento no cesa, pues en el terreno que le separaba de Santa Bárbara las promociones de chalets no paran de multiplicarse y sus precios evidencian la situación económica del municipio.
El municipio de Rocafort es hoy el decimoprimero de España
La ermita de los picapedreros
A poco que uno centre su mirada más allá de las lujosas villas y los modernos chalets unifamiliares, el espíritu de la piedra aparece en cada rincón de Rocafort. Desde sus muros hasta sus calles, pero también en los edificios de culto.
Los picapedreros de la Fàbrica de Murs i Valls tenían una ermita dedicada a San Sebastián que cedieron en 1434 a los monjes agustinos para levantar el convento. La iglesia actual data de la segunda mitad del siglo XVII. Sufrió una ampliación a inicios del pasado siglo, una vez que fue declarada parroquia. Hoy en día la iglesia posee torre campanario e interior con capillas laterales y claustro.
Los picapedreros tenían una ermita a San Sebastián que cedieron en 1434 a los monjes
El pasado señorial
Como uno de los puntos arquitectónicos más bellos del municipio, emerge el Palacio del Barón de Terrateig. Este edificio data de 1768 y se encontraba al sur del centro urbano, en la calle en que nace la carretera de Godella. Fue derribado en 1994, conservándose solo el jardín posterior, para construir en su solar la actual Casa de la Cultura.
El origen señorial de esta localidad hay que situarlo tras la conquista del rey Jaime I. Rocafort perteneció a Francisca Gemella, fue vendido a los Mercader y pasó por último a los barones de Santa Bárbara, una de las zonas residenciales más exclusivas del área metropolitana de València.
Especialidades gastronómicas
Pero no todo es arquitecturas y pasado señorial en Rocafort. Queremos terminar este reportaje haciendo mención a la gastronomía del municipio. Si el turista se acerca al Forn Nou (Dr. José López Trigo, 26), aún podrá degustar diversas especialidades que a buen seguro satisfacen su paladar. El hojaldre es alabado por todos sus clientes.
Aunque ya se dedicó un amplio reportaje en nuestro periódico sobre la denominación de ‘Ciudad Machadiana’ (por ser una de las ciudades en las que el poeta Antonio Machado se alojó) queremos despedir este artículo recordando que desde noviembre de 1936 hasta finales de abril de 1938 el poeta se alojó en Villa Amparo. Es muy fácil llegar a esta hermosa y cuidada vivienda, pues se halla próxima al campo de fútbol y a la parada del metro.